Aférrate a lo que es bueno, aunque sea sólo un puñado de tierra. - Oración Hopi.
***
Esa misma tarde...
Kiara escuchaba atentamente las palabras de su padre. ¿Cómo era posible que dudase de que Dorian tuviese novia? Vale, era inusual, inédito, e incluso si ella misma no supiese que se trataba de su buena amiga Melanie, sería otro cantar, pero... ¡Era real! Ella misma había escuchado al neandertal de su hermano hablar de la bailarina y no tenía ninguna duda de que sus palabras eran sinceras. Es más, jamás le había escuchado hablar tan seriamente en lo que féminas se trataba. Solamente recordaba a Dorian con esa actitud al principio de la relación con Kristal, de hecho, ni siquiera entonces le había visto tan feliz.
—Papá, no deberías ser tan duro con Dorian. Doy fe de que está con una buena chica y que si no han venido, es porque efectivamente no han podido...
—Estoy seguro de que si esa mujer existe, le tiene sorbido el cerebro. Hasta hace unos días tu hermano estaba solo y ahora, de la noche a la mañana, quiere presentarnos a una jovencita que asegura ser importante para él. ¿No será que ella ha descubierto que es un Moore y quiere su fortuna?
—¡Maverick! — Le llamó la atención Briona — Te voy a pedir, por favor, que respetes la decisión de nuestro hijo. Además te recuerdo que no nació ayer, por si acaso se te ha olvidado.
—¿Os tengo que recordar lo que le hizo la abogada? Solo le buscó por interés —insistió el mayor.
Kiara negó estupefacta. No podía comparar a Melanie con esa arpía. Estaba claro que el mundo estaba lleno de personas de todo tipo, sino solo tenía que observar a su marido, pero su amiga no era así. Rodrigo que desconocía la identidad de la última conquista de su cuñado, asintió a la vez que palmeaba la mano de su mujer, que reposaba sobre sus rodillas.
—Maverick tiene razón. El dinero es muy goloso —murmuró contentando a su suegro.
—¡¿Pero qué coño decís?!
—Kiara, controla esa boca que Dios te dio — Le reprendió su madre.
—Lo siento mamá, pero no voy a permitir que hablen así de mi... futura cuñada — Se corrigió al percatarse de que casi revelaba la identidad de la novia de su hermano.
—¿Cuñada? —preguntó Maverick alzando la ceja con sorpresa — Si esa mujer quiere entrar en la familia Moore tendrá que ganárselo. No voy a consentir que mi hijo se case con la primera mujer que se le ponga por delante por el hecho de tener un par de piernas bonitas. Si la quiere meter en el catre estupendo, pero no en nuestras vidas.
—¡Papá! —vociferó Kiara alucinada — ¿Cómo puedes ser tan cerrado? ¿Se puede saber que mierdas hizo Rodrigo para ganarse tu apoyo? —preguntó mientras se ponía en pie para enfrentarse a su progenitor con la rabia que la invadía en esos momentos.
—Nena...
—¡No! ¡Todos, a excepción de mamá, estáis lapidando a una persona que ni tan siquiera conocéis! ¿Con qué derecho? A mí se me caería la cara de vergüenza. Un Moore hablando así de su propio hijo. Uno que por fin, por una vez en la vida, se permite apartar sus miedos y ser feliz con quien quiere y como quiere. ¡Es tu hijo papá! ¿Cuándo lo vas a entender? — Maverick cerró las manos con fuerza. ¿Desde cuándo sus hijos le perdían el respeto de aquel modo? — ¡Te juro que porque eres mi padre, pero sino ahora mismo abriría esa puerta y me marcharía para no volver a entrar en esta casa de locos!
—Eres libre de hacer lo que quieras... —indicó su padre disgustado.
—¡Cojonudo!
—Basta. Tú no te marchas a ningún lado —susurró Briona tomando la mano de su hija —, y tú —dijo señalando a su marido con dureza —, si ni siquiera vas a ser capaz de comportarte cuando vengan tus hijos a verte, te voy a pedir que te quedes arriba. ¡No quiero que esto se vuelva a repetir! No en esta casa. ¿Entendido? Deberías de estar agradecido y orgulloso de los dos hijos que tenemos, que por si no te has dado cuenta, se desviven por y para ti. Dime una sola vez que les hayamos necesitado, que les hayamos llamado y no hayan venido. ¡Una sola!
Maverick agachó la cabeza, pues en el fondo de su corazón, sabía que su mujer tenía razón. No solamente habían acudido, sino que además, siempre lo habían hecho sin importar lo más mínimo, que tuvieran que dejar lo que estuviesen haciendo en esos momentos. Dándole total y absoluta prioridad a su padre. Kiara en ese instante volvió a sentarse ante los atentos ojos de Marco, el interno, que había presenciado en total y necesario silencio aquella disputa familiar. Rodrigo inmediatamente volvió a sujetar la mano de su mujer con posesividad, pues la intensa mirada de aquel desconocido no le gustaba en absoluto, a pesar de que carecía de ningún doble sentido. Acto que paso a reprocharla en cuanto llegaron a su casa.
—Nena, no quiero que vuelvas a vestirte así para ir a casa de tus padres.
—¿Disculpa? —preguntó alucinada.
—Vas provocando...
—¡Por favor! —gritó enfurecida — ¿Y cómo se supone que debo ir vestida? ¡Llevo unos malditos vaqueros!
—Son demasiado ceñidos —indicó él encerrándola contra su cuerpo —. Estoy seguro de que ese interno ha fantaseado con follarte de mil maneras. Quiero que te compres un par de tallas más y que tires este y todos los que tengas a la basura. No voy a permitir que seas el juguetito sexual de nadie.
—Estás enfermo —afirmó con rotundidad —. Ves cosas donde no las hay. Marco...
—¡Joder! ¡No me tomes por gilipollas! —gruñó a escasos centímetros de su cara — ¿Te lo quieres follar? ¿Es eso? — Kiara negó en silencio mientras evaluaba sus posibles salidas, que eran casi nulas — Estoy harto de que quieras darle el gusto a otros hombres y no a mí que soy tu marido. Si te digo que son demasiado ceñidos, lo son. Si te digo que necesitas un par de tallas más, lo aceptas. Y si te digo que los tires, lo haces.
Rodrigo inesperadamente la soltó y subió a la planta de arriba, dejándola a su merced. ¿Ya estaba? ¿Eso era todo? ¿No la iba a golpear como había hecho en anteriores ocasiones? Ella se deslizó hasta el suelo, donde se sujetó con firmeza las rodillas y rompió a llorar con la rabia que aquella tarde la estaba consumiendo. Primero su padre, que había conseguido terminar con su infinita paciencia y por último, su marido. Aquello cada vez era más insostenible y fue consciente cuando al subir a su dormitorio visualizó casi toda su ropa desparramada por la cama, el suelo, el vestidor, los muebles... Pero lo peor no era ese desorden, sino que las prendas habían sido cortadas y destrozadas, pasando a ser completamente inservibles. En esta ocasión, Rodrigo no la había golpeado físicamente, pero había porrazos en la vida que eran mucho más dolorosos y crueles que un tortazo. Estaba destrozando su vida tan lentamente que se estaba olvidando de que no estaba sola, que podía detener aquello con una escueta llamada y una simple palabra que podía ser el principio de todo; ayuda.
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Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅
RomanceMelanie decide reconducir su vida y olvidarse de Dorian Moore que ha huido tras confesarle su amor. Sin embargo, el abogado se encuentra en una encrucijada difícil de aceptar... Semanas sin verse, semanas evitando el fortuito encuentro hasta que i...