Daniela miró con desesperanza a través de la ventana. Y aunque la vista era hermosa y espectacular, para ella pasaba desapercibida, su mente y su corazón estaban tan lejos de ahí.
La falta de comunicación de Leo ya la estaba desesperando, Sabía por Elizabeth la esposa de Santiago Morán de quién era huésped en su espectacular rancho, que él estaba bien, también sabía que, por estar retenido por su padre, no se comunicaría con ella, pero a pesar de que así fuera, también sabía, que a estas alturas, él ya hubiese ideado la forma de evadir las restricciones de su padre y ya hubiese hecho contacto con ella.
Recordó aquel día en su departamento, cuando se despidió de él, porque su padre lo requería. Algo le decía que las cosas no estaban bien y lo despidió con una sonrisa obligándose a creer que todo era producto de su paranoia, sin embargo, cuando se fue y luego recibió su llamada, supo que ella estaba en lo correcto. En primer lugar, no tenían ningún viaje en puerta, hacía poco que habían viajado a su luna de miel, además el que él le hiciera esa petición alertó todos sus sentidos.
_ Amor. - le había dicho cuando entraron por primera vez a su nuevo departamento y ella se quedó boquiabierta por la magnificencia de éste. _ recuerda que este es un hogar temporal. - la había abrazado con ternura.
_ Entiendo. - dijo. _ no debo de acostumbrarme al lujo y a la buena vida. - sonrió apenada.
_ Al contrario. - la miró con ternura. _ nuestra casa será mejor.
_ ¿Mejor que esto? - lo había mirado con incredulidad.
_ Mejor que esto. - la rodeó con sus fuertes brazos. Luego la besó con toda la pasión del mundo. _ pero no es esto lo que quiero decirte - dijo cuándo se separaron. _ no quiero asustarte, pero por nuestra situación y conociendo a mi padre, quiero que siempre estés preparada para cualquier eventualidad, te voy a dar unos números, no los vas a traer anotados, tienes que memorizarlos y jamás se los des a nadie. Si sucede algo puedes pedir ayuda a cualquiera de ellos, uno es de Santiago Morán y el otro de James, puedes confiar ciegamente en ellos, les explicas y ellos sabrán que hacer.
_ Amor me asustas. - había dicho.
_ Es poco probable que nos encuentren, pero no está por demás tomar precauciones.
- había dicho en esa ocasión y cuando la llamó esa última vez, supo que el momento había llegado, solo que había sido demasiado rápido, el que él le pidiera hacer su equipaje era la clave de que tenía que salir de ahí y pedir ayuda, aun cuando no supiera que era lo que sucedía. Ambos habían acordado, que cuando uno de los dos empezara a hablar incoherencias, era el momento, ella sabía que él jamás le hablaría de ir a un viaje de luna de miel, del cual no habían hablado previamente y acabando de hacer uno y sobre todo no le pediría hacer su equipaje, Leo era demasiado independiente, siempre se encargaba él mismo de hacer sus cosas. Incluso en el quehacer cotidiano, no dejaba que ella hiciera todo._ Toda mi vida me he valido por mí mismo. - dijo sonriendo en una ocasión, cuando ella lo encontró cocinando para los dos.
_ Tendrás que tenerme paciencia. - le había dicho en otra, cuando quiso ayudarlo a empacar y él ya tenía todas sus cosas listas. _ estoy acostumbrado a estar solo y a hacer todo yo mismo, pero te prometo que poco a poco me iré acostumbrando a recibir tu ayuda. - la había abrazado con fuerza y sellado su promesa con un cálido beso.
Recordó que inmediatamente después de esa extraña llamada, en la que ella había fingido alegría por el viaje, había marcado al número de James que era a quien le tenía más confianza por haber convivido con él y su esposa con más frecuencia, le sorprendió que apenas habían pasado unos cuantos minutos, para cuándo ya estaba alguien en su puerta. James no se había separado del teléfono y había seguido en comunicación todo ese tiempo, le había dicho que la llevarían a un lugar seguro y así había sido.
Ahora se encontraba en ese lugar maravilloso, el hogar de Santiago Morán y Elizabeth, su esposa, dos personas maravillosas, que la trataban de lo mejor.
Sin embargo, eso no calmaba su angustia de no poder hablar personalmente con Leo, de no saber lo que en realidad pasaba, de no saber si él realmente estaba bien, como decían sus amigos, y si estaba bien y hablaba con ellos, ¿por qué no lo hacía con ella? Esto la inquietaba más, porque solo había dos opciones. O no estaba tan bien como querían hacerle cree, o de lo contrario era él, quien no quería hablar con ella y eso le destrozaba el corazón, claro que de ser así lo más probable fuera que una vez más su padre lo estuviera amenazando y obligando a dejarla o que de alguna forma lo hubiesen puesto en su contra.
_ No te atormentes. - dijo Elizabeth minutos después, cuando se unió a ella en la terraza, y ella le compartió sus dudas. _ él te ama y si alguien intenta ponerlo en tu contra él es lo suficiente mente inteligente, como para no caer en ese tipo de trampas.
_ ¿Cómo puedes estar tan segura? - interrogó.
_ Con el tiempo he aprendido a reconocer a los verdaderos hombres, aquellos que pase lo que pase, no te van a dejar, y Leo es uno de ellos, se ve que él te tiene confianza y tú a él.
_ Cómo puedes basarte en simple confianza, cuando hay tantas situaciones, tantos sentimientos, tantos intereses, para asegurar que Leo no me dejará.
_ Porque un pequeño acto de confianza, puede ser la diferencia entre una vida feliz o una infeliz, o más aún, entre la vida y la muerte. Un simple acto de desconfianza puede ser el causante de una tragedia descomunal. - su rostro se entristeció y su sonrisa se apagó.
Ella lo noto de inmediato, pero no sé atrevió a preguntar.
_ Él te ama. - dijo levantándose abruptamente. Le pareció que sus ojos estaban cristalizados. _ solo confía en él. - se estaba retirando.
_ ¡Espera! - se puso de pie y la detuvo. _ no te vayas, veo que esto te lástima, ¿quieres hablar.?
_ En realidad no, es algo que sucedió hace ya mucho tiempo, no es justo que lo saque de nuevo. Perdóname por incomodarte.
_ No me incómodas y me gustaría que confiaras en mí, se ve que aún te causa mucho dolor, quizás contárselo a una desconocida como yo te ayude. - la condujo con amabilidad de nuevo a la mesa. _ mencionaste que no es justo, ¿no es justo para quién?
_ Para mí esposo. - dijo.
_ Pero ustedes se aman, se ve que son una pareja sólida y hablando de confianza no parece existir desconfianza entre ustedes, en lo más mínimo
_ Hubo un tiempo en el que la hubo por parte de él y no solo destruyó mi vida, la de mi hijo, si no la suya propia, literalmente casi me costó la vida. No tienes idea... - sacudió la cabeza como si quisiera liberarse de esos pensamientos. _ algo tan pequeño desencadenó una serie de acontecimientos que desembocó en la muerte de la madre de Santiago, de sus hermanos, cuñados y sobrinos, nuestro matrimonio se terminó, el me sacó de su vida y de su casa y me arrebató un año y medio de la vida con mi hijo.
_ No lo puedo creer. - la miró sorprendida. _ Tu esposo no parece ser capaz de ese comportamiento, no contigo, estoy confundida. Se ve que te ama de verdad.
_ Eso es a lo que lleva la desconfianza, hace de una persona buena un monstruo, un animal primitivo que no toma consciencia de sus actos, hasta que es demasiado tarde y a veces nunca lo hace, por eso no dejes que la duda en ti surja, confía en él y espera. No permitas que su familia se interponga y cree enemistad entre ambos. Nosotros lo superamos, pero nos costó lágrimas, tiempo y mucho amor, tienes razón, él me ama y no lo dudo ni lo dudaré jamás, perdoné lo que me hizo, pero créeme las secuelas permanecen y a veces son de por vida, aun cuando uno quisiera olvidarlas, pero ahí están, no dejes que esta tristeza y esta melancolía llegué a más. Él vendrá Santiago lo dijo y si lo dijo es porque sabe lo que dice. Mientras esté con vida puedes esperar en él.
Daniela la miró, era imposible no sentirse fuerte después de esto, ella pensó que la consolaría y la consolada fue ella.
Miró como Santiago se acercaba y la tristeza de Elizabeth se desvanecía, era imposible creer la historia que le acababa de contar al ver el amor con el que uno y otro se miraban, el rostro de ella resplandeció al nada más verlo, y el de él se llenó de ternura, de amor, la sostuvo con firmeza de la cintura y la besó ligeramente, conteniéndose quizás por su presencia, pero ofreciéndole con su mirada mil promesas.

ESTÁS LEYENDO
EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceÉl es un reconocido líder criminal, no por voluntad propia, nació y creció en ese ambiente, un mundo lleno de violencia y maldad, sin embargo, se resiste con todas sus fuerzas a seguir en ese camino, porque en realidad nunca fue su camino. Pero como...