EXTRA Harriet | Halloween

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31 de octubre de 2019

162 días antes del asesinato de Harriet

Existen tres momentos a lo largo del año que no puedo perderme por nada del mundo.

La noche de San Juan.

La primera vez que nieva sobre Bergen.

Y Halloween.

Cada año, por el 31 de octubre, los jardines de las casas son invadidos por calabazas con sonrisas siniestras, telarañas gigantescas y esqueletos que cobran vida. Los habitantes del pueblo viven con auténtica alegría este día y suelen celebrarse caminatas nocturnas y fiestas en museos. Como no podía ser de otra forma, las calles se llenan de niños disfrazados que aporrean puerta tras puerta al grito de "truco o trato".

Pero también los no tan niños.

—Esa familia casi se muere del susto, Lily —se ríe Jayden, moviendo las extensiones de sus dedos de forma exagerada. Su disfraz de Eduardo Manostijeras está realmente trabajado. Me pregunto cómo puede sostener la calabaza llena de golosinas con esas tijeras de plástico.

—¡Solo les dije que tuvieran cuidado con el hombre de blanco que no parpadeaba! —se defiende ella—. No pensé que fueran a tomarme en serio.

—Les faltó poco para tirarte los caramelos a la cara y que te largaras cuanto antes.

—Además, ¡también fue culpa de Harriet! —Lily me señala—. Ella les aseguró que solo estaría aquí un par de horas y que abandonaría este mundo por la mañana.

Miro a mi mejor amiga mientras el rubor cubre mis mejillas y una pequeña sonrisa se desliza por mi cara. Nunca hubiera imaginado que me atrevería a decir algo así, pero supongo que me dejé llevar por el momento. Es como si llevar un disfraz me hiciera mudar la piel y convertirme en otra persona. Alguien más valiente.

Y la cara de miedo de aquella familia fue muy divertida.

No pude resistirme a seguirle el juego a Lily.

Nuestra tradición favorita de Halloween es ver algunas películas de terror por la tarde para ir entrando en ambiente. Entre el final de una y el principio de otra, contamos algún rumor oscuro o una historia lúgubre, como la de Anne Pedersdotter, la bruja más famosa del país. Y al final, cuando cae el sol y la oscuridad se cierne sobre Bergen, comprendemos que ha llegado la hora. Nos disfrazamos con la misma ilusión de un niño de siete años y vamos de casa en casa pidiendo dulces.

Si algo te hace feliz, no deberías dejar de hacerlo aunque te hagas mayor, ¿no?

—¿Qué hacemos ahora? —pregunta Lily, cuando llegamos al final de la calle—. Ya hemos asaltado todas las viviendas.

Jayden mira de forma distraída el recorrido que acabamos de hacer mientras yo observo cómo los niños corretean de un lado para otro. Ninguno de nosotros quiere irse aún a casa.

—En "El escondite de Mel" hacen un evento especial —añade Lily—. Regalan un cóctel de cereza sin alcohol.

—¿Sin pedido mínimo? —me sorprendo. Lily se encoge de hombros.

—Estos días han estado regalando tickets en la puerta del instituto. Puedes intercambiar uno de esos por el cóctel.

Jayden mira a Lily con los ojos entrecerrados.

—E imagino que tú tendrás algunos de esos —le dice.

Lily sonríe ampliamente y se saca tres tickets del bolsillo delantero de su disfraz de bruja.

Todas las estrellas que nos separanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora