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—¿Qué fué lo que dijo?— murmuró Sasuke incrédulo. Tenía la mano izquierda de Naruto agarrada fuertemente entre las suyas.

El rubio sonrió ampliamente y después lo abrazó.

—Solo por un poco— dijo en tono divertido, pero algo celoso —Solo por dos puntos, casi rompes mi récord— repitió lo que había acabado de decir el narrador después de darle la puntuación.

Sasuke apretó su agarre en la ropa del entrenador y sollozó. Estaba muy sensible, pero era infinitamente mejor llorar de alegría que de tristeza. Al fin lo dijo, se liberó del peso que llevaba, aunque sabía que habrían cosas que afrontar, tenía a la persona indicada a su lado para darle ese pequeño impulso que necesitaba.

Obtuvo la medalla de bronce, pero gracias a ser el primero en la competición de Canadá, clasificó con el puesto número cinco para el final del Gran Prix. Neji estaba en el centro del podio luciendo el oro, y Kakashi la plata. Lastimosamente el austriaco fué desbancado por Sasuke, pero lo felicitó de manera sincera, deseándole lo mejor.

—Necesitas quitarle el trono a ese Hyuga— señaló Obito y el patinador peliblanco, que estaba justo a su lado, soltó una carcajada.

—Ésta vez te dejé salirte con la tuya, pero el año próximo nos encontraremos— Sasuke le tendió la mano en despedida.

—Estaré encantado de volverlos a ver, y dejarlos nuevamente en segundo lugar.

Naruto rió burlón, colocando un brazo por encima de los hombros de su chico; les dijo adiós a sus amigos y los vió marchar.

—Me dió un poco de pena por Hatake— admitió el pelinegro.

—La competencia es así— mencionó Naruto y lo atrajo más hacia él —¿Nos vamos?

—Oh, Uchiha, maravillosa recuperación— ambos giraron para ver a Neji Hyuga con pose altiva —Me alegro por tí.

—Ajá..— espetó Sasuke, pero a punto de ignorarlo, el patinador continuó.

—Ya sé por qué no aceptó mi propuesta, Namikaze. Como no soy gay no le puedo pagar con lo que le gusta— Sasuke gruñó enojado y a punto de levantar su puño para golpearlo, fué detenido por Naruto.

—Entreno a patinadores, no a payasos— contestó el rubio y guió a Sasuke para alejarse del Hyuga.

—¡¿Cómo puede ser tan hijo de...?!— protestó el pelinegro entrando al hotel.

—Hay muchos como él, que intentan crear tensión entre los deportistas. Lo único que quería era agriar tu triunfo. Olvídalo; por mi experiencia te digo que está cagado de miedo— sonrió con malicia.

—¿Eso crees?— preguntó entrando al ascensor.

—Si estuviera seguro de sus capacidades no recurriera a medios tan bajos— respondió Naruto y después de ver a Sasuke asentir, lo volvió a abrazar —¿Por qué querrías vestir perlas, si yo te cubriré de oro?

Sasuke resopló una risita emocionada y buscando el cuello del entrenador, dejó suaves besos a la vez que disfrutaba de su aroma.

—Siguen sin gustarme los hombres, ¿sabes?— murmuró divertido —Solo me gustas tú.

—Estoy más que conforme— mencionó el rubio y lo tomó de la mano para salir del ascensor.

Caminaron a la habitación y nada más entrar y cerrar la puerta, buscó sus labios y lo besó con deseo, haciendo que retrocediera poco a poco hasta que sus piernas chocaron con la cama. Sasuke se acostó y lo recibió en brazos. Ya sin muros, solo quería obtener y dar caricias, pero cuando sintió la mano de Naruto bajar lentamente por su abdomen, comenzó a sentirse ansioso y lo detuvo.

Solo necesitó que lo mirara a los ojos para que entendiera; aún era difícil para él pasar ciertas líneas estando completamente sobrio.

—¿No me deseas?— susurró el entrenador en su oído.

—Sí, pero...— giró el rostro avergonzado y Naruto, después de dejar un beso en su mejilla, se dejó caer a su lado, mirando al techo.

—Yo entiendo; no hay prisa, Sasuke. Iremos a tu ritmo— tomó su mano para besar la palma antes de ponerse de pie —Me daré una ducha— rió acomodando su erección en los pantalones.

—Lo siento.

—Ya olvídalo, pero sí dormirás conmigo— señaló antes de alejarse.

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La empresa les pagaba un día más en París, pero ambos estaban ansiosos por regresar a casa; así que la mañana siguiente dejaron el hotel y después de un largo y tranquilo vuelo, llegaron a Japón. Sentían el ambiente diferente, quizás porque ya no había esa tensión constante entre los dos y ahora se sonreían y abrazaban con libertad.

Nunca, ni siquiera con Sakura, Sasuke tuvo la necesidad de caminar tomados de las manos; pero Naruto no lo pedía, era algo que sucedía naturalmente entre los dos. Sí, encontraron personas en el trayecto que los miraban de manera indiscreta, pero la sonrisa dulce del entrenador era más que suficiente para hacerlo olvídarse de cualquier vergüenza.

Naruto abrió la puerta y lo dejó pasar, pero no fueron sorprendidos por Marian, como era costumbre, sinó por una muchacha de cabello negro y largo, que estaba hurgando en el refrigerador. Ella, sorprendida, tiró del pullover corto que llevaba para cubrir su ropa interior.

—¿Tú quién eres?— preguntó Naruto con el ceño fruncido.

—Ah, hola...— sonrió forzado —Yo soy Saori, es un placer.

—Ok, y... ¿qué haces en mi casa?

—¡Naruto!— exclamó Marian entrando a la estancia y después de observar la escena, rió nerviosa y con mejillas rojas —Pensé que llegaban mañana. Los iba a recibir en el aeropuerto.

—Queríamos volver— respondió Sasuke cuando ella lo abrazó.

—Por favor, ayúdame— rogó muy bajo en su oído.

—¿Puedes explicarme qué ocurre?— inquirió Naruto señalando a la intrusa.

—¿No recuerdas a la amiga de la que nos habló?— preguntó Sasuke —Es ella, ¿no?— Marian asintió enérgica —Seguro se quedó para que no se sintiera sola.

—No, me quedé porque...— comenzó la chica y la rubia se paró a su lado.

—Saori...— mencionó en tono de advertencia.

—¿Marian, tú crees que no sé lo que está pasando?— preguntó Naruto con una ceja levantada y luego suspiró —Hablamos después, estoy cansado.

—Mejor me voy— mencionó Saori.

—Puedes quedarte; eso de ocultarme su relación son cosas de tu novia paranoica, que piensa que no puede ser feliz si yo no lo soy— dijo desganado caminando hacia su habitación, y dejando a su hermana sin palabras por primera vez.

—Yo también iré a descansar un rato— mencionó Sasuke, recibiendo una sonrisa de la gemela —¿Te perdiste la rutina?— preguntó antes de irse.

—No la pude ver— dijo con un puchero —Pero lo haré ahora.

—Con razón— murmuró divertido —Ah, y gracias.

—¿Por qué?— preguntó ella asomándose al pasillo, pero ambos respondieron su pregunta al darse un beso antes de entrar cada uno a su habitación.

—¿Entonces, me quedo o me voy?— preguntó Saori y Marian corrió a abrazarla —Ay, mis costillas ¿Por qué tan de repente?

—¡Casémonos, cariño!— pidió, haciéndola enrojecer y comenzar a empujarla.

—Estás demente— protestó —Diablos...— murmuró avergonzada y regresando a buscar comida.

LEGACY (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora