45. Momentos

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Paolo Bianchi

Pedido de Hotchi_witchi

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Pedido de Hotchi_witchi

-¿Te sucede algo, hermanita?

-No.

-¿Segura?

-No seas pesado, Mark. - rodó los ojos, incorporándose de la cama para salir del cuarto, oyendo los quejidos de su hermano a sus espaldas.

Se dirigió hacia la salida del albergue, bajo la atenta mirada de los chicos que estaban en el comedor, pero ninguno dijo nada, no después de lo que había pasado el día anterior. A ella no le importó andar en shorts de chándal y una camiseta cualquiera. Lo único que quería en aquel momento era alejarse de la verborrea de su hermano mellizo. Se ató su cabello castaño en una cola de caballo alta, antes de dejarse perder por la Isla fútbol. Total, ¿qué era lo peor que podía pasar?

¿Qué la secuestraran? Por favor, se había ganado su puesto en la selección con sudor y lágrimas, no era una de las mejores delanteras del Inazuma Japón por ser melliza de Mark, sino porque sus chuts se equiparaban con facilidad a los de Axel Blaze.

No se dio cuenta de que se había salido de la sección japonesa hasta que vio como los edificios cambiaban, como la arquitectura italiana predominaba en aquel lugar. Inconscientemente sus pies la llevaban al edificio de Orfeo, ajenos al caos que había en su mente y corazón.

Un pequeño río cruzaba el lugar, simulando el Gran Canal de Venecia. Sofia sonrió apoyándose en la barandilla, impregnándose de la imagen. ¿Así era la ciudad natal de Paolo? Había silencio, calidez y un ambiente diferente al japones. No se escuchaban las risas de los niños, veía a las parejas caminar entre las calles o subirse a la canoa con un recato que la dejó adolorida. ¿Por qué parecía que las risas no existían? ¿Por qué había tanto silencio?

O tal vez era ella que estaba acostumbrada a la ausencia de silencio en su casa, porque precisamente Mark no es la persona más silenciosa que digamos, pero le gustaba. Era su hermano y adoraba tenerlo revoloteando a su alrededor con un balón y hablando sobre partidos y sueños que antes parecían inalcanzables.

-Sofia.

No, lo peor que podía pasar era encontrarse con él.

¿No lo pensó? ¿Tan aturdido estaba su cerebro como para no analizar que estaban en la zona italiana y que él era italiano? ¿Era demasiado pedir que juntara esas dos piezas? Parecía que sí, aunque no lo culpaba, seguramente seguía impactado de lo sucedido el día anterior.

Cerro los ojos con fuerza ante aquel recuerdo.

«-Estoy muy emocionado. ¿Vosotros no? ¡Estamos en la final!

El grito de su hermano resonó en el comedor, animando el ambiente en un instante, como si hubieran lanzado chispa en la gasolina.

-¡Ganaremos la final!

One Shots Inazuma ElevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora