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En un instante se sintió volar, su cuerpo fuerte y ligero giraba en el aire desafiando la gravedad de un salto casi imposible. De repente; dolor, oscuridad. El hielo en su espalda era una cadena que no le permitía moverse; se resquebrajó, dejándolo caer al oscuro vacío. Extendió la mano hacia la luz, gritó, pero debajo del agua helada su llamado de angustia se hizo mudo. Cuando en hielo cubrió el agujero por el que había caído, supo que ya no tenía salida...

Despertó con un grito en medio de la habitación en penumbras, el dolor punzante en su rodilla se acrecentaba después de los malos sueños, como si su cuerpo se quejara de su fallo. Unas manos delicadas sacudieron sus hombros haciéndolo reaccionar, y como si de un salvavidas se tratase, se abrazó a quien les pertenecían.

—Rayos, Naruto...— gruñó mientras le acariciaba el cabello rubio —Tranquilo, ya pasó.

—Soy patético— raspó en su garganta.

—No digas eso, sabes que odio oírte hablar así— ella se separó e hizo que la mirara directamente a su rostro, ese que se parecía tanto al suyo —Recuerda que eres lo único que tengo.

—Menudo hermano que te ha tocado— suspiró limpiando disimuladamente sus lágrimas, entonces miró a un lado y vió la bandeja de desayuno sobre la mesita —Ya no tienes que hacer eso...

—Me gusta consentirte— sonrió de manera explendida, apartando su flequillo rubio hacia atrás con una mano —Tienes que animarte.

—Ajá...— balbuceó mientras alcanzaba una tostada.

—Me dijiste que ibas a ir a las pruebas de la academia. Jiraiya llamó hace unos minutos, cuenta contigo para ayudarlo a evaluar.

—Yo no dije nada de eso— espetó con el ceño fruncido.

—Lo recuerdo bien.

—Marian, no seas mentirosa. Tengo buena memoria...— evitó su mirada insistente buscando más comida —No me siento preparado— murmuró.

—Y hasta cuándo vas a estar metido en ésta cama. Tienes que rehacer tu vida; te necesito, Naruto. Estoy harta de ver a mi hermano sumergido en tanta depresión.

—Es muy temprano para los sermones— protestó y con lentitud se puso de pie, alcanzando una muleta que reposaba sobre una silla.

—Voy a esperarte en el auto para llevarte.

—Marian, dije que no voy a ir ¡No quiero tener nada que ver con el maldito patinaje!— gruñó molesto mientras cojeaba hacia el cuarto de baño.

—¿Ahora quién es el mentiroso? Te voy a esperar— sentenció y salió del cuarto, dejándolo solo y gruñendo maldiciones.

Ser testarudos era algo que tenían por herencia de su madre, pero la mayor parte le había tocado a su hermana, de eso no tenía duda. Llevarle la contraria era un dolor en el trasero, Marian siempre buscaba la manera de salirse con la suya. Quizás por eso seguía soltera a su edad y las pocas relaciones que tenía no eran fructíferas. Como Naruto sabía que no cejaría a su capricho, optó por ceder; también debido a que de cierta forma, muy en el fondo, pero muuyy en el fondo, admitía que ella tenía razón; cosa que jamás le diría. Así eran los hermanos.

—Llámalo intuición de gemelos, pero creo que hoy será un gran día para tí— exclamó entusiasta cuando él bajó del auto frente el complejo. Naruto la miró con una ceja levantada y expresión de incredulidad —Márcame cuando vayas a regresar...

—De acuerdo— suspiró y cerró la puerta.

Ya estaba acostumbrado a que su presencia llamara la atención, pero ahora odiaba las miradas de lástima y los murmullos chismosos que lo rodeaban. Nadie se atrevía a acercarse como antes a pedirle un autógrafo, su semblante severo era suficiente para mantener a los demás en la distancia.

LEGACY (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora