CAPÍTULO 23 BATALLA

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Leo había sido advertido de la presencia de más gente por los alrededores, tenía que tener cuidado. Ya estaba en el lugar, habían inspeccionado la zona, sin encontrar nada más que la entrada de la cueva y no quería arriesgarse a desatar un caos y que ella saliera lastimada, sabía que en ese momento había en el lugar solo tres personas de las cuatro que siempre estaban, una seguía sin moverse de su lugar, por lo que creían que se trataba de un herido, el otro probablemente era quien los vigilaba y la otra persona, tenía que ser ella. Dejo a sus hombres vigilando el perímetro, y él se dedicó a buscar otra entrada. Si la había daría con ella, era bueno rastreando y buscando, siempre veía lo que los demás no.

Cómo sospechaba, el lugar la tenía. Se apresuró a explorarla, no metería ahí a sus hombres sin saber que les esperaba, el lugar era complejo, pero siguiendo su instinto supo que estaba en el camino correcto porque escuchó voces, definitivamente era ella Daniela, pero no discutía, no lloraba, más bien parecía una simple conversación. Eso lo animó, estaba bien. Regresó sobre sus pasos y volvió con dos de sus hombres, no tenía caso que entrara más gente, solo se estorbarían unos a otros. Lo único malo de estar ahí era que no había señal y no podía escuchar lo que James tuviera que decirle.

Estaban casi por llegar de nuevo, cuando otro de sus hombres los alcanzó, James les había informado que más gente se estaba acercando por el frente de la cueva.

_ ¿Cuántos son? - preguntó.

_ Según tu informante son quince.

_ Tenemos que darnos prisa, sígueme dijo a dos de ellos. _ y tú regrésate y dile a Fermín. - otro de sus hombres de confianza. _ que organice a los demás. Atacarán por el frente de ser necesario. No esperen mi orden que él tome la decisión. - dijo antes de emprender de nuevo su camino.

El lugar permanecía en penumbras, aun así, se distinguía lo que sucedía al interior, y no eran solo los tres, había más gente.

Miró la escena y se posicionó.

_ Encárgate de los de la entrada. - dijo.

El hombre asintió.

*****
Daniela se abrazaba a sí misma, si bien se empezaba a acostumbrar a la muerte por la naturaleza de su trabajo, no era lo mismo, que ver cómo asesinaban a alguien a sangre fría, su estómago estaba revuelto, como lo estaba el lugar, escuchaba gritos y movimiento, pero no quiso moverse de su sitio, menos mirar lo que sucedía, estaba aterrorizada, no quería ver cómo esa gente asesinaba a sus otros dos amigos, por alguna razón, el hombre que se había posicionado a su lado y que la había sometido en un principio se había alejado, pero ya no le importaba, no quería ver, mientras más lejos de ella era mejor.

Ella ni siquiera había hecho el intento de escapar, los hombres que habían llegado habían bloqueado la única salida, así que no los provocaría para que la asesinaran a ella también.

En su angustia pensó que alucinaba, le parecía escuchar la voz de Leo entre aquel caos de voces gritando y ordenando y el retumbar de los disparos, seguramente sus amigos estaban oponiendo resistencia, ella se encogió en su lugar angustiada ¿y si ella podía ayudar? Valía la pena, dejaría las lágrimas para otra ocasión, después de todo nadie se esperaría que una mujer asustada y llorando diera batalla.

Se limpió las lágrimas y se incorporó, apenas empezaba a ver a su alrededor para ver sus posibilidades cuando sintió que alguien la aprisionaba por detrás y le impedía avanzar, había alcanzado a ver a Ismael de rodillas al lado de su hermano, seguro llorando su muerte, no pudo ver más cuando aquellos brazos la rodearon, empezó a luchar, pero como una avalancha, llegaron a su mente ciertos recuerdos y sensaciones, recordó aquel abrazo, aquel aroma, el sonido de aquella voz grave, la sensación de seguridad y no de peligro, todo en un conjunto inundó sus sentidos.

_ Tranquila amor. - lo escuchó decir. _ estás a salvo, todo está bien. - luego le permitió darse la vuelta para quedar frente a frente, aun así, no la soltó.

Ella lo miró y no pudo contenerse, lo abrazó, hundió su rostro en su pecho y lloró, no sabía si de frustración por lo vivido o de alegría porque él estuviera ahí, por poder estar una vez más entre sus fuertes y poderosos brazos o simplemente por qué aún estaba con vida y estaba con él y sobre todo porque la había llamado amor.

_ Estás aquí. - susurró entre sollozos.

_ Vine por ti. - dijo él, tomando su rostro entre sus manos con delicadeza. Luego sus labios descendieron hasta los de ella y se fundieron en un suave y delicado beso.

Él la separó con renuencia, cuando uno de sus hombres lo llamó.

Fue en ese momento, en el que ella reparó en lo que estaba haciendo, pero no tuvo tiempo de decir nada.

_ No te muevas de aquí. - pidió él, sin esperar respuesta. _ ¡cuídala con tu vida! - ordenó a otro de sus hombres. Y se marchó.

En ese momento ella sintió un vacío en su corazón, lo había tenido solo por un momento y se había sentido tan bien, pero ahora se daba cuenta de su inconciencia, él era de otra mujer y pertenecía a otra familia, sin embargo, lo había sentido tan suyo, pero era hora de despertar y despertó de la peor manera, volvió en sí y se dio cuenta de que no estaban solos, no eran solo él y ella, el caos y el dolor reinaban a su alrededor. Había hombres armados por todos lados, algunos cuerpos inertes sobre el frío piso de roca, algunos de sus captores, los que estaban con vida en un rincón vigilados por otros hombres armados, un poco alejados de ellos, tres hombres heridos, también vigilados, luego miró a Javier sometido y un hombre apuntando su arma hacia él y casi a su lado observó cómo Ismael era apartado de su hermano que seguía en el piso. Esta vez Ismael no opuso resistencia, levantó sus manos y fue llevado junto con Javier. En el proceso lo miró buscar algo a su alrededor, hasta que la encontró, sus miradas se cruzaron y luego él se quedó conforme. Sus captores lo obligaron a bajar la cabeza y lo pusieron contra la pared, como tenían a Javier.

Ella volvió su mirada hacia René y se movió hacia él, Leo había desaparecido hacia la salida.

Se acercó al chico y se sorprendió de que nadie se lo impidiera, aunque el hombre que estaba junto a ella también la siguió, pero sin decir nada.

Ella se inclinó sobre el joven, quien a su tacto se quejó, estaba semi inconsciente, tenía un golpe nuevo en la cabeza, seguro al caer, lo reviso con más detenimiento y sorprendida se dio cuenta de que no tenía más heridas que la primera, eso significaba que el hombre que iba dispuesto a rematarlo, no alcanzó a disparar. El alma le regresó al cuerpo, por un momento pensó que lo habían perdido y se alegró por Ismael y claro por él mismo.

Constató que René estuviera estabilizado, por supuesto no mejoraría hasta que iniciara el tratamiento, que Ismael había salido a buscar, pero seguía con vida y eso era mucho.

Cuando terminó intentó dirigirse hacia donde tenían a Ismael y a Javier, pero en ésta ocasión sí se lo impidieron.

NOTA:
Les dejo el 2o. Capítulo de este maratón de 3. Deseo que sea de su agrado.

EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora