CAPÍTULO 10 ESOS OJOS QUE ME MIRAN

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NOTA:
Como lo prometí, les dejo el primer capítulo de éste maratón. Espero que les guste.  Bendiciones.

*****
Daniela por fin cayó rendida al sueño, había sido una noche larga, pronto los primeros rayos del sol entrarían por su ventana y ella no había sido capaz de quedarse dormida, ¿por qué? Porque Leo Elizalde y su padre no les daban tregua a sus pensamientos, porque no entendía el afán de ese hombre de hacerles la vida imposible, no entendía porque su madre lo apoyaba, aún en contra de ella. Sabía que era ella quien había acudido a él, para evitar que se marchara y lo había conseguido. Su madre le había rogado que no se fuera, insistía en que lo de ella y Leo era un simple enamoramiento, que se hacía fuerte solo porque lo tenían prohibido, pero pasaría, que ella tenía que darse la oportunidad con alguien más. Su lógica era razonable, sin embargo, sabía que en su caso no era así, su corazón le pertenecía a Leo al cien por ciento, jamás podría mirar a alguien más y su madre también lo sabía, no entendía por qué había acudido a su propio enemigo, cuando era ella quien siempre le aconsejaba mantenerse alejada de todos los Elizalde, pero principalmente de Emiliano. <<Es el peor de todos>> decía desde que tenía memoria. Sin embargo, eran los Elizalde quienes no las dejaban en paz a ellas, y siempre después de cada encuentro de su madre con ese hombre o de su padre, ella terminaba encerrada en su recámara llorando, como ahora, pero ahora no solo su madre había terminado llorando, también ella lo había hecho, por el coraje y la frustración de saber que los tenían en sus manos y no podía hacer nada.

_ Esta es solo una advertencia. - le había dicho Emiliano, cuando una vez más, sus hombres irrumpieron en su casa mientras estaba sola y la llevaron ante él. El día anterior su padre había llegado con la ropa sucia y desarreglada y con varios golpes en su cuerpo.

_ Intentaron asaltarnos. - había dicho a su familia. _ unos hombres bloquearon la carretera para cortarnos el paso, pero los pudimos esquivar, entonces dispararon a las llantas de la camioneta, perdimos el control y fuimos a dar contra un árbol después de salirnos del camino, para colmo la camioneta empezó a Incendiarse, por fortuna pasaba por el lugar gente de los Elizalde y además de impedir el robo, nos echaron la nano para apagar el fuego y luego nos trajeron de regreso.

Ella miró palidecer a su madre, sabía que pensaba lo mismo que ella, los Elizalde no hacían nada solo porque sí, estaban seguras de que habían sido ellos mismos los atacantes y lo había comprobado cuando más tarde ese hombre la hizo ir ante él.

_ Ahora ya sabes lo que sucederá si en tu terquedad te marchas de este lugar. - la miró con dureza.

_ ¡Que gana con tenerme aquí. - alzó la voz.! _ ¡no entiendo, me quiere lejos de su hijo, pero no quiere que me vaya! ¿PORQUÉ?

_ ¡PORQUE TE QUIERO CERCA DE MÍ! - también alzó la voz. - ¡porque me interesas mucho y porque solo así tengo controlado a Leo, solo teniéndolos a la vista puedo asegurarme de que no están juntos!

_ ¿Porque? - lo miró con suplica.

_ ¡PORQUE NO SE ME DA LA GANA! - gritó. _ ¡no me cuestiones más y solo obedece, si no quieres ver a tu padre en un ataúd y no me detendré ahí! ¡La siguiente será tu madre, solo que ella no morirá rápido, quizás primero me divierta con ella! - Daniela lo había mirado horrorizada, sobre todo porque sabía que decía la verdad. No le quedó más que aceptar que se quedaría. Él la había mirado complacido, aunque había un brillo en sus ojos, no pudo entender que era, porque no era su habitual burla, ni satisfacción por haber triunfado una vez más, era algo más, quizás tristeza, desesperanza, no se quedó a analizarlo, salió de ahí y esos hombres la llevaron de nuevo a su casa. Y como hacia su madre, se encerró en su recámara, su madre siempre había pensado que su hija no se daba cuenta, pero lo hacía y ahora lo entendía, nunca un encuentro con ese terrible hombre sería agradable, ni fácil de superar, quizás su madre tenía el mismo pensamiento que él, que teniéndola a la vista podía asegurarse de que no se encontrara con Leo.

Desde siempre recordaba a su madre pidiéndole que no se acercara a ninguno de ellos, cuando eran tres, luego cuando uno de ellos murió asesinado, la cuidó de los dos que quedaban.

_ Debes mantenerte alejada de ellos. - le decía siempre. _ solo te harán daño.

y ahora era de Leo de quién  la cuidaba, lo curioso era que, Leo era quien la seguía a ella, era quien, a pesar de su renuencia a estar cerca de él, era él, quien siempre estaba cerca de ella. Siempre cerca, pero distante.

Sus pensamientos volaron, hasta su infancia. Desde que tenía memoria, él la miraba desde la distancia, y jamás se acercaba a menos de que estuviera en problemas, jamás recordaba haber visto a alguien llegar hasta ella antes que él, y nadie le tendía la mano, de no ser él, aun cuando no cruzaran palabra, o que se alejara en cuanto ella estuviera fuera de peligro.

Esto se sucedía vez tras vez, año tras año, ni siquiera el hecho de ingresar a la escuela cambio en algo su actitud, no importaba en donde estuviera, si lo necesitaba, sabía que el aparecería, ¿de dónde? No lo sabía. Él simplemente se las ingenió para estar presente. Parecía cuidarla, pero ¿de qué?o ¿de quién?

Luego vino la universidad para él, pero contra todo pronóstico se quedó en el pueblo, claro no sin que Emiliano Elizalde pusiera el grito en el cielo. El quería que su hijo estudiara y el se rehusaba a hacerlo. Al final ganó Leo o quizas llegaron a un acuerdo, no lo sabía, lo cierto era que cuando le tocó el turno a ella de ingresar a la universidad y que pensó que por fin lo perdería de vista, ahí estába de nuevo, como siempre cerca, pero distante.

Sus padres se habían esforzado por ahorrar para sus estudios y ahora se podían permitir rentarle un departamento en una buena zona, no era como la que tenían al lado, cruzando la angosta calle, que era un complejo de apartamentos exclusivos, pero era buena y podía estar tranquila.

Lo que nunca se imaginó, fue levantarse una mañana y al salir a la calle levantar su vista y encontrarse de pronto con aquella mirada que increíblemente seguía persiguiendola a todas partes.

Ni siquiera se molestó al descubrirlo y no lo hizo, porque durante los pocos días en los que, ingenuamente había pensado que el no estaría más, se había sentido sola y desprotegida y ahora su alocado corazón se alegraba de que siguiera presente.

Desde la ventana del segundo piso del edificio de al lado aquella mirada enigmática y penetrante no se apartó de ella, hasta que se perdió de su alcance, pero eso no la inquietó, sabía que para cuándo llegara a la universidad, él ya estaría ahí en algún lugar, vigilandola de nuevo, y no se sorprendería que incluso en esos momentos la estuviera siguiendo en el transporte público, claro, él desde su lujoso auto.

Así era Leo Elizalde, y así había sido, hasta que le declaró su amor y todas las fuerzas del universo parecieron exacerbarse y ponerse en su contra.

EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora