Aunque Anabel forcejeó, no logró liberarse y pronto se vio atada a las vías del tren, no podía creer los giros que habían dado las cosas, ese maldito de Federico Torres estaba llevando este juego muy lejos, a menos de que no fuera un juego y por el contrario la estuviera traicionando.
Con impotencia sintió como la sometían y la ataban a las vías del tren. Escuchó la euforia de esos hombres cuando supieron que el tren se acercaba, luego escuchó los gritos desesperados de Jorge pidiendo que la liberaran, su hijo, aquel al que ella acababa de entregar a la muerte sin remordimientos, aquel a quien nunca había visto doblegarse ante nada, aquel que no lloraba, ni se mostraba débil nunca y que jamás le suplicaba a nadie.
Mantuvo la esperanza de ser liberada hasta el último segundo. No sintió miedo solo un profundo dolor, dolor no por lo que le estaba pasando, sino, un terrible dolor por haber traicionado a aquel joven que había demostrado amarla sin condición, que luchaba por ella a pesar de saber que a causa de ella estaba a punto de perder la vida. En un último intento luchó por soltarse, no para salvarse, pero si para estar al lado de su hijo, para evitarle el dolor de ver lo que seguramente ya estaba viendo, porque contra todo pronóstico ella veía la escena, él gritaba y luchaba desesperado por librarse de sus captores, miró su rostro angustiado, su mirada perdida de dolor, luego se cubrió el rostro y gritó desesperado, su grito de impotencia traspasó sus sentidos. Todo era tan irreal, ella estaba parada ahí junto a su hijo y su esposo, sin poder tocarlos, sin poder hablarles, el llanto sordo y las maldiciones que salían de los labios de su hijo traspasaron su corazón, se dio la vuelta para no ver y se tapó los oídos para no escuchar, pero seguía viendo y seguía escuchando, por un momento el ruido ensordecedor del tren pasando por el lugar alteró sus sentidos y más los alteró la imagen que vio.
El tren seguía avanzando, los vagones pasaban uno tras otro, por los rieles, donde se suponía que estaba ella atada, sin disminuir siquiera su velocidad, y no lo hacía, porque parados a los lados de las vías, los hombres armados de Federico Torres, apuntando sus armas, daban indicaciones de que siguiera su marcha y por supuesto nadie se arriesgaría a recibir una bala por detenerse. Cuando esa enorme mole de hierro terminó de pasar, observó con horror aquel bulto que yacía a un costado de las vías, parecía un simple atado de sus ropas ensangrentadas, sin forma, que alguien hubiese dejado a la deriva, pero, no, era ella, era su cuerpo que había sido arrastrado metros más adelante, no prestó más atención porque sabía que eso no era todo seguramente más partes de su cuerpo yacían por el lugar, el maldito de Federico Torres le había quitado la vida, entonces, ¿por qué estaba ella ahí, de pie, mirándolo todo? No sentía dolor, solo se sentía ligera, sus sentidos se habían agudizado y percibía las cosas de forma extraña. Así que eso era la muerte, ¿solo eso?, ¿pasar de un estado a otro, sin consecuencias? ni siquiera había sentido dolor, no había tenido tiempo, de haberlo sabido, hubiese hecho tantas cosas que no se atrevió por miedo a pagarlas después de la muerte, aun así, había hecho suficientes como para pasar una eternidad en el infierno.
Era una locura, seguía viva, seguía sintiendo, su familia perdió su interés, de hecho, ya no le importó, esto que estaba experimentando era interesante, la euforia se apoderó de ella, se sintió invencible, se sintió la dueña del universo, lo que podría hacer en su condición. No sabía qué, pero lo descubriría.
Iba a dar rienda suelta a sus emociones, cuando empezó a percibir algo extraño, su entorno empezó a cambiar, la luminosidad del medio día, se tornó tenue, los colores se volvieron opacos, la alegría empezó a dar paso a la preocupación, y luego al miedo, una opresión golpeó su pecho, como si algo hubiese hecho contacto con él sofocándola, las voces y las risas de los hombre presentes se difuminaron para dar paso a otras voces y otras risas, pero estás eran diferentes, más parecidas a gruñidos, como si cientos de animales estuviesen dando vueltas a su alrededor, como si de una jauría hambrienta se tratara, esperando el momento de atacarla, la calidez del ambiente se empezó a tornar frío, hasta helarle los huesos. Ya no era miedo lo que sentía, empezó a sentir un pánico irracional, trató de controlarse pero la oscuridad que empezó a envolverla la espantó aún más, quiso gritar cuando le pareció ver sombras moviéndose a su alrededor, luego sintió su presencia, no era su imaginación, la rodeaban, la tocaban, pero no le hacían dañó, quiso apartarse , fue entonces que lo sintió, unas garras con uñas afiladas la tomaron por detrás y se clavaron en sus brazos, ella gritó de dolor y de sorpresa, y una risa estruendosa se dejó escuchar por el lugar, sintió la respiración apestosa y nauseabunda de ese ente detrás de ella, quería vomitar, pero no podía, intento liberarse, pero mientras más lo intentaba esas uñas se clavaban más profundo en su carne, luego sintió que la tomaban de los pies dos entes más pequeños pero no menos aterradores la sujetaron de los tobillos. No le dieron tiempo de reaccionar la jalaron hacia abajo llevándola hacia una especie de torbellino. Un grito escalofriante salió de su garganta, sabía hacia donde se dirigía y deseo haber tomado otro camino en su vida, pero ya no había retorno. Ya nadie la escuchó.
*****
Emiliano Elizalde no salía de su asombro por lo que estaba viviendo, Federico Torres le había quitado la vida a Anabel, y no estaba espantado por eso, él mismo lo había hecho tantas veces con otras personas, para él el privar de la vida o dejar vivir no significaba nada, más que confirmar su poder, pero ahora era distinto, estaba del otro lado y estaba viendo como le arrebataban la vida a la mujer que había compartido su vida por tantos años, era la madre de su hijo y la verdad no le importaba, le importaba su hijo que estaba devastado y le importaba lo que estaba viendo, lo que al parecer nadie más veía, mientras casi todos celebraban la gran hazaña, el permanecía espantado, mirando como entes diabólicos y descomunales envolvían a la que una vez fue su mujer y la arrastraban con ellos hasta desaparecer de su vista, y aquel gritó desgarrador que conmovió su, hasta ahora inconmovible corazón, lo dejó helado, un frío que caló sus huesos lo hizo temblar, supo que era el frío de la muerte, miró a su alrededor. Esas entidades diabólicas no se habían marchado por completo con ella, la mayoría permanecían ahí, las veía por todas partes, posicionadas detrás o a los lados de muchos de los que ahí estaban, miró hacia su hijo y con horror vio como lo rodeaban, Federico Torres era seguido por uno gigantesco, que cambiaba de forma constantemente, y dos más pequeños, pero igual de aterradores, él mismo pudo sentir la presencia de esas sombras tenebrosas que parecían envolverlo cortando su respiración. Nunca en su vida había experimentado un temor tan profundo y tan irracional como el que experimentaba ahora, no temía a la muerte, si no a lo que lo esperaba después de ella y no quería pasar por eso, ni que sus hijos lo pasaran, con ver a Anabel había sido suficiente, sin embargo, no supo cómo o porqué, pero sabía a ciencia cierta que todos aquellos, que a su alrededor tenían a esas criaturas, estaban próximos a morir. Nadie se lo dijo y nadie se lo confirmó, pero era algo sobrenatural que le hacía tener conciencia de que esa era un hecho. Esas entidades solo estaban esperando el momento para cumplir con su trabajo que era tomar esas almas y llevarlas hasta el mismísimo infierno, cerró varias veces los ojos esperando verlos desaparecer, pero no sucedía. En ese momento fue consciente de todo lo que había hecho a lo largo de su vida, y supo que nada valía la pena si ese era el precio a pagar por sus actos, nada lo valía, porque sabía que de ahí no había vuelta atrás y que eso que se le estaba permitiendo ver no era nada, absolutamente nada comparado con lo que les esperaba más adelante, y lo peor, que era por la eternidad.Miró a Federico festejando con sus hombres, no quería morir, ya no quería morir.
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EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRA
عاطفيةÉl es un reconocido líder criminal, no por voluntad propia, nació y creció en ese ambiente, un mundo lleno de violencia y maldad, sin embargo, se resiste con todas sus fuerzas a seguir en ese camino, porque en realidad nunca fue su camino. Pero como...