29. Deseos

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Paolo Bianchi

Pedido de Stories_242

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-¿Y ahora que será de nosotros? - inquirió preocupada la joven adulta.

Aquella carrera para recuperar el fútbol y derrocar el sector quinto había culminado, ya nada le mantenía allí. Él había venido para ayudarles a pedido de su primo Mark, sin esperar que sus sentimientos por la pelinegra, no esperó que volver a ver aquellos ojos verde mar lo cautivaría al punto de olvidarse de todo.

-No lo sé.

-Ahora me siento mal por decir que Mark es estúpido. - murmuró mirando el manto de estrellas que cubría el cielo, estaba con la cabeza apoyada en sus rodillas, mientras abraza estas. -Realmente le superé con creces al tirarme contigo sin paracaídas.

-Ojalá pudiera quedarme contigo...

-Pero no puedes. - dictaminó la pelinegra levantándose del suelo, dejándole ver al castaño las lágrimas que inundaban aquellos ojos que él tanto amaba.

Ella se encaminó de vuelta al interior de la casa de los Evans, donde todo el mundo celebraba la victoria contra el Sector Quinto.

Deseaba poder detenerla.

Deseaba correr detrás de ella.

Deseaba abrazarla y no soltarla nunca más.

Deseaba hacer algo...

Pero no era más que un deseo. No podía hacerlo.

Él no podía correr detrás de ella.

Él no podía detenerla.

Él no podía limpiar sus lágrimas aquel día para ser el causante de las de mañana.

Él no podía detenerla y decirle que se quedaría a su lado porque sería mentira.

Él debía marcharse.

Por más que quisiera quedarse sería demasiado egoísta abandonar aquello que lo estaba ligado a Italia.

Así que tuvo que reprimir los gritos de su corazón y verla marchar.

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-Shh... Ambos sabíais que esto pasaría. - comentó acariciando los cabellos de la joven sin interrumpir su abrazo.

-Aun así, duele mucho. - sollozó en el pecho de aquel que fue el mejor velocista del que fue el mejor equipo del mundo.

Swift observó como la pelinegra se aferraba más a él, llorando por su corazón roto, aquel corazón que el mismo quiso que le perteneciese. Sin embargo, allí estaba, viendo como lloraba por otro, que según él no se la merecía.

-Lo sé. Duele demasiado. - murmuró aferrándose más a ella.

Ella sabía que él tenía una vida en Italia a la que no podía renunciar.

One Shots Inazuma ElevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora