CAPITULO 50 LA VERDAD

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Emiliano Elizalde no pudo contenerse, ya había escuchado suficiente.

Esa mañana había decidido intentar una vez más un acercamiento con Lucía y con Daniela, se estaban resistiendo, pero sabía que terminarían cediendo, tarde o temprano lo harían. Por fin podría dar rienda suelta al cúmulo de sentimientos que había estado reprimiendo todos esos años, y no lo había hecho por él, lo había hecho por ella, porque de verdad le importaba, porque la amaba, porque era la extensión de su amor por su esposa muerta, era lo más parecido que alguna vez encontraría y lo sabía, el problema era que ella lo despreciaba, pero ahora que no había obstáculos, le demostraría que con él, podía ser feliz, que él, era capaz de darle todo lo que necesitara y que a pesar de ser como era podía prodigarle amor y no dolor como lo había venido haciendo.

Al menos, eso era lo que pensaba, hasta que llegó a su casa, casi era medio día, su séquito de guardaespaldas estaban a su lado como siempre, no llego directamente a la casa, se detuvieron un poco antes, y como siempre que estaba ahí, les ordenaba que lo esperaran apartados del lugar, jamás permitía que estuvieran presentes en sus encuentros con ella, así que avanzó, observó que se hallaban al exterior de la casa y que ambas se abrazaban, le pareció verlas llorar así que se acercó sin dejarse ver, ellas se dirigieron hacia el interior, las escuchó hablar de él y prestó atención.

Lo que siguió después fue como si le hubieran dado un tiro en la cabeza, literalmente sintió como su mente explotaba en miles de pedazos, su entendimiento se nubló y estalló. No podía reaccionar, mi pensar, si no en vengarse, vengarse de la afrenta a la que lo habían sometido.

*****
Daniela sintió cuando la arrancaron de los brazos de su madre con violencia y fue a dar contra la pared cayendo luego al piso, ya se hallaban al interior de la casa desde hacía rato, ambas se consolaban una a la otra, después de que su madre le contara su aterradora verdad, sobre la relación que llevaba no solo con Emiliano Elizalde, si no con Fernando su verdadero padre, no había tenido tiempo de asimilar todo lo que su madre le había confesado, solo sabía que ahí las únicas víctimas habían sido sus padres y principalmente su madre y no tuvo tiempo, porque fueron separadas con brusquedad.

Cuando reaccionó y quiso ir en auxilio de ella varios hombres ya la rodeaban y Emiliano Elizalde totalmente desquiciado además de someter a su madre ordenaba que salieran todos, que se la llevaran a ella y que se alejaran del lugar.

Estaba aterrada, ese hombre la iba a matar, estaba como loco y aunque en otras ocasiones lo había llegado a ver alterado, jamás, lo había visto en semejante condición y menos con su madre.

No pudo hacer nada mientras esos hombres la arrastraban hacia el exterior, pero recordó que traía su celular, como pudo marcó el número de Leo, nadie más podría ayudarla.

Apenas si dijo las primeras palabras, los hombres se dieron cuenta, furiosos, uno le dio un golpe en el rostro y el otro le arrebató el celular aventándolo lejos, ella solo observó cómo se estrellaba contra una roca y se deshacía en partes, que volaban por todos lados

Pudo ver a su alrededor, el lugar era un caos, Jorge Elizalde había llegado con sus hombres y estaba causando más alboroto, incluso había llegado disparando su arma al aire.

_ ¡Nadie lastima a mi padre sin atenerse a las consecuencias! - había gritado altanero. _ ¡y por lo visto a ti y a tu madre se les cayó el teatro! - la miró triunfante. Un escalofrío recorrió su cuerpo, ese chico siempre le había inspirado miedo, y sabía que ellas no eran de su agrado, sobre todo porque su madre las odiaba, así que, el hijo también lo hacía, aunque quizás, ni siquiera sabía por qué.

_ ¡Por favor no dejes que la lastime! - suplicó. _ ¡yo respondo por ella, castíguenme a mí!

_ Nadie que provoque esta reacción en mi padre vivirá, lo conozco y sé que sus horas están contadas, no sé qué demonios le hicieron, pero a mí no me importa, si él no las quiere en su vida, yo con gusto lo ayudo. - sacó su arma y apuntó a su cabeza.

Ella cerró los ojos esperando el disparo, entre brumas escuchó los gritos y los insultos de Emiliano Elizalde, además de ruidos dentro de la casa, probablemente la estuviera golpeando, se escuchaban cosas estrellándose y cosas caer, quería creer que no era su madre, pero con él, todo se podía esperar.

_ ¡Déjenla! - escuchó de pronto aquella odiada voz.

_ ¡Yo me encargo de ella! - pidió Jorge a su padre, que reflejaba su furia a través de todo su cuerpo. Había sacado a su madre casi a rastras, la había tomado por el cabello y la empujaba hacia su camioneta. Ella no levantó la vista, no quería ver a su hija, y menos que ella la viera en esas condiciones, Daniela observó su rostro enrojecido, cuando menos le había dado varios golpes ya, su labio sangraba y se veía hinchado, el contorno de uno de sus hermosos ojos empezaba a oscurecerse Por el moretón que ya se estaba formando en él, mientras que su pómulo sangraba ligeramente.

_ ¡Dije que la sueltes! - gritó maldiciendo. _ ¡ella no tiene nada que ver con esto!

Jorge, que ya había quitado el seguro de su arma, la retiró de mala gana y se acercó a su padre.

_ ¡Deja que yo me encargue, tu no tendrás que mancharte las manos!

_ ¡Dije que no! - gritó. _ ¡y aunque no es mi hija, toda la vida la he visto como tal, así que no, no la tocará nadie! ¡Déjenla! Con esta traidora tengo para vengarme y con el maldito de Fernando, ambos van a pagar. - apretó de nuevo su agarre, haciéndola gritar de dolor. Luego la obligó a subir a la camioneta arrancando de inmediato.

_ ¡Jefe que hacemos! - lo volvió en sí uno de los hombres que la sujetaba. Él se había perdido mirando como su padre se alejaba, seguido de sus hombres. _ ¿la dejamos libre?

_ ¡Claro que no, enciérrenla, mi padre no está pensando, sé que más tarde va a querer que se la entreguemos y si no es así, ya me encargaré yo de ella! - amenazó.

Los hombres la condujeron hacia el interior, todo era un caos. Estaba aterrada, no quería perder a su familia, pero ese hombre no se tentaría el corazón, estaba segura de que los asesinaría como el cobarde que era.

Recordó las palabras de su madre momentos antes de que ese monstruo llegara.

_ Tienes que salir de aquí, - le había dicho, busca a Leo y váyanse a donde no los pueda encontrar, no pienses en nosotros, bien o mal hemos vivido nuestra vida, una vida feliz, con muchos sobresaltos y siempre escondiéndonos, pero hemos sido felices. - habían sido sus últimas palabras antes de que ese energúmeno hiciera acto de presencia, no sabía cuánto había escuchado de su conversación, pero había sido lo suficiente como para enterarse de que su madre lo había engañado y lo suficiente para desatar su furia asesina.

Ahora ella estaba encerrada en una habitación de su propia casa y sus padres estaban en manos de un maniático que intentaba asesinarlos, si es que no lo había hecho ya. Como deseaba que Leo estuviera ahí, le había prometido protección, sin embargo, no había llegado, y ahora lo agradecía, porque se hubiera enfrentado a su padre y a su hermano y no estaba segura de que ellos no se volvieran contra él. No lo quería perder, y menos ahora que sabía la verdad. Ahora que, de quedar vivos, no había impedimento para seguir juntos.

EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora