Capítulo 27 - Parte 2/2

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El amor es honestidad. El amor es respeto mutuo del uno por el otro. – Anónimo.

***

A las ocho de la tarde...

Melanie y Jhonny cruzaban el hall de entrada prácticamente derrotados. Habían pasado casi todo el día ensayando, lo que les había dejado con los músculos completamente entumecidos. De hecho, el bailarín a lo largo de la tarde se había hecho daño en un tobillo, pero había colocado su mejor cara y había seguido con la coreografía como si nada. Así que estaba deseando llegar a su habitación y ponerse un poco de crema o hielo que pudiese rebajar las punzadas de dolor constante que recibía a cada paso que daba.

—¿Seguro que no te duele? —preguntó por enésima vez Melanie.

—Tranquila. Estoy perfecto. No habrá nada que impida que mañana ganemos el primer puesto.

Melanie se encogió de hombros. No estaba segura de que aquella torcedura no fuese nada, es más, había insistido en detener el ensayo cuando le vio trastabillar, pero Jhonny era mucho más cabezota que ella, por lo que no la había servido de nada. Según avanzaban por el vestíbulo, sintió como su corazón se disparaba. Era un hecho que Dorian ya se encontraba allí y que de un momento a otro se lo podría cruzar, pero dudaba estar preparada para ello. Hecho que confirmó cuando la inconfundible voz de Briona se escuchó por toda la sala.

—¡Mel!

Ella la buscó con la mirada y enseguida la halló. Estaba sentada en una mesita del bar junto a Marco y Maverick. Estos estaban zambullidos en una interesante conversación, aun así, la saludaron con energía y vitalidad, toda la que a ella le faltaba.

—Corre, acércate y sé amable —azuzó Jhonny mientras la empujaba levemente por la zona baja de la espalda.

—¿Cuándo no lo he sido? —preguntó ojiplática.

—Cuando comes a partir de medianoche —bromeó haciendo referencia a los Gremlins —. Yo subiré a darme una ducha y después me meteré en la cama hasta mañana que suene el despertador. Así que ya sabes, si necesitas correr a mi cuarto porque el tuyo ha sido ocupado por un guapo y elegante abogado tienes una hora para hacerlo. Descansa.

Melanie tragó nerviosa al imaginarse a Dorian en su habitación. Cosa que podría ocurrir ya que no se encontraba junto a su familia. Jhonny depositó un cariñoso beso en la sien de su compañera, se despidió de la familia política de está con un movimiento de mano y caminó a la zona de ascensor. Ella se armó de valor y se acercó a ellos que rápidamente se pusieron en pie para abrazarla, a excepción de Maverick que espero a que se agachase para saludarlo.

—¿Cómo estás cielo?

—Agotada. Ha sido un día demoledor. ¿Cómo fue el viaje?

—Increíblemente bien. Hacía mucho tiempo que mi marido y yo no montábamos en avión.

—Porque cada vez los hacen más estrechos e incómodos —aclaró Maverick palmeando la mano de la bailarina —. Pensamos que volverías con Dorian.

—Estoy segura de que estará al caer —afirmó Briona mirando el reloj —. Pareces cansada.

—Lo estoy... Además de sudada —dijo Melanie señalando su ropa mojada.

—Oh, sube a darte una ducha y cambiarte de ropa antes de que cojas una pulmonía. En cuanto llegue mi hijo le avisaremos de que estás aquí. Se muere de ganas por verte.

—Yo... yo también —indicó forzando una inmensa sonrisa —. Me alegro mucho de que estéis aquí.

La familia sonrió satisfecha a la dudosa novia de su hijo Dorian, mientras que se perdía entre los pasillos para dirigirse a su dormitorio.

—Pobre, se la ve agotada —afirmó la mujer preocupada.

—No hay nada que una ducha y una cama calentita no puedan reparar. Haz el favor de llamar a Dorian. Me apetece cenar e irme a dormir. Yo también tengo unas pilas que recargar.

—Sí, Cariño. Ahora mismo le llamo.

Mientras tanto, Melanie caminaba dubitativa por el largo pasillo que daba a su habitación. Según la información obtenida, Dorian no se encontraba allí, por lo que no tenía nada de lo que preocuparse. ¿O sí? Introdujo la tarjeta por la ranura y tras escuchar el evidente "Clic", empujó la puerta. No había luz, pero además, el soporte para anclar la tarjeta y que las luces de la habitación funcionasen estaba vacío, por lo que era evidente que su soldado no estaba allí. Colocó la suya en el lugar correcto y cerró la puerta tras de sí. Rápidamente se quitó el abrigo y se adentró en el baño para ir llenando la bañera. Sin duda, la vendría bien para relajarse. Caminó más calmada por el dormitorio hasta que vio la enorme funda sobre la cama, que irremediablemente reconoció. ¿Cómo había llegado ahí? Se acercó rápidamente y bajo la cremallera para deleitarse con el impoluto vestido que usaría en la competición. Era blanco, con pedrería y semitransparencias que dejaban al descubierto alguna porción de su cuerpo. Inmediatamente vio la nota que estaba perfectamente enganchada a la percha...

"Aquí lo tienes. Sano y salvo. Hace tiempo te dije que lo que era importante para ti, también lo era para mí. No te mentía. Jamás lo he hecho. Te quiero, Dorian."

Obnubilada dirigió el trozo de papel a su pecho. Le echaba de menos, era evidente, lo necesitaba con tal urgencia que dolía. Dejó la nota con cierta congoja en la mesilla y avanzó hasta el cuarto de baño, donde se desnudó por completo y se introdujo en la bañera. Volvió a revisar su teléfono y ahí estaban las notificaciones que el maldito aparato se empeñaba en recordarla. No importaba cuantas veces las hubiera eliminado, cada vez que recibía un mensaje nuevo en cualquiera de los chats, ahí estaba el suyo, el de su abogado. Sus dedos avanzaron de manera automática hasta su nombre, donde le dio a responder sin acceder a la conversación. Comenzó poniendo un te quiero que rápidamente borró, a continuación un gracias que tampoco envió. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso era una niña de doce años? No, por supuesto que no. Tenía claro lo que quería hacer y era plantarle cara.

"He visto a tus padres. Me alegra saber que habéis llegado bien.

Mañana, después de la competición hablaremos."

"Cariño, será cuando tú quieras. Te echo de menos.
Intenta descansar, si me necesitas estoy en la habitación 440."

¿En la 440? Cerró los ojos intentando recordar la localización del resto de habitaciones. La suya era la 432. A un lado estaban las pares y justo enfrente las impares. Eso le situaba prácticamente al lado. Hizo un esfuerzo en recordar la habitación que pillaba en la zona central del pasillo, justo donde estaba el ascensor, 442. Eso quería decir que la siguiente era la de Dorian. Una vez más volvía a tenerlo prácticamente de vecino. ¿Era normal sentir esa sensación de decepción? Ciertamente se había hecho a la idea de que hoy le vería, que volvería a olfatear su fragancia a pesar de que guardasen silencio, pero estaba claro que no iba a ser así. El abogado se estaba tomando demasiadas molestias para no importunarla y aunque era de agradecer, una parte de ella se moría por verle.

Habitación 440

Por su parte, Dorian se quedó mirando el teléfono embelesado, esperando una respuesta o un simple «Buenas noches» que jamás llegó. También se quedó esperanzado de que alguien llamase a la puerta, con la fortuna de que fuese ella. Quizá con la intención de hablar o simplemente para pedirle que abandonase su dormitorio y así dormir junto a ella, abrazándola, tal y como había hecho en los últimos meses. Tenía claro que la suerte no estaba de su lado y aun así, cuando nada de eso ocurrió, fue imposible no sentirse decepcionado. Sus padres le habían informado de que Melanie había regresado al hotel, es más, le habían dicho el agotamiento que reflejaba su rostro y quizá ese había sido el motivo por el que se había ahorrado llamar a su puerta. Maverick había insistido en que subiese con ella, pues ellos cenarían y se acostarían de inmediato, y esa era la causa de que se encontrase completamente solo en su habitación de hotel. Sin saber qué hacer para matar el tiempo y la desesperación que lo invadía al ver el enorme colchón de la cama vacío. Pues en su mente, en sus pensamientos, debía ser el cuerpo desnudo de Melanie quien lo cubriera. 

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora