Capítulo 21 - Parte 1/2

461 45 7
                                    

Cuando nuestro odio es violento, nos hunde incluso por debajo de aquellos a quienes odiamos. - François de La Rochefoucauld.

***

Dorian condujo cegado por la rabia y el dolor. Imaginó lo que su hermana había tenido que pasar junto a Rodrigo, recordó la brecha en la frente y la infinidad de excusas que Kiara se había tenido que inventar para proteger a aquel despojo. Intuyó que él había sido el encargado de dirigir la vida de su hermana durante los últimos meses. Meses en los cuales ella había dejado de sonreír considerablemente. Sin más, se odio por no haber actuado antes. Se culpo por haber ignorado algunas señales que evidenciaban la terrible realidad que ella vivía e inevitablemente aporreó el volante. ¿Por qué Kiara no había confiado en él? ¿Por qué había optado por vivir con miedo? ¿Por qué se había encargado de negarlo continuamente? 

Estacionó el coche en el primer hueco disponible y se bajó enfurecido, sin tan siquiera preocuparse de que la mitad del Jaguar ocupaba gran parte de la calzada. Melanie trotó tras él con gran dificultad, pudiéndolo alcanzar únicamente cuando se detuvo frente a la puerta para pulsar el timbre.

—Dorian, por favor...

—Cariño, mantente a un lado. ¿De acuerdo?

Melanie no pudo decir más, pues la puerta se abrió y Dorian se lanzó contra su cuñado como si se tratase de un toro bravo que acabasen de sacar al ruedo. Le propinó el primer puñetazo y lo empujo hasta dejarlo contra la pared, donde posicionó su brazo de manera transversal a su cuello. Rodrigo y él se enfrascaron en un reto de miradas que hablaban por si solas. El marido de Kiara trató de revolverse para soltarse, pero eso solo forzó que Dorian lo agarrase con más fuerza.

—¡Ni se te ocurra volver a tocarla! —escupió a un palmo de distancia.

—No sé de qué cojones estás hablando.

—No voy a parar hasta sacarte de su vida. ¿Me oyes? Ponla un solo dedo encima y no respondo.

—¿Qué te ha contado? —preguntó burlón.

—¡Nada! Y te puedo asegurar que su silencio es lo que te mantiene ahora mismo con vida.

—Estás confundido. No hay persona en el mundo que ame más a tu hermana de lo que la amo yo.

Dorian blasfemó ante aquella afirmación que él ponía seriamente en duda. El amor no era así, el amor que el conocía no tenía nada que ver con ese amor tóxico y enfermizo al que Rodrigo hacía referencia. Estaba seguro de que su familia, Melanie e incluso su amigo Enzo, que en numerosas ocasiones había mostrado preocupación por ella, la quería más. Mucho más. Él bajó la guardia y Rodrigo aprovechó la ocasión para, con un movimiento rápido, liberarse de su agarre.

—Tienes la misma costumbre que tu hermana Kiara. A los Moore os encanta meteros en donde no os llaman. ¿Con que derecho vienes a nuestra casa para acusarme de no sé qué mierdas? ¡Ten dos cojones y dime de lo que me acusas! ¡Vamos! ¡Ten el valor de ponerle nombre!

—Un maltratador. Un cabrón. Un verdadero hijo de puta que debería estar entre rejas —dijo con contundencia, totalmente convencido de lo que gritaba.

—¿En qué te basas? Es irónico, ¿No crees? Tú, que supuestamente eres un reputado abogado, vienes a acusarme de algo tan grave sin una jodida prueba. Te creía más listo. Con esto solo vas a conseguir que Kiara se aleje de ti. ¿Te lo has planteado? ¡No claro! El gran Dorian Moore solo mira por salvar su pequeño y patético culo.

Dorian gruñó ante sus palabras e hizo amago de tirarse nuevamente sobre él, pero la menuda y temblorosa mano de Melanie le detuvo. Hizo un gran trabajo de contención y dio un paso atrás, incrementando esa distancia que le separaba con su cuñado. Comprobó la ladina sonrisa que se dibujó en el hombre y cerró su mano a un costado, dominando las ganas de estamparle el puño en la cara.

—¿Sabes? Se cree el ladrón que todos son de su condición. Quizá deberíamos poner el ojo en otra persona. Dime nena, ¿El Moore se comporta bien contigo?

El abogado totalmente asqueado por su insinuación volvió a lanzarse contra Rodrigo, ignorando la petición de Melanie que gritaba aterrada por la sucesión de golpes que se estaban sucediendo. El marido de Kiara recibió el primero, pero el segundo consiguió esquivarlo para después propinarle un derechazo que le hizo retroceder algunos centímetros. Dorian enseguida notó el sabor metálico característico de la sangre. Lo empujó con violencia, haciéndole trastabillar con sus propios pies, lo que originó que este cayera sobre una pequeña mesa de madera. La tabla lógicamente se rompió y también algunos objetos decorativos que estaban sobre ella a modo de decoración, haciéndose añicos sobre el suelo.

—¡No vuelvas a acercarte a mis padres! ¿Me oyes? —amenazó apuntándole con el dedo índice — No quiero volver a verte en su casa.

—Tranquilo, después de esto dudo que Kiara quiera volver a verte. ¡Márchate de nuestra casa! ¡Ahora!

—Dorian, vámonos por favor —solicitó Melanie agarrándole del brazo.

—Abogado, más vale que hagas caso a tu novia si no quieres que yo mismo te saque a patadas. ¡Largo!

—Ándate con ojo. No voy a parar hasta sacarte de la vida de mi hermana. Procura que no vuelva a tropezarse, porque te aseguro que ahí nadie me podrá detener.

Melanie tiró de su brazo con fuerza, hasta que cedió. Dorian situó la mano en su espalda y la guío fuera, donde inmediatamente después se subieron al Jaguar para marcharse de allí con un sabor agridulce y amargo. Él bajó la ventanilla para escupir y deshacerse de la sangre que brotaba con fuerza de una de las heridas. Tenía un pequeño corte en el labio, nada importante. Se fijó en la mujer que temblaba a su lado. Ella no debería haber presenciado aquello, debía haberla dejado a un lado... Colocó la mano sobre el muslo femenino y la cerró con suavidad, tratándola de tranquilizar.

—Lo siento. He perdido los papeles —murmuró.

Melanie lo observó con timidez. Desconocía aquella faceta de él, pero ahora más que nunca sabía de lo que era capaz de hacer por su familia, por ella... Cerró los ojos cuando sintió el aire acariciándola la cara. Respiro hondamente intentando encontrar un poco de calma, una calma que jamás llegó.

—¿Sabes dónde está mi hermana?

—En Washington D. C. —respondió en un suspiro.

—¿En Washington D. C.? ¿Qué cojones hace allí?

—Adivínalo... El policía de esta mañana la confirmó que le había enviado Enzo. Estaba muy enfadada. Solo me dijo que lo dejaría todo preparado para marcharse a última hora de la tarde.

—¡Joder! ¿Por qué no me lo has dicho antes?

Instantáneamente con el dispositivo de manos libres busco el número de su amigo y le dio a llamar, pero ella colgó antes de que el teléfono diese el primer toque.

—Déjala Dorian. Deja que hable con Enzo, quizá él la haga entrar en razón.

—¿Cómo narices sabe dónde está viviendo Enzo? — Ella le miró y mordió su labio inferior con la culpabilidad bañando su rostro — ¡Oh, cariño! ¿Fuiste tú?

—Sí y no. En realidad, cogió la dirección de la invitación —dijo encogiéndose de hombros —. ¡Vamos Dorian! No puede ser tan malo. Está claro que terminarán discutiendo o follando como dos salvajes.

Melanie tragó saliva al darse cuenta de la confesión que acababa de hacer. Sabía que Dorian desconocía lo que quisiera que hubiesen tenido esos dos tiempo atrás y temía que pudiese atar cabos. Aunque en realidad había sido un comentario sin ningún tipo de maldad. Un comentario que hubiese realizado con cualquiera de sus amigos. En su lugar, Dorian estalló en estrepitosas carcajadas. Jamás se hubiera imaginado a Kiara con el rubio, eran tan diferentes y... ¡Joder ella era su hermana y él su mejor amigo! Simplemente había cosas que era mejor ignorar y esa era una de ellas. La bailarina sonrió al percatarse de que la verdad no había salido a la luz.

—Hay cosas que es mejor no imaginarse... ¿No crees? —preguntó con la atención fija en la carretera.

Ella asintió, se recolocó en el asiento y miró a través de la ventana. Ninguno volvió a hablar. Ninguno volvió a abrir la boca para emitir ningún tipo de sonido más allá de una suave inhalación o exhalación que llegaba en forma de suspiro. Los dos tenían demasiadas cosas que pensar. Demasiados frentes abiertos que no sabían como cerrar, porque si algo caracterizaba a Kiara era su carácter complicado. 

Bailando con el perdón | Erótica + 18 | Parte 2/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora