Capítulo 1 - Parte 1/3

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Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca un desafío para probar nuestro coraje y voluntad de cambio; en ese momento, no tiene sentido fingir que no ha ocurrido nada o decir que aún no estamos preparados. El desafío no esperará. La vida no mira hacia atrás. Una semana es tiempo más que suficiente para decidir si aceptamos o no nuestro destino. - Paulo Coelho.

***

Tres semanas después...

Dorian llevaba tres malditas semanas sin levantar cabeza. Tres semanas en los que se había limitado a dar vueltas a las palabras de Melanie y donde debía reconocer que se había comportado como un cobarde. No solo había desaparecido de la vida de la bailarina, sino que además se había encargado de fundar un plan que le permitiese mantenerse fuera del alcance de su familia. Hablaba con su madre por teléfono, varias veces por semana para asegurarse de que su padre, Maverick y ella estuviesen en perfectas condiciones. A decir verdad, desde que contaban con Marco, la ayuda del interno, todo era mucho más sencillo. Al menos, el difícil comportamiento de su padre había cesado. Dorian se había encargado de hacerles creer que no se encontraba en la ciudad. Primero les anunció que el motivo de su marcha repentina se debía a un trabajo de ultima hora, para más adelante indicarles que había decidido adelantar sus vacaciones y pasar unos días fuera de New York, cuando en realidad estaba abstraído en la soledad de su casa.

Por supuesto, Kiara haciendo caso omiso de sus indicaciones, se persono en numerosas ocasiones para llamar a su puerta, acto que él ignoró. Lo que menos quería era soportar a la intensa de su hermana que para más inri, era la mejor amiga de Melanie. Sí, se había follado a la mejor amiga de su hermana y no una, si no infinidad de veces y por lo visto ella se había enamorado, tirándolo todo por la borda, porque según el acuerdo que tenían si eso llegaba a ocurrir, sus encuentros sexuales terminarían. Y no solo había pasado eso, sino que además ella lo había ocultado durante bastante tiempo, fallando a su palabra, decepcionándolo... Con lo que no contaba era con la extraña sensación que se había instalado en su pecho. Ahogándole y quemándole a partes iguales.

La primera semana, la irá le consumía la gran parte del tiempo, semana que uso para tener menos contacto con su madre, alegando que el trabajo se lo impedía. En su lugar, paso a ocupar casi veinticuatro horas el despacho de su casa, desde donde dirigió su bufete de abogados desde la distancia, gracias a la ayuda de sus empleados, entre ellos, la de Gardenia que le enviaba emails diarios para ponerle al día de reuniones o citas, a las que escrupulosamente acudía de manera telemática, a no ser que estás fueran con algún cliente. Cuando eso sucedía, intentaba delegar esa responsabilidad en otra persona, y cuando no era posible, intentaba quedar en una cafetería alejada de la zona centro por la que se movía su hermana, para no ser sorprendido por ella. Por nada del mundo podía permitir que eso sucediese.

La segunda semana, se sintió abatido por la soledad. Mirara donde mirase, todo le recordaba a ella, a Melanie. No solo el sótano, donde habían disfrutado como niños, sino su habitación, el salón, la cocina, cualquier rincón de la casa guardaba el delicioso aroma de la fémina o al menos, él era capaz de detectarlo. Aunque era consciente de que solo se trataba de un juego vil que creaba su cabeza, con la intención de desquiciarle un poquito más. No solo la olía, sino que era capaz de escucharla y eso él sabía que era imposible. Se sintió abrumado ante un pensamiento fugaz que le atravesaba permanentemente; creyó que el mejor sonido era el de los gemidos de la fémina, pero estaba comprendiendo que no era así y que era el de su risa llenando el espacio de la casa. Esa noche accedió a su sótano, más pensativo y decaído de lo normal. Se desplomo sobre la silla Adela, en la cual había jugado con Melanie y Enzo, y suspiró agobiado. A escasos metros estaba el tentador espejo con el que había experimentado a conciencia con la bailarina y también el soporte de madera donde la había atado y estimulado deslizando el látigo entre sus muslos. Cerró los ojos y fantaseó con sus recuerdos. Inmediatamente su pene se alzó insistente y sin poderlo evitar, lo liberó y se masturbó pensando en ella.

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora