Leo se hallaba en su lugar favorito, sentado a la ribera del río, pero no disfrutaba en absoluto de la belleza y de la paz del lugar, sus sentimientos estaban hechos un caos.
Su padre había retirado la vigilancia sobre él, ahora podía ir y venir a dónde quisiera, era libre, sin embargo se sentía más prisionero que nunca, porque ahora menos que nunca podía hacer lo que quería y estar donde quería, porque era al lado de su amor, de Daniela y eso ya era imposible y por primera vez se estaba portando como un cobarde, porque no quería enfrentarla, no quería verla a la cara y decirle que eran hermanos, no quería tenerla frente a si y no poder abrazarla y besarla y decirle cuánto la amaba, no podía pararse delante suyo y destrozarle la vida, como lo estaba la de él.
Hacía apenas unas cuantas horas que Jorge se había comunicado con él preguntando por su padre.
_ No sé dónde está ni me interesa. - había contestado molesto.
_ Leo, siempre te he admirado por tu fuerza, por la forma en la que siempre resuelves cualquier situación que se te presente y porque eres lo que yo nunca seré, sé que te duele enterarte de todo esto, pero sabes que mi padre siempre te amará y que todo lo que ha hecho lo ha hecho por ti, creo que estás siendo muy irracional con él y quizás algo injusto.
_ ¿Injusto? - casi gritó.
_ Él no ha hecho más que buscar tu bien, además, lo que hizo, es algo que no te concierne, son cosas de adultos, el que tuviera una amante no es nuevo, fue tantos años atrás.
_ ¡Tu no entiendes, ni entenderás! - gritó furioso. _ porque eres igual a él. Se satisfacen a sí mismos y les importa poco el daño que van dejando detrás.
_ En esta vida, todo tiene consecuencias y no las puedes evitar todas, es imposible no lastimar a alguien en tu paso por ella, así como no puedes evitar que te lastimen, es la ley de la vida. Lo sabes.
_ Jamás los entenderé, ni a ti, ni a él, y no, no estoy de acuerdo, es verdad que lastimas y te lastiman, pero no puedes ir haciendo daño a los demás por voluntad propia, consciente de lo que estás haciendo. Nunca compartiré su forma de ver la vida. Y la verdad no quiero saber nada de mi padre, así que no me molestes hablándome de él. - estuvo a punto de dar por terminada la llamada.
_ ¡Espera! - lo había detenido. _ no cuelgues, sé que no quieres saber de él, pero estoy preocupado. Quedamos de vernos cuando venía de camino a la ciudad y nunca llegó.
_ Ya lo conoces, ahorita puede estar en cualquier parte.
_ Lo sé, y no me preocuparía, pero el punto es, que su gente no está con él, venía solo, y también se encontraría con ellos a medio camino y no llegó, no contesta su teléfono y nadie sabe nada.
_ Nunca está solo, alguien debe de saber algo.
_ En esta ocasión no, no quiso que nadie lo acompañara, ni siquiera uno de sus escoltas, se deshizo de todos.
_ Eso lo explica todo, simplemente desea estar solo. - había dicho frustrado de que lo estuvieran molestando, él también deseaba estar solo, necesitaba pensar cuál sería su siguiente paso, sabía que tenía que marcharse de ahí, no quería seguir más bajo la sombra de su padre, durante tantos años lo había tenido sometido con la amenaza de que dañaría a Daniela y a su familia, ahora sabía que no lo hubiera hecho, porque era su hija y su madre su amante, ¡que locura! Él había vivido angustiado por ellas, pensando la forma de liberarlas de él, y resulta que el único prisionero siempre había sido solo él. _ Va a aparecer. - dijo con molestia. _ háblame cuando verdaderamente me necesite.
Jorge había terminado la llamada, pero lo había dejado pensativo, le había dicho que estaba siendo injusto con su padre, ¿de verdad estaba siendo injusto? No lo creía, él le había destrozado la vida, y no solo a él, también a la mujer que amaba. ¿y era injusto por no hablarle, por no dejar que se acercara? Para decirle que, ¿para qué le diera una excusa barata?
No solo se trataba de que hubiese tenido una amante, la había tenido mientras su madre luchaba por su vida, y no con cualquiera, era la mujer a la que su madre le había dado su confianza, aquella que le llevaba la comida y la atendía en su lecho de muerte, la que su madre consideraba una amiga, porque no tenía a nadie más, aquella a la que le confió a su hijo, sin saber que era la portadora de otro hijo de su esposo, de la niña que ella ya no iba a poder darle. ¿cómo no sentirse asqueado de toda esa situación?, ¿cómo perdonar esa traición? Y después, ¿porque no fue sincero?, ¿porque no decir que era su hija? El jamás hubiera puesto sus ojos en ella, ni ella en él, ¿pero porque dañarlos de esa manera? ¿por qué no terminar con eso desde el primer momento que se dio cuenta de que su hijo se interesaba en ella? En lugar de eso escogió el hacerles la vida imposible a ambos, era algo que no entendía y él se negaba a aclararle y lo que menos entendía, porque de él lo esperaba, ¿pero de Lucia?, esa mujer veía lo mismo que su padre, que su hija y él empezaban a desarrollar sentimientos, y decidió callar al igual que él, ¿valía más su reputación que la felicidad de su hija? No lo entendía, ella le parecía diferente, la recordaba como una buena mujer, recordaba como su madre se animaba cuando ella estaba a su lado, como ella después de su jornada de trabajo se quedaba mucho más tiempo para hacerle compañía, porque ella no quería quedarse sola, sin embargo, también recordaba que ella se marchaba en cuanto su padre llegaba. Luego cuando su madre se puso más grave, ella se quedó prácticamente a vivir en la casa, y la recordaba bien, su amabilidad, su ternura, su paciencia con él, su amor incondicional, antes y después de la muerte de su madre, ella se alejó después, cuando su padre trajo a Anabel a vivir a la casa.
Recordó como Lucía se casó casi de inmediato con el que todo mundo creía, era el padre de Daniela, incluso pensaron que ese era el motivo de que hubiese dejado la casa de su padre, además, claro que ya estaba casado y él tendría una madrastra que lo cuidara, que era lo que se suponía que Lucía había estado haciendo y por lo que permanecía de planta en esa casa. Que ilusos todos, y que hipócritas ellos.
Ahora todo lo veía tan claro, todo había estado siempre ante sus ojos, pero nunca lo vio, quizás porque no tenía la malicia suficiente. Se sentía tan estúpido, sin embargo, él saber todo eso, no lo hacía sentirse mejor. Y tampoco estaba tranquilo con evitar a su padre, de hecho, ahora estaba preocupado, aunque quería convencerse a sí mismo de que no le importaba. Esperaría la próxima llamada de Jorge, esperaba que fuera para decirle que había aparecido y que todo estaba bien, entonces se marcharía de ahí para siempre, ¿con que rumbo? Aún no sabía, lo único cierto era que no sería un cobarde, primero buscaría a Daniela, hablaría con ella, ambos llegarían a un acuerdo, sabía lo difícil que sería para ella y aunque él se muriera por estar a su lado y no poder demostrarle su amor, lo soportaría porque ella lo necesitaría, estaba seguro, luego tendría que desaparecer y empezar a intentar rehacer su vida, lejos de todo aquello que lo dañaba.
*****
Leo miró horrorizado la pantalla de su celular, el mensaje era claro y conciso.
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EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceÉl es un reconocido líder criminal, no por voluntad propia, nació y creció en ese ambiente, un mundo lleno de violencia y maldad, sin embargo, se resiste con todas sus fuerzas a seguir en ese camino, porque en realidad nunca fue su camino. Pero como...