Jugadoras, gerentes, espectadores....
Aquí podremos ser todo lo que queramos.
Aquí, podremos reír y llorar, enamorarnos y odiar.
Viviremos una vida junto a nuestros jugadores favoritos, y como diría Mark...
¡Juguemos al fútbol!
Vuelvo a timbrar a la puerta sintiendo como la poca paciencia que tengo se escurre de entre mis dedos. La paciencia no es una de mis virtudes, es más, escasea, y eso es algo que los que me conocen saben a la perfección. Por ende, la rabia me hace sentir capaz de romper esa puerta en mil pedazos como no se abra ahora mismo.
Pero justamente en ese momento se abre dejándome ver al dueño.
-¿Zoe?- inquiere extrañado, sin creerse si de verdad soy yo.
-No, la vecina.- respondo en sarcasmo empujándolo a un lado y adentrándome en el apartamento.
Me adentro en el salón y dejo mi bolso negro a juego con mis botines en el sofá, soltando un largo suspiro para no saltarle a la yugular. Me paso la mano por la sien, frotando los lados de mi cabeza sintiendo el dolor más intenso.
Al instante siento una mano en mi hombro pero me zafo del agarre dando un paso hacia atrás. Cuando me giro me arrepiento parcialmente de mi reacción al ver en sus ojos lo dolido que está por mi lejanía, pero al instante me recupero.
-Te lo puedo explicar.
-Ya...- murmuro mirándolo a los ojos, a esos ojos que jamás me habían mentido hasta ahora.
-Si mi primo no me hubiera llamado diciendo que mi novio había adoptado otra personalidad, de un loco que odia y quiere manejar el fútbol, tú no me lo hubieras contado ¿verdad?
-Amor...
-¿Amor? ¿Ahora soy tu amor?- pregunto con una sonrisa sarcástica en mi rostro. -¿Qué era para ti cuando viniste a visitarme el fin de semana y no tuviste la jodida decencia de contarme nada? ¿Eh?
Observo atentamente como se queda callado mirando al suelo, como un niño pequeño regañado por una travesura. Pero es que es más que eso, él a demostrado no tener confianza en nuestra relación, ni tan siquiera me contó algo que era tan obvio como eso, algo que se descubriría tarde o temprano.
-Te aprovechaste de la confianza que deposité en ti estando en Italia. Jamás creí que tú me ocultabas algo tan importante. - espeto indignada, aunque más que indignada me siento traicionada.
Axel es una de las personas que más me importan en mi vida, y sentir algo como traición por su parte me rompe por dentro, porque siento que todo aquello que tanto nos esforzamos por construir se tambalea. Y no puede tambalearse ahora. No precisamente cuando...
-Quería contártelo...
-Si.. Ya.. Durante más de un año..
Al sentir un nudo en mi garganta y oír ese murmuro tan débil me doy cuenta del ardor en mis ojos.
