CAPÍTULO 7 MI LUGAR FAVORITO

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Daniela no pudo más, sintió los brazos de Leo rodeándola y fue incapaz de resistirse a su abrazo, le acababa de confesar que no había mentido, que la amaba, pero a la vez le estaba confirmando que su relación había terminado, su esposa estaba embarazada, no lo había dicho abiertamente, pero ella lo había entendido, así como había entendido, que había sido ella quien se interpuso en una relación que ya existía y no al contrario, ahora entendía un poco la reacción de Emiliano Elizalde, su hijo estaba dejando a la chica que él había aprobado, por alguien que no estaba a su altura. Y Leo... Leo, le había mentido, la había puesto en una situación incómoda, no le había dado la oportunidad de decidir y la había convertido en la mala de la película.

Sintió como apretaba su abrazo, sintió su beso sobre su cabeza, sus manos acariciando su rostro, su aliento cerca de su oído.

_ Lo siento. - dijo en un susurro.

Ella escuchó el latido errático de su corazón, entendía que se estaban despidiendo, y entendía que de verdad él sufría, ¿cómo odiarlo? ¿cómo reprocharle? Ahora sabía que en el corazón no se mandaba y como había dicho Leo hacia un instante, su único error había sido no confesarle lo que sucedía, se podían haber separado sin que ella saliera tan lastimada, pero no lo había hecho y ella había tenido que pasar por un infierno, pero ¿podría odiarlo? ¿podría no perdonarlo?

_ Lo siento. - lo escuchó repetirle una y otra vez. _ no espero que me perdones. - dijo con voz quebrada ante el silencio de ella. _ pero no podía alejarme de ti sin que supieras que nunca fuiste un juego para mí, todo lo que te dije era verdad, espero que algún día puedas perdonarme y aunque ahora tenga que cumplir con mi obligación, siempre estaré para ti, si me necesitas, no dudes en llamarme, te prometo que vendré.

_ Lo mejor será mantenernos alejados. - se separó de él con renuencia. _ no te odio, pero sé que no podremos estar juntos. - sus ojos seguían cristalizados. _ de ninguna forma posible.

El la volvió a atraer hacia sus brazos.

_ Como podré obtener tu perdón. - dijo para sí mismo abrazándola con fuerza. Quisiera que no me odiaras.

_ Te he perdonado. - correspondió a su abrazo. _ y no te odio, me entristece que no hayas confiado en mí, y que hayas hecho las cosas como las hiciste, porque me lastimarte de verdad.

_ Perdóname. Era lo que menos quería, lastimarte. Lo siento, todo se me salió de control, sé que fui un cobarde. No quería enfrentarme a tu reacción, y no quería perderte, esa es la verdad, y resultó todo lo contrario te lastimes tanto y quiera o no quiera, ya te perdí.

_ Leo. - se separó de él y lo miró a los ojos. _ Entiendo lo que sucedió. Entiendo que para nosotros ya no hay futuro, pero quiero que sepas que esto ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida y aunque duró tan poco, jamás lo olvidaré. Jamás te olvidaré. - lo abrazó con fuerza. _ esta es nuestra despedida.

El no dijo nada, no podía, se resistía a dejarle ir, pero no tenía opción. Se concentró en traer a memoria las palabras de su padre, era la única forma de convencerse a sí mismo de dejarla ir.

_ ¡Me tienes harto con tu estúpido enamoramiento! - le había gritado. _ ¡esa chica no es nada, sigue en tu necedad y me vas a conocer, y escúchame muy bien, si te sorprendo cerca de ella, si tan solo la miras, te juro que lo siguiente que veas será su cadáver! ¡te lo aseguro!

Un escalofrío recorrió su cuerpo de solo pensar que su padre se enterara de dónde y con quién estaba. Aun así, no pudo resistir su cercanía, con ternura tomó su rostro entre sus manos, lo levantó y cubrió sus labios, sabía que no la volvería a tener así, sería su recuerdo más preciado. Ella rodeó su cuello con sus brazos y respondió, ella también sabía que era su despedida. Era con lo que ambos se quedarían y sus corazones sangraban.

Un te amo estuvo a punto de escapársele a Leo, pero se contuvo. A su pesar tuvo que separarse de ella. Sus sentidos se pusieron en alerta. Había escuchado algo, podía ser cualquier cosa, el aire, el sonido del río arrastrando algo o simplemente un animal, pero su instinto le decía que era algo más, su oído era muy sensible después de vivir siempre a la defensiva, así que no se podía arriesgar. No podía exponerla de esa forma.

_ Me tengo que ir. - dijo apresurado. _ no importa quién te pregunte jamás nos vimos. - ya no era una sospecha, sabía que alguien se acercaba y no era solo una persona. Con rapidez tomó de nuevo su rostro, la beso como nunca lo había hecho y luego la apartó mirándola a los ojos. _ Te estaré cuidando. - su mirada le decía tanto, pero no duró nada.

Ella no tuvo tiempo de reaccionar, lo miró tomar una rama y borrar sus huellas con rapidez mientras se dirigía hacia el río, sin poder creerlo lo miró saltar. Se cubrió la boca para no gritar, y no lo hizo porque antes de separarse de ella le advirtió casi en un susurro que no hablara y no lo siguiera.

_ Alguien se acerca. - le había dicho. _ finge que estás sola y recuerda, nadie ha estado contigo.

Ella permaneció estática, la verdad es que no escuchaba nada, ningún indicio de que hubiera gente cerca. Controló su angustia y su deseo de correr hacia la orilla para asegurarse de que Leo saliera de ese lugar con bien, pero no lo hizo, porque tenía prohibido por él mismo acercarse, aunque él si lo hiciera, lo había visto en varias ocasiones arrojarse a esas aguas traicioneras de dónde nadie salía con vida, excepto él y lo había visto salir como si nada.

Ahora lo había hecho una vez más, pero ahora sabía que no lo volvería a ver, y si lo hacía sería de lejos y sabiendo que él quizás, ni siquiera la voltearía a ver.

Empezó a caminar simulando un paseo normal, cuando escuchó lo que Leo había escuchado desde tiempo atrás. Se volvió hacia donde provenían los pasos y los vio aparecer. Emiliano Elizalde y su séquito de hombres armados a su alrededor, como si ella fuera un peligro para él y pudiera hacerle daño.

_ ¿Qué haces aquí? - dijo mirando a su alrededor, seguramente buscaba a su hijo

_ Es mi lugar favorito y que yo sepa no está prohibido estar aquí

_ Es el lugar favorito de mi hijo.

_ También mío. - insistió

_ Alguien me dijo que estaba aquí

_ Pues ese alguien le informó mal.

_ Créeme que no estoy jugando. - se acercó a ella con mirada amenazante. _ si me entero de que se están viendo, no sabes de lo que soy capaz. - la tomó del brazo, apretándolo con fuerza.

_ No entiendo porque se empeña en destruir la vida de su hijo. - lo miró desafiante, aunque en realidad, se moría de miedo. _ de verdad que no lo entiendo, pero no voy a ser yo su pretexto para hacerlo. Yo estoy fuera de su vida. Se lo aseguro.

_ Espero por tu bien y el de él, que así sea. - la soltó. _ de verdad no quiero lastimarte, pero lo haré de ser necesario. - dijo antes de alejarse y dejarla asustada y temblorosa.

Antes de marcharse se acercó a la orilla del pequeño acantilado, era un lugar y el único al que Leo le permitía acercarse, porque era el único medianamente seguro, por supuesto ya no había señales de Leo, había desaparecido. Esta vez habían corrido con suerte, pero ¿qué sucedería si algún día volvían a encontrarse? No quería pensarlo, ese hombre tenía fama de perverso y estaba bien justificada, nada de lo que se decía de él era falso. Su reputación se la tenía bien ganada.

Quizás lo mejor era dejar su trabajo, su familia y alejarse de ese lugar, y de Leo, para siempre.

EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora