Capítulo 13 - Parte 2/2

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Cuando te encuentres en una situación difícil y parezca que todo está en tu contra, que no puedes esperar un minuto más, nunca te rindas, porque ese es el lugar y el momento en que la marea cambiará. - Harriet Beecher Stowe.

***

Una hora más tarde...

Kiara se abrazaba a la parejita, con la promesa de que aquel fin de semana se verían, pues ella pensaba estar presente cuando su familia descubriese la identidad de Melanie. No por cotilleo e interés, cosa que también, sino más bien para intentar controlar a su padre si hacía algún comentario fuera de lugar. Sabía que Dorian lo tendría bajo control, pero esa misma tarde no había mentido... Su hermano cada vez tenía menos paciencia con el adulto y no era para menos. Así que, si su presencia podía ayudar, lo haría. Vio desde lejos como ambos se alejaban y una sonrisa se dibujó en su rostro. Dorian reposaba la mano en la cintura de la mujer para refugiarla en su cuerpo. Era la viva estampa de una pareja feliz. De pronto, recordó que eran casi las cinco de la tarde y que si quería comprar algo más de ropa debía darse prisa. Su intención era llegar a casa antes de que lo hiciera su marido y eso la dejaba algo menos de una hora, por lo que se encaminó a la tienda más cercana dispuesta a llevarse alguna que otra prenda más grande que su talla real.

El abogado apresó a Melanie entre sus brazos y lanzó un volátil beso en su nuca que la hizo reír a carcajadas. Ambos se sentían como dos adolescentes incapaces de controlar sus manos fuera del otro. Era como si tuviesen un imán que les tirase constantemente. Él no recordaba verse nunca así. Muchas mujeres habían pasado por su vida, pero todas con un único objetivo, follar hasta la saciedad. Sin embargo, con Mel era diferente. Quería darle los mejores polvos de su vida, sí, pero también quería disfrutar de su cercanía y de ese cariño que aún parecía negarse a entregarle, al menos, al cien por cien. Confiaba en que con el tiempo eso cambiase. Cuando los dos estuvieron en el coche, Dorian se quedó inmóvil, con la mirada perdida...

—Arranca o... ¿Acaso quieres que conduzca yo esta joya?

—¿Quieres conducirlo? —cuestionó mirándola fijamente — Cariño, si no te lo pregunto exploto. ¿Para qué quieres la dirección de Enzo?

—Ya te lo he dicho. Me gustaría enviarle una invitación.

Dorian suspiró y ella sagazmente sujetó su mano. Se olía a que venía esa pregunta y aunque intentaba esconder la sonrisa que amenazaba con dibujarse en su rostro, la fue imposible.

—¿Estás celoso, soldado?

—No. Escucha, solo quiero que si algún día deseas volver a jugar con él me lo digas. Lo prefiero antes que...

—Ey, escúchame tú a mí. Los tres; Enzo, tú y yo, lo hemos pasado muy bien juntos, es innegable, pero te aseguro que en lo que menos pienso ahora mismo es meterle en nuestro cuarto de juegos —dijo con sinceridad —. Y si algún día así fuera, jamás lo haría sin ti, mucho menos sin hablarlo. Es tu amigo, Dorian.

Melanie fue consciente de que ahora mismo sería incapaz de jugar con el rubio. Cada vez tenía más claro que Kiara y Enzo tenían algo especial. Hecho que imposibilitaba cualquier acto sexual con él, pues su amiga estaba por encima de todo y dudaba mucho que aceptase un acto de esa índole. Seguro que no diría nada, de hecho recordaba que la había dado vía libre para meterlo en su cama, pero la situación era diferente.

—¿Nuestro cuarto de juegos? —preguntó socarrón — Te recuerdo que tenemos una visita pendiente a las termas. ¿Quieres que vayamos?

—¿Hoy? Es martes... —susurró siendo consciente de que él acudía al club de jueves a sábado por un acuerdo con su hermana.

—Ambos sabemos que Kiara no irá al "Destiny".

—Tu hermana es impredecible —admitió Melanie encogiéndose de hombros.

—Hagamos una cosa, esta noche la pasamos en nuestro cuarto de juegos y el jueves vamos al club.

—Frena el carro, soldado. ¿No crees que ya son demasiadas noches las que estoy pasando fuera de casa? — Dorian bufó ante la simple idea de no dormir a su lado — ¡Vamos! Estamos uno al lado del otro. Además, eres mi vecino, si necesitas una excusa para venir a verme puedes pasarte a pedir algo de sal.

—Morbosa, yo no necesito una excusa... Está bien, esta noche la pasaremos en tu casa —indicó arrancando el vehículo.

—¿Cómo?

—Lo que has oído. Soy condescendiente. Ya sabes el dicho: "Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña."

Melanie rompió a reír. Estaba claro que Dorian no pretendía dejarla escapar y ella tampoco.

Esa noche...

Kiara aprovechó que su marido estaba en el cuarto de baño duchándose para guardar en el vestidor las pocas prendas que había comprado esa misma tarde. Tendió los vaqueros frente a ella, se los colocó por encima para ver el ancho y torció el gesto al comprobar que efectivamente podría meter un par de dedos a ambos lados. Sin duda, si se los quería poner tendría que hacerlo con un cinturón que los mantuviese en su lugar, eso o terminarían desparramados sobre el suelo. Contempló como lucía el vestidor de vacío y suspiró. La mayoría de la ropa era de Rodrigo. Al menos, había tenido la decencia de no romper los trajes y vestidos que utilizaba para ir a trabajar, aunque no descartaba que de un momento a otro desaparecieran, pues estaba segura de que su marido le encontraría mil problemas diferentes. De pronto, recordó aquel vestido que aquel desconocido le había hecho llegar y que Melanie guardaba en la seguridad de su casa, donde sin duda seguiría por una larguísima temporada.

—Nena... ¿Qué has comprado?

Ella lo miró de soslayo. Rodrigo acababa de salir de la ducha y ni siquiera se había molestado en secarse para evitar empapar el suelo. De hecho, tampoco había perdido el tiempo en vestirse, algo que a ella le provocó inquietud. Se aproximó sereno, con la toalla alrededor de su cintura y palpó el trasero de su mujer. Kiara no pudo ignorar la evidente erección que amenazaba de un momento a otro con tirar la toalla abajo.

—Un par de pantalones y unas camisas... Si necesitas aprobarlas, adelante, el vestidor es tuyo —dijo haciéndose a un lado para esquivarlo y salir al dormitorio —. Así como lo fue el otro día para destrozarlo todo.

Rodrigo contempló a su mujer que malhumorada acudía a los pies de la cama para sacar una nueva prenda. Si su mujer estaba cabreada, sabía cómo apaciguarla... Espero a que ella regresase, tomará una percha y colocase la blusa para colgarla en la barra correspondiente. Cuando iba a salir de nuevo, él se interpuso entre ella y la puerta, mientras soltaba la esquina de la toalla, haciendo que esta cayese al suelo. Kiara sintió asco ante la imagen que tenía frente a ella. Su marido estaba completamente desnudo y con la polla apuntándola sin discreción. ¿Esperando qué? Se preguntó.

—Tienes la cena preparada. Date prisa o se te enfriara —murmuró con la esperanza de que él se apartase.

—Nena, agáchate. Quiero follarte la boca.

Ella negó atemorizada. ¿Por qué Rodrigo se comportaba así? Intentó abrirse hueco y salir del vestidor, pero él rápidamente la cazo entre sus brazos y la apretó con fuerza. Mordió el lóbulo de su oreja y ella no pudo hacer más que removerse.

—No solo me muero por follarte la boca, sino también por perderme en tu coño. Llevo tanto tiempo sin hacerlo que incluso comienzo a dudar de que pudiese aguantar más de cinco minutos. Mira como me tienes —escupió mientras dirigía la mano de Kiara a su pene —. Tú decides.

Kiara comenzó a llorar asqueada por la situación. Si se negaba, iniciarían una pelea monumental, la golpearía o peor aún, la tomaría en contra de su voluntad y si accedía, solamente debía pensar en hacerlo rápido para que aquel mal trago durase lo menos posible. Después sería libre para ducharse y lavarse la boca a conciencia, pues se encargaría de que no quedase absolutamente nada de su marido en ella. Dobló las piernas con una lentitud pasmosa hasta que las plantó en el suelo y tuvo el miembro y los testículos frente a su cara. Visualizó como Rodrigo sonreía complacido y sin pensar en absolutamente nada abrió la boca para instantes después abarcarlo todo. Él gruñó excitado, apretó los puños en sus costados para contenerse y alargar el tan necesitado orgasmo, pues hacía una buena temporada que no podía darse el lujo de tener a su mujer así de dispuesta.

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora