Lorenzo Maldonado y Miguel de la Fuente, se miraron uno al otro. Todo estaba hecho. Ordenaron a sus hombres subir a sus prisioneros a dos de las cuatro camionetas que acababan de llegar. Serían trasladados al rancho de Emiliano Elizalde, ahí se reunirían con su amigo y socio Santiago Morán, quien les informaría que era lo que seguía a continuación.
A pesar de haber llegado en helicóptero al lugar, ahora se unían a la caravana de camionetas, el helicóptero sería usado para trasladar al más joven de los Elizalde al hospital de Santiago, aquel donde no habría preguntas, ni investigaciones por llevar a un baleado y mucho menos se levantaría un reporte para la policía.
Lorenzo y Miguel habían sido convocados por Santiago para esta misión por ser quienes estaban disponibles en ese momento, y todo había salido bien.
Habían logrado llegar a tiempo para rescatar a aquel joven de las garras de sus captores, ya lo tenían atado a las vías del tren y éste se aproximaba con estrepito, cuando, mientras unos sometían a sus enemigos, otros lo liberaban con prisa.
James que era el interlocutor entre ellos y Santiago, les había advertido que esa gente estaría grabando o realizando una video llamada, así que antes de intervenir, les pidió esperar a su señal. Lo primero que hizo fue neutralizar las grabaciones, todo habían sido tan sutil, que del otro lado lo habían de haber percibido como una falla del equipo o de la señal.
Luego de lograr su cometido, los demás se dispusieron a someterlos y rescatar a Jorge Elizalde, dandose prisa en montar el siguiente escenario, que era fingir la muerte del chico, solo se necesitaba un cadáver y lo tenían a la vista. Con cuidado despojaron a Jorge de su ropa y desgarrándola acomodaron los restos de aquella mujer en ella, era algo grotesco, pero indispensable para mantener tranquilo a Federico Torres, después de todo, no necesariamente se tenía que ver el momento del paso del tren, bastaba con que vieran el resultado final y era que él chico estuviera muerto, así el grupo que tenía al padre y a Leo se quedarían quietos y tranquilos en su lugar y todo sería más fácil para ellos, no necesitarían recorrer los caminos en busca de más delincuentes los tendrían ubicados en solo dos lugares.
Como supusieron, cuando obligaron a aquel hombre que estaba a cargo, a hablar con su jefe y decirle que todo estaba hecho, que el chico estaba muerto y le mostró las imágenes de aquel cuerpo ya sin forma con las ropas ensangrentadas de Jorge, este quedó conforme y les ordenó regresar a su rancho.
Ahora iban ya de camino, pero no por voluntad propia, ni a su rancho, si no al del padre de Leo. Ahí era donde se decidiría su suerte.
Por desgracia no todo había sido tan fácil, no faltó quienes se revelaran, habían resultado tres muertos en aquel lugar y dos heridos a quienes llevaban consigo, la idea era que recibieran atención médica al llegar, pero no lo lograron.
Lorenzo había ordenado dejarlos a la orilla del camino, cuando menos sus familias sabrían que había pasado con ellos y recuperarían sus cuerpos, había tantos desaparecidos, tantos que su gente jamás volvía a saber de ellos y eso era peor que saberlos muertos. Sabía que las autoridades solo darían fe de los cadáveres y atribuirían sus muertes a una guerra entre grupos criminales y se desistirían de seguir investigando. Además, todo había sucedido en territorio de Federico Torres, Leo y su padre no se verían afectados, no tenían nada que los involucrara con lo sucedido.
*****
Leo sostuvo a su padre con fuerza, sabía que él estaba debilitado por lo que ya le habían hecho pasar, aquél hombre los obligó a caminar por las vías del tren, sobre aquel precario puente, cuando éste los dejó y corrió para salir de ahí, Leo supo que aún no estaban seguros, miró hacia abajo y lo único que vio fue piedras y arena._ Vamos a avanzar un poco más. - dijo a su padre, tenían que ir con cuidado su padre estaba débil y él tenía que caminar hacia atrás cuidando cada paso que daba. Sus manos estaban atadas hacia el frente y unidas a las de su padre. _ confía en mí. - pidió al ver la incertidumbre y la desolación en el rostro de él.
_ Es inútil. - dijo con voz apenas audible. Leo sabía que se estaba conteniendo, eran muchas las emociones que lo embargan, acababa de ver morir a su hijo y pensaba que no habría salvación para ellos.
_ Saldremos de esta. - lo miró a los ojos. Solo tenemos que llegar al centro del puente. Brincaremos cuando yo te diga.
_ ¿Estás loco? - lo miró como si hubiese perdido la razón. ¿sabes cuantos metros hay hacia abajo? El río está crecido y nosotros atados, jamás sobreviviríamos.
_ Prefiero morir ahogado que ser despedazado por el tren. - dijo Leo. _ además ya te dije que confíes en mí, saldremos de esta, te lo prometo.
Emiliano obedeció y mientras seguían avanzando miró lo que Leo hacía. Escondida en una de sus manos traía pegada una pequeña navaja, era una cinta especial, que simulaba piel, nadie se hubiese dado cuenta, ni siquiera él, hasta que vio como la despegaba con dificultad con su otra mano, era muy pequeña, pero suficiente para cortar sus ataduras.
_ Nos están mirando. - le dijo. _ así que finge que seguimos atados. Saltaremos cuando el tren casi esté sobre nosotros, ellos desde su perspectiva creerán que nos embistió, toma aire antes de saltar, porque no saldremos a flote hasta mucho más adelante, ¿crees poder hacerlo?
_ Lo haré. - dijo, pero si no lo logro déjame, no intentes salvarme y sal tú de esta, no quiero perder a otro de mis hijos, menos siendo tú. - Leo miró la tristeza en su mirada.
_ Nadie va a morir y te aseguro que Jorge nos estará esperando.
_ ¡Lo viste morir! - exclamó.
_ A veces las cosas no son lo que parecen, el cuerpo que viste no era él. Mis amigos fueron en su ayuda y estoy seguro de que lograron rescatarlo.
_ Quiero creerlo. - lo miró conmovido. _ Si salimos de esta cambiaré mi vida te lo prometo.
_ Saldremos. Solo confía en mí.
El tren ya se escuchaba, Leo se apresuró, tenía que estar seguro de que al saltar, cayeran en el río y no a la ribera de este o serían hombres muertos, aun así, sería difícil, porque las aguas de un río crecido siempre son traicioneras, aun cuando fuera buen nadador. Y más si tenía que llevar a su padre a cuestas, él también era buen nadador, pero su condición en estos momentos, era muy precaria.
_ Leo. - lo detuvo su padre. - sé que estás enojado conmigo y no quiero irme sin pedirte perdón, créeme que todo lo que he hecho siempre lo he hecho pensando en tu bien.
_ No es momento. - lo cortó Leo. _ saldremos de esta, ahorra tus energías en lograrlo, por favor, concéntrate en ello.
Emiliano no dijo más, su hijo, aunque lo ayudaba, seguía resentido con él, lo sabía, aun así, se estaba arriesgando por él. Podría perder la vida, pero ahí estaba, eso tendría que significar algo, ¿o no?
El silbato del tren empezó a escucharse más cerca, ya lo tenían de frente a unos cuantos metros, él hubiese brincado ya, pero Leo no daba la orden.
A segundos del impacto Leo gritó para hacerse oír.
_ ¡AHORA! - gritó jalándolo y llevándolo consigo. El golpe al chocar contra el agua fue duro, luego ambos se vieron rodeados de aguas turbulentas, que los arrastró sin remedio, Leo no soltó a su padre, la corriente los arrastró río abajo, sabía que su padre aguantaría mucho menos que él, por su precaria condición, así que no esperó tanto para llevarlo a la superficie. El dilema ahora, era como salir del caudal del río y como salir ilesos de aquel cúmulo de escombros que el río arrastraba.
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EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRA
عاطفيةÉl es un reconocido líder criminal, no por voluntad propia, nació y creció en ese ambiente, un mundo lleno de violencia y maldad, sin embargo, se resiste con todas sus fuerzas a seguir en ese camino, porque en realidad nunca fue su camino. Pero como...