Capítulo 25 - Parte 1/2

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Un hombre no puede tener peor destino que estar rodeado de almas traidoras. - William Burroughs.

***

Dorian que estaba sediento, se colocó en la barra y pidió una cerveza. Apenas había tenido tiempo para parar por casa. Las cosas en el bufete se habían alargado más de lo deseado, nada raro, pues en las últimas semanas había tenido que ir adelantando trabajo para poder acompañar a Melanie a Chicago. Más concretamente ese día, que se habían desencadenado una serie de acontecimientos que no había podido retrasar, pues aunque salía un día más tarde de viaje junto a sus padres, era prioritario. Había pasado largas horas reunido y pegado al teléfono, por lo que a las nueve había corrido a la ducha de su casa para poder llegar puntual a la cita. Y lo había hecho con justo cinco minutos de antelación, hecho que le satisfacía.

Oteó el lugar con la cerveza en mano, buscándola. Llevaba toda la tarde con una erección de narices, cosa que había dificultado que pudiera desarrollar su trabajo con normalidad, porque por mucho que intentase concentrarse, una única imagen acudía a su cabeza, la de ella gimiendo entre sus brazos. La invitación había sido clara, llevaría una capa o túnica y una máscara veneciana. La simple idea de hacerse pasar por dos desconocidos que se encuentran en el club para terminar en una de las salas le ponía de una manera abismal. Era algo fuera de lo común, pues jamás habían hecho algo parecido y que ella lo hubiese propuesto a modo de despedida, le incendiaba.

De pronto la vio. Estaba sentada en uno de los reservados, llevaba el pelo recogido en una coleta alta, una máscara veneciana que tapaba prácticamente todo su rostro, a excepción de los labios y una capa roja que caía por los hombros. Ella sostenía una copa en la mano, mientras que sus ojos se anclaban en el abogado que comenzaba a sudar estrepitosamente. Dorian se relamió los labios y con un hábil movimiento intentó recolocar su erección que palpitaba pidiendo un poquito de atención. Su mano palpó su miembro con un mensaje implícito, pues esperaba que de un momento a otro fuese ella quien lo amasara con alegría.

Bebió desesperadamente para reencontrarse con ella cuanto antes, pues dada la situación no dudaba de que en cuestión de segundos fuese a estar rodeada por una gran variedad de mujeres y hombres dispuestos a saciar su sed. Iba a romper la distancia cuando ella alzó la mano, indicándole que esperase. Bufó con molestia, pero obedeció. Se mantuvo estático en la barra mientras masajeaba su polla por encima del pantalón. Ella sonrió, tomó un hielo de la copa y lo introdujo con lentitud en su boca, provocándole un intenso gruñido que llamó la atención de las personas que lo rodeaban. Se sentó en el taburete para tratar de serenarse, pero la mujer no lo ponía fácil. Ella sacó el hielo de su boca para pasarlo por el cuello y deslizarlo por los montículos de sus pechos que sobresalían más de lo habitual, seguramente por algún tipo de corsé que complementase su vestimenta, pensó. Inmediatamente percibió como su pene comenzaba a lagrimear pequeñas gotas de semen. Apretó la palma de la mano contra el abultamiento, intentando calmar aquel escozor que se hacía difícil de controlar.

—Otra cerveza, por favor —pidió al borde del abismo.

Contempló como las manos de la fémina recorrían su cuerpo, hasta descender al interior de sus muslos. Unos muslos que se encontraban abiertos de par en par y que dada la distancia y la situación de cada uno, podía visualizar a la perfección. No llevaba ropa interior y sus labios vaginales tenían un pequeño brillo que la delataban. Tomó la cerveza que le sirvió el camarero y dio un contundente tragó.

—¡Joder! —gruñó un hombre que tenía al lado al percatarse de la caliente escena que se desarrollaba frente a él.

—Mírala bien, porque no piensas tocarla. Esa mujer es mía —anunció con orgullo.

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora