Capítulo 25 - Parte 2/2

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Un hombre no puede tener peor destino que estar rodeado de almas traidoras. - William Burroughs.

***

Melanie

Sus mayores temores se habían cumplido. Dorian Moore había regresado a su vida para arrasar con todo. Se había quedado estupefacta al verle en el "Destiny", sin ella y dispuesto a jugar con Kristal. Rompiendo así su regla de oro. Lo había visto empalmado, tocándose por encima del pantalón, mientras que ella le provocaba y se insinuaba. Le había visto marcar su mercancía ante un hombre desconocido que pensaba pisarle la manguera. Como si le perteneciera. Así de fácil era olvidarse de ella, pensó. ¿Desde cuándo se verían? Sintió que se asfixiaba, que la faltaba el aire ante la gran decepción que acababa de vivir, por lo que bajó la ventanilla para permitir que el aire azotase su cara. El taxista la observó a través del espejo central. La joven tenía mala cara, no solo eso, sino que las lágrimas caían de manera descontrolada por sus mejillas.

—¿Se encuentra bien?

—Sí, lléveme a donde le he indicado, por favor.

La bailarina observó su muñeca desnuda. Esa muñeca en la que había llevado, hasta ahora, la pulsera de cuero que Dorian le había regalado con la mejor de las intenciones. La cual, en esos momentos, carecía de valor, porque era un regalo envenenado, un regalo a tres del que no quería formar parte. Lloró en silencio, resguardada en la poca intimidad que le daba aquel taxi, rememorando con dolor los intensos meses vividos junto al abogado. Las risas compartidas, las clases de baile, la acampada sorpresa, la noche junto al olmo... Había mil y un momentos que recordar. Todos ellos mágicos. El dolor en el pecho se incrementó. ¿Dorian había jugado con ella? Y si había sido así, ¿Por qué lo había hecho? No estaba preparada para vivir otras tres semanas tratando de olvidar. Tratando de sanar. Era imposible. Dorian Moore la había desestabilizado, la había llevado a lo más alto para hacerla caer con más dureza contra el asfalto. No solamente se sentía rota, sino devastada.

La traición y la desilusión, en esta ocasión, era mayor. Habían hablado de futuro, la había dicho que la quería, la había presentado a su familia como su pareja... ¡Joder! Incluso estaba dispuesta a abandonar su casa para irse a vivir con él. Había pasado el último mes pensando en su propuesta y a su regreso de Chicago, estaba decidida a dar el paso, pero... ¡Esto cambiaba tanto las cosas! Contempló la edificación que se levantaba a escasos metros de ella, pagó la carrera y se bajó compungida del taxi. Era tarde, pero esperaba que él la pudiese ayudar y recibir. Había descartado acudir a casa de Kiara para evitar así darla un problema mayor, por lo que Jhonny había sido sin duda la mejor opción. Llamó al telefonillo con timidez, pero no recibió respuesta. ¿Era posible que el bailarín no estuviese en su casa? Esperó inquieta durante un minuto y entonces volvió a llamar con cierta insistencia.

—¿Quién? —preguntó él al otro lado.

—Soy yo, Mel. ¿Puedes abrirme?

Tras un inminente silencio se escuchó el sonido que emitía la puerta al abrirse. Melanie suspiró aliviada y subió a la segunda planta, donde su amigo y compañero vivía. Aun así, cuando llego a la puerta correspondiente, tuvo que esperar un par de minutos hasta que esta se abrió. Jhonny la recibió con un pantalón de pijama y una camiseta de manga larga, mientras que con sus lánguidos dedos intentaba peinar su cabellera. En cuanto él se percató del estado tan lamentable en el que llegaba, la invitó a pasar con apremio.

—¡Joder Mel! ¿Se puede saber que cojones ha sucedido? —preguntó rodeándola con cariño — Siéntate, te traeré un vaso de agua.

Automáticamente el mal humor del hombre se esfumó. Le había sentado como una patada en el culo que le interrumpiesen en aquel momento, pero estaba claro que su amiga lo necesitaba y eso era mucho más importante que lo que estaba haciendo... ¿O no? Sacudió la cabeza, intentando alejar las imágenes que se habían instalado en su cabeza y se aseguró de que su ahora ya semierección pasase totalmente desapercibida. Tiro del extremo de la camiseta para cubrir lo poco que ya se pudiese llegar a ver y avanzó hasta el salón con el mencionado vaso de agua.

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora