Leo estaba en el exterior de la casa de su padre, sabía que él había ido en busca de Daniela.
Siempre que se encontraba ahí evitaba por todos los medios encontrarse con la víbora de su madrastra, pero hoy sus defensas estaban tan bajas y sus pensamientos tan lejos, que no la sintió, hasta que la tuvo casi encima de él.
_ ¿Por qué está tan triste mi querido "hijo"? - acarició su espalda.
_ ¡No soy tu hijo! - se apartó con brusquedad. No era la primera vez que intentaba seducirlo.
_ ¡Gracias al cielo! - dijo con sarcasmo. _ ¡al menos tengo una oportunidad contigo! - se acercó de nuevo.
_ ¡Jamás la tendrás! - dijo molesto. _ ¡eres la mujer de mi padre!
_ ¡Es tu oportunidad de vengarte de él! - insistió. _ ¿crees que él piensa lo mismo cuando está detrás de tu Daniela?
_ ¡Eso a ti no te importa! - la enfrentó.
_ ¡Me importa porque esa mujerzuela me está arrebatando lo que es mío!
_ ¡Lo que es tuyo, es lo que mi padre quiera darte y no más! - la tomó de la nano con violencia. _ y no vuelvas a llamarla a ella mujerzuela, aquí la única mujerzuela eres tú.
_ ¿Y cómo se le llama a la mujer que está con el padre y el hijo? - lo miró con burla. ¿o no lo sabías?
De no haber estado con ella, quizas Leo hubiese caído en su trampa, o cuando menos hubiera metido la duda en él, pero sabía que Daniela solo había sido de suya.
_ ¡No me importa cómo se le llame, solo se una cosa, esa eres tú y no ella! - la soltó con brusquedad y se alejó de ahí dejándola furiosa.
_ ¡Te arrepentirás Leo Elizalde!
- gritó. _ ¡te destruiré cueste lo que cueste! - dijo ya para sí misma. _ ¡y también me desharé de esa trepadora!*****
Jorge Elizalde miró el enorme y elegante edificio en donde vivía su hermano, por fin habían localizado a la chica. Cuando vio que ese era el lugar, supo que no sería fácil llegar hasta ella y mucho menos sacarla de ahí sin levantar sospechas, pero ya se las ingeniaría para hacerlo, tenía varios secuestros en su haber y se estaba convirtiendo en un experto.Para su sorpresa no hubo quien los detuviera, le extrañó porque el lugar parecía bastante seguro, pero a veces las apariencias engañaban, lo único que tuvo que hacer fue identificarse, el portero hizo una llamada preguntando si se aceptaba la visita y luego le dieron el pase. Todo tan sencillo. Subió a través del elevador y cuando estuvo frente a su puerta tocó el timbre.
*****
Emiliano recibió la llamada de Jorge. No esperó más fue hasta la recámara de Leo donde se había refugiado toda la mañana._ Ya está hecho. - dijo sin más. Ahora olvídate de ella.
Leo no dijo nada, apartó con violencia la mano que él había puesto sobre su hombro y salió de la habitación.
Emiliano sabía hacia donde se dirigía, quería dejarlo solo para que desahogara su dolor, pero ganó su temor a que intentara hacer alguna estupidez, el amor y el dolor hacían a uno actuar de formas insospechadas. Lo siguió tan cerca como para poder evitar que cometiera una locura, pero tan lejos como para darle su espacio. Luego lo escuchó gritar.
*****
Leo gritaba de impotencia, de desesperación, había tenido la felicidad tan cerca y de nuevo tenía que renunciar a ella. ¿porqué? Era su pregunta eterna. ¿hasta cuándo? Maldijo desesperado, deseaba tanto saltar a las corrientes del río, al menos las aguas heladas apagarían ese fuego que lo quemaba por dentro, pero no era tonto, las lluvias habían hecho que el caudal creciera y ahora ni para él sería seguro aventurarse a luchar contra esas corrientes impetuosas, las miró por largo rato conteniendo su furia y su frustración, su interior se sentía como ese río embravecido, con las aguas revueltas, hechas un caos y golpeando con ímpetu lo que se atravesaba a su paso, solo que él no podía golpear a nadie, porque quien se atravesaba en su paso era su propio padre y su hermano.
ESTÁS LEYENDO
EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceÉl es un reconocido líder criminal, no por voluntad propia, nació y creció en ese ambiente, un mundo lleno de violencia y maldad, sin embargo, se resiste con todas sus fuerzas a seguir en ese camino, porque en realidad nunca fue su camino. Pero como...