CAPÍTULO 49 NO ES TU PADRE

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Lucía se sorprendió de ver a su hija en casa, era media mañana y la miró salir hacia el exterior. Se veía triste y demacrada, sus hermosos ojos presentaban grandes ojeras. Observó cómo se paraba en el patio mirando estática hacia la distancia, había adelgazado y era la sombra de lo que había sido antes, su sonrisa ya no aparecía y menos su sentido del humor. Se preguntó si valdría la pena lo que estaba haciendo, quizás era hora de tomar una drástica decisión, sabía que después de eso, no habría vuelta atrás y que su vida y la de Fernando dependían de lo que le dijera a su hija, era seguro que Fernando estaría de acuerdo con ella y la perdonaría, todo por el bien de su hija, ambos estaban dispuestos a todo por su felicidad, sin embargo, tenía que asegurarse de que ella entendiera que a partir de ese momento tendría que olvidarse de ellos y marcharse, porque Emiliano no perdonaba y no solo ellos morirían a manos de él, si no ella también.

Después de todo, tanto ella como Fernando sabían que Emiliano ya había decidido acabar con la vida de él, solo era cuestión de tiempo, en cuanto no lo necesitara más terminaría con él.

Se armó de valor y salió al exterior. El momento había llegado.

_ Buenos días - saludó. _ ¿sucedió algo? No fuiste a trabajar.

_ Me descansaron. - dijo con cansancio. _ me obligaron a tomar una semana de vacaciones, creen que me estoy excediendo en el trabajo.

Y no se equivocaban, estaba tomando todas las horas extras que podía, ya prácticamente vivía en el hospital, pero no había otra forma de sacar a Leo se sus pensamientos, si no llenando su mente de trabajo y más trabajo y ni siquiera era suficiente para hacerlo, simplemente no podía.

_ Te hará bien un poco de descanso. - la miró con tristeza. Estas dos semanas la había estado evitando, aunque no lo dijera, ella lo sabía y no la culpaba. _ además quizás sea hora de que hablemos de lo que sucedió tantos años atrás.

_ No es necesario mamá, no quiero saber los detalles, me basta con saber que soy hija de ese hombre al cuál detesto, no sé, ni entiendo tus motivos, pero no quiero juzgarte, siempre has sido una excelente madre y un excelente ser humano, todos cometemos errores, tu cometiste uno y no te voy a condenar por eso. Ahora lo único que deseo es vivir en paz.

_ Mi niña. - la abrazó con fuerza. - sabía que, si no hablaba, nunca lograría vivir en paz como lo deseaba. _ quizás lo que tengo que decirte te permita encontrar esa paz que buscas, y sé que me vas a odiar aún más, pero es necesario.

_ No te odio mamá y no lo haré, lo único que quiero saber, es que sucede con mi padre, ya es tiempo de que estuviera aquí, además por mucho que se ausente, siempre se comunica y nos mantiene al tanto de lo que hace, esto ya no es normal, su única llamada fue tan corta, que no tuve tiempo de preguntarle nada.

_ Él va a estar bien. - dijo, no le diría la verdad, porque entonces, ella no se marcharía, y tenía que convencerla de alejarse de ahí. _ ambos estaremos bien, pero tú tienes que ser valiente y salir de aquí.

_ No iré a ningún lado. - protestó pensando que se refería a su inminente salida de la que siempre fue su casa. _ y menos con ese hombre, no quiero vivir en su rancho, ni en su casa, no quiero ser su hija.

_ No irás con él. - tomó sus manos entre las suyas. _ no tienes por qué hacerlo. - la miró a los ojos. _ no eres su hija, él no es tu padre.

Ella la miró en shock.

_ ¿Qué dices? - su expresión era de total desconcierto. No podía creerlo, su madre disvariaba. _ debe de ser una broma. - se soltó encarándola.

_ No es broma, es la verdad. - su mirada estaba cargada de culpa.

_ ¿Me estás diciendo que mentiste? - empezó a levantar la voz. _ ¿que fuiste capaz de ver como se destruían mis sueños y los de Leo, que arruinaste nuestras vidas y todo era mentira?

_ ¡Hija...! - quiso acercarse a ella.

_ ¿Fuiste capaz de vernos destruidos y no hablaste con la verdad? - la miró con dolor. _ ¿todos estos años intentaste alejarnos, impidiendo nuestra felicidad, sabiendo que no había razón para hacerlo?

_ ¡Había una razón! - intentó acercarse, pero ella se alejó. _ ¡solo quería protegerte!

_ ¡De qué! ¿sabes que mi vida ya no tiene sentido?

_ Pero antes lo tenía y quería que vivieras, eras feliz. No quería que ese hombre te destruyera... - su voz se quebró.

_ ¡Mamá! - se volvió arrrpentida hacia ella, al escuchar su llanto incontrolable. _ ¡perdóname por mi arranque, te conozco, eres la mejor mamá del mundo, la mejor esposa y la mejor mujer, esta situación me está volviendo loca, antes no quería saber tus motivos, pero ahora necesito saber todo, para entenderte y para saber que debo de hacer!

_ Mi niña. - la abrazó con fuerza. - ambas lloraban. _ necesito tu perdón, pero más que eso necesito que me prometas, que pase lo que pase, te marcharas de aquí, tu papá y yo estaremos bien, pero tú debes de buscar a Leo y ser feliz, Emiliano no los dañará, mientras siga creyendo que eres su hija.

*****
Leo se llevó las manos a la cabeza, era casi mediodía, y ya estaba agotado, ¿y cómo no? Esas últimas dos semanas había trabajado como loco, no se daba descanso, y no lo hacía porque no podía darse el lujo de perderse en sus pensamientos.

Había luchado tanto por olvidarla y al parecer nada daba resultado.

Todos creían que se encontraba en la capital del país o más aún, fuera de éste, que se había marchado lo más lejos posible de ella, sin embargo, no podía hacerlo, le había prometido estar para ella cuando lo necesitara y se lo cumpliría, y aunque se había visto tentado a volver a sus viejos hábitos, cuando desde lejos la miraba y la protegía, ahora no podía, simplemente porque no sería capaz de no acercarse a ella, perturbando la paz que ella hubiera podido mantener en este tiempo.

Aun así sabía por medio de Óscar de su vida diaria y sabía que al igual que él, se había sumergido en el trabajo, pero fuera de eso su vida transcurría normal, nada de qué preocuparse, ella y su madre seguían en su casa, solas, ya sabía que Fernando estaba siendo retenido por su padre y no lograba averiguar con qué fin, aunque lo intuyera, sin embargo, seguía atento, por fortuna su padre había entrado en razón y había accedido a dejarlo comunicarse con Daniela, por lo que ella se había quedado tranquila, pero él no. Sabía que él quería llevarlas al rancho y que ellas se resistían, lo conocía y sabía que estaba siendo paciente, pero cuando se acabara su paciencia, nada bueno se podía esperar de él.

Suspiró aliviado, al menos por lo pronto ella no corría peligro. Y si lo hiciera tenía gente lista para actuar y él se hallaba tan solo a media hora de su casa, así que podía estar tranquilo.

Sintió su teléfono vibrar, seguro era Oscar era con quién mantenía contacto, además, ¿Quién más podía ser a esa hora?

Miró la pantalla y palideció, sin perder tiempo contestó. Ciertamente no esperaba nada bueno, pero nunca se imaginó lo que escuchó

_ ¡LEO! - se oyó la voz alterada de Daniela. _ ¡TE NECESITO! - gritó. De fondo se escuchaba un gran alboroto, incluso se oyeron varias detonaciones, la sangre se le heló, y más al escuchar su llanto desesperado. _ ¡TU PADRE SE VOLVIÓ LOCO! ¡LA VA A MATAR! - gritó con desesperación, luego un grito de terror de ella y silencio, su teléfono estaba muerto.

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EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora