Capítulo 6 - Parte 2/2

699 48 15
                                    

Todo acto de bondad es una demostración de poderío. - Miguel de Unamuno.

***

Melanie miró a ambos lados de la carretera y asegurándose de que no moriría atropellada en el intento, corrió hasta el otro lado. Recorrió los pocos metros que le separaban del Jaguar con cierta timidez. El abogado había esperado pacientemente y ella estaba dispuesta a subirse a su coche con diferentes objetivos. Podrían hablar, quizá podrían llegar a un entendimiento o simplemente podrían hacer eso que se les daba tan bien, que era retozar como verdaderos animales.

Él la analizo y rodeó el coche hasta el otro lado, acercándose un poquito más a ella. Cuando la tuvo a escasos centímetros, deslizó el dedo pulgar por sus mejillas sonrosadas y aunque deseo besarla, no lo hizo. Se enfocó en abrirle la puerta e invitarla a pasar al interior del vehículo. Porque quería demostrarla que era mucho más que sexo, que era mucho más que un cuerpo con el que poder mitigar sus ramalazos de placer y deseo... Cuando cerró la puerta del copiloto, instintivamente se vio obligado a carraspear y apartar los candentes pensamientos que lo abordaban, pues él era capaz de controlar ciertos instintos, pero no todos y su polla era uno de ellos. Trotó veloz hasta el otro lado del coche, por si ella cambiaba de parecer o se arrepentía de la decisión que había tomado y arrancó con inquietud.

—¿Te acerco a casa?

—Sí, por favor.

Dorian asintió, no esperaba otra cosa u otro destino, pero mínimo debía preguntar y para ser sinceros, le valía para romper el hielo. Tras unos segundos de absoluto silencio, ambos comenzaron a hablar a la vez.

—Oye...

—Tenemos que...

Los dos se miraron por unos instantes, callándose al momento. Entonces Melanie comenzó a reír sonoramente y él se sumó a esa dulce melodía, mientras centraba toda su atención en la carretera. El ambiente se rebajó considerablemente y ambos bajaron la guardia...

—Estás preciosa cuando sonríes.

Melanie le miró desde la penumbra. Era noche cerrada y apenas, alguna que otra farola que había durante el trayecto, permitía el acceso de un poco de luz. Repasó las facciones de su cara y aprovechándose de la casi inexistente luz, se refugió en el asiento que la cobijaba y continuó maravillándose con el cuerpo del hombre. Contempló estupefacta sus brazos, aquellos en los que en incontables ocasiones había soñado despertar, se fijó en sus manos, memorando cada caricia, lo hizo en sus muslos y también en el ligero abultamiento que comenzaba a apretarle un poco más de la cuenta. Enseguida sus pezones se irguieron, marcándose en la tela del vestido y fantaseó con que su soldado los apresaba entre sus cálidas manos para apretarlos y retorcerlos sin compasión. Imaginó como las manos descendían hasta la falda y la elevaba para descubrir el liguero. Soñó con los grandes dedos abriéndose paso entre sus muslos para colarse entre sus pliegues y así delatar su humedad. Le vio a él, con la cabeza hundida entre sus piernas llevándola al paraíso que tanto anhelaba.

Dorian escuchó las fuertes respiraciones de la bailarina y la miró con cierta preocupación, originándole inquietud lo que vio. Ella estaba agarrada fuertemente a la puerta del vehículo, de hecho, sus uñas se clavaban en la tapicería, boqueaba nerviosa con la mirada al frente, mientras su pecho se movía estrepitosamente arriba y abajo, sus pezones se marcaban impacientes en la ropa y su falda estaba lo suficientemente subida como para que él pudiese visualizar el inicio del liguero. Él lamió sus labios y se agarró con fuerza al volante intentando ignorar todas aquellas señales...

—Melanie...

—¿Hmmm? —preguntó incapaz de hablar en aquellos momentos.

—¿Estás bien?

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora