EPILOGO

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Después de navidad...

Melanie observaba como Dorian actualizaba sin parar la bandeja de su correo. Su hermana Kiara, le había indicado que a última hora de la tarde le enviaría un email detallándole los motivos de su esperado divorcio, del cual esperaba y contaba que él se hiciese cargo. Aquel aviso supuso que, durante todo el día, él se mostrase nervioso e irritado. ¿Un email? ¿En serio? Tan poco confiaba en él como para contárselo por ese medio.

—Dorian, cálmate.

—No puedo. ¿Tan grave es como para que no me lo diga a la cara? ¿De qué tiene miedo? —escupió enfadado.

—A veces, nos resulta más sencillo escribir lo que pensamos que vocalizarlo. Da igual la manera, lo importante es que conozcamos la verdad y podamos ayudar a Kiara.

—Lo sé... —murmuró agotado — ¿Esta mal tener miedo?

Melanie se movió comprensiva. Le entendía. Ella también tenía miedo. Kiara había esperado demasiado para contarlo, pero estaba agradecida de que finalmente se abriese con su hermano, y también con ella. Se acomodó sobre sus rodillas y le abrazó mientras acariciaba con mimo su nuca.

—Estamos juntos.

Él asintió y la besó con ternura. El último mes había sido el más especial de su vida. Por fin, él y Melanie estaban viviendo juntos e incluso habían iniciado el papeleo para casarse en el plazo de seis meses. Todo iba a pedir de boca, pero Dorian estaba seguro de que la revelación de Kiara marcaria un antes y un después en su vida. Un nuevo correo llegó a su bandeja y tragó con dificultad al ver que era lo que llevaba esperando todo el día. Ambos se mantuvieron juntos mientras leían su contenido

De: Kiara Moore
Para: Dorian Moore

Asunto: Perdóname

Hola hermanito,

Siento que tenga que ser así, de este modo. Posiblemente no te lo merezcas, pero he de reconocer que sigo sin encontrar las fuerzas necesarias para plantarme frente a ti y contarte la verdad mientras te miro a los ojos. Antes que nada, os pido que no os culpéis, pues ninguno de vosotros es culpable de lo que me ha ocurrido. En realidad, yo soy la única culpable por haberlo permitido y haberme callado durante todo este tiempo. Mi matrimonio idílico que conocías, dejo de existir cuando cumplimos un año y medio de casados, pero todo empeoró hace unos meses. Rodrigo y yo, pasamos a compartir cada vez menos cosas, los dos pasábamos mucho tiempo trabajando y eso, al llegar a casa, repercutía. La llama se apagó, pero también el amor. Muchas noches peleábamos, discutíamos por cosas tan insignificantes que te reirías, pero hubo un día que marco la diferencia y cruzamos el límite.

Melanie, Enzo y tú, tenías razón. Siempre la tuvisteis, por mucho que yo quisiera negarlo. ¿Por qué? Te preguntarás, pero no tengo la respuesta. Me daba pavor la reacción de papá y mamá, la tuya y ante todo la de él. Sé que me equivoqué, que desde un primer momento debí contar contigo, pero no lo hice y ahora solamente me arrepiento de haberte alejado de mi vida. Él me obligó, pero yo cedí y eso es imperdonable. Jamás debí hacerlo, jamás debí mentirte y mucho menos callar. Ya no hay vuelta atrás. Te quiero como hermano y también como mi abogado. Sé que harás lo correcto para sacarme de esta pesadilla. Sé que puedo contar contigo. Quiero que gestiones el divorcio y la venta de la casa. Lo dejo absolutamente todo en tus manos. Viajare a España por motivos de trabajo, pero a mi vuelta espero que nos podamos reunir y, ante todo, darte ese abrazo que tanto deseo.

Te quiero, Neandertal.

Dorian con una furia aplastante golpeó el escritorio. Su temor era verídico. Kiara no lo había expresado con el significado pleno de la palabra, pero lo había dejado claro. Rodrigo la maltrataba. Enfurecido echo a un lado a Melanie que aún seguía en shock, cogió la copia del divorcio y tras coger las llaves del Jaguar se encaminó a la puerta.

—Do...Dorian, ¿dónde vas? —preguntó ella yendo tras él.

—A sacar a mi hermana de aquel infierno.

Melanie cogió velozmente el bolso y lo siguió. Ambos estaban dispuestos a sacar a Kiara de aquella casa, a alejarla de aquel animal, eso sí, no sin antes darle su merecido. En cuanto Rodrigo abrió la puerta Dorian le golpeó con toda la ira acumulada. Le asestó un segundo puñetazo que le hizo caer rodado al suelo. En ese instante, se percataron de que tenía otros cortes y golpes en la cara, cortes y golpes que no correspondían con el que Dorian le había dado.

—¡Eres un hijo de puta! ¡Ni se te ocurra volver a acercarte a mi hermana! Búscate un buen abogado, porque voy a hundirte —escupió tirándole la copia del divorcio a la cara.

—¡Kiara! —gritó Melanie mientras corría escaleras arriba para buscarla.

Rodrigo aturdido cogió los papeles del suelo y los ojeó.

—¿Qué es esta mierda?

—Tu fin. Eres tan ruin —bramó levantándole del suelo con gran facilidad —. Espero por tu bien que mi hermana este perfectamente, porque si la veo un solo rasguño...

—No esta. Ahí arriba no hay nadie —indicó Melanie visiblemente preocupada.

—¿Cómo que no hay nadie? ¿Dónde está? —preguntó zarandeándole con violencia.

Rodrigo intentó carcajearse, pero un tercer golpe le hizo caer de nuevo sobre la superficie del suelo. Palpó la nariz que comenzaba a manar sangre y finalmente admitió:

—¡Mierda! No sé dónde cojones esta, la última vez que la vi estaba con ese amigo tuyo... —murmuró intentando levantarse sin éxito.

—¿Qué amigo?

—El rubio. Estoy seguro de que a estas horas se lo estará follando.

Melanie y Dorian se miraron incrédulos. ¿Un amigo suyo? ¿Rubio?

—¡Enzo! —dijeron al unisonó.

CONTINUARA EN BAILANDO CON... EL AMOR

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Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora