Candace

986 221 34
                                    

Candace,

Esta será la última carta que te escriba. No, no estoy enfadado contigo. Tampoco te odio. Aquellas palabras que expresaban lo contrario no iban en serio, simplemente estaba cabreado contigo porque te fuiste sin que pudiera decirte adiós e irritado conmigo mismo porque no era capaz de comprender qué estaba sintiendo. Pero, Candace, yo sería incapaz de guardarte rencor.

Lo que ocurre es que voy a pasar una temporada fuera de aquí, y no voy a llevar papel y bolígrafo conmigo. Creo que es justo lo que necesito ahora, tomar distancia para que las heridas cicatricen y dejen de doler.

Aquí todo me recuerda a ti, Candace. Giro la cabeza y me parece ver tu pelo rubio y mirada distraída. Abro Twitter y sales en alguna cuenta de noticias. Cierro los ojos y te cuelas en mis sueños. Así que me voy. No sé si servirá para algo, pero no puedo permanecer en esta inercia por más tiempo. Tampoco abandonaré Bergen para siempre, solo hasta que pueda mirar hacia atrás sin sentir cómo el pasado me resquebraja el corazón.

Candace, últimamente pienso en lo que habría pasado si tú y yo nos hubiéramos conocido en una realidad alternativa en la que nunca hubieras ido a ese plan con Jayden, el 10 de abril. ¿Cómo habrían sido nuestras vidas? Sinceramente, yo creo que habríamos terminado sabiendo uno de la existencia del otro, pues el director me mandó a tu clase como castigo por lo que le hice a Mike. Sin embargo, hasta aquí habría llegado nuestra amistad. Tú eras demasiado introvertida como para dirigirte a alguien que no conocieras y yo estaba muy ofuscado porque me cambiaron de aula como para prestar atención a mis compañeros. Así que, en esa realidad alternativa, nuestros caminos jamás se hubieran cruzado.

Por otra parte, aunque no hay nada en el mundo que anhele más que sigas aquí conmigo, también he comprendido que este deseo es egoísta. Estabas atrapada aquí, Candace, sin poder alcanzar la paz. Por eso, pese a que me duela tu ausencia, al mismo tiempo me reconforta pensar que estás en un lugar mejor, siendo libre.

Así que ya vez, Candace, después de haberlo pensado mucho he llegado a la conclusión de que los momentos que vivimos fue un pequeño regalo del universo. Un oasis en medio de un desierto. O un respiro después de haber pasado mucho tiempo bajo el agua. Si hubieras seguido viva, no nos habríamos conocido. Por el contrario, si no te hubieses ido, seguirías retenida aquí. Y aunque hubiese preferido mil veces que no te hubiesen arrebatado la vida, para que cumplieses todos tus sueños y metas, no puedo evitar dar las gracias por haberme perseguido aquel día en el instituto. Te agradezco que no parases hasta que, finalmente, fuimos amigos.

Te confieso Candace, que en ocasiones, cuando estoy solo, mi mente vuela al pasado y vuelvo a estar en la cima de Fløyen en una noche a comienzos de verano y con las estrellas titilando sobre nuestras cabezas. De algún modo, sé que esos serán nuestros últimos momentos juntos y deseo alargarlos tanto como pueda, pero el tiempo se me escabulle entre los dedos como si fuese agua y comprendo que ha llegado la hora. Tú te irás, sin que yo pueda hacer nada, y yo me quedaré solo. Pero, en mi imaginación, tenemos algunos minutos para despedirnos.

Me gustaría pensar que te habría acompañado a tu casa ya que, al fin y al cabo, así comenzó todo. ¿Te acuerdas, Candace, cuando acabó la fiesta de Anisa y ambos andamos juntos hasta tu hogar? Fue en ese instante, cuando nuestros caminos comenzaron a entrelazarse. Creo que sería una bonita forma de decirnos adiós. No intentaría llenar el silencio con verborrea decorosa, solo por intentar hacer el momento perfecto, pero sí pronunciaría palabras sinceras y reales.

Te diría, Candace, que cuando revelaste la infidelidad del novio de Alisa, sin que ella fuese tu amiga, te colaste por la primera grieta de mi alma hasta llegar a mi corazón. Me pregunté por qué alguien haría algo así, sobre todo cuando parecía que Anisa te había robado a Lily. Fue entonces cuando comprendí lo buena persona que eras. Y no pude dejarte marchar.

Te confesaría que ver cómo defendías a Jayden, a pesar de que las pruebas apuntaban a que él era el culpable, me embaucó. ¿Por qué te aferrabas a su inocencia con uñas y dientes? ¿Estabas colada por él o qué? Pero no, simplemente confiabas en que él no te haría daño. Y tuviste razón. Eso me recordó a uno de mis principios, Candace, "nunca dejes atrás a uno de los tuyos", y supe que tú y yo nos éramos tan diferentes.

Si estuvieras delante de mí, Candace, y supiera que no vas a volver, te revelaría que la noche que viniste a visitarme al hospital tuve ganas de besarte. Te revelaste contra tu introversión habitual y acudiste al lugar por tu propio pie. Yo estaba algo grogui, pero tú, en lugar de mirarme como un cuerdo miraría a un loco, me observabas como si fuese un refugio seguro y cálido en mitad de una fuerte ventisca. En ese instante, yo me pregunté cómo se sentiría si pudiese presionar mis labios sobre los tuyos.

Es curioso, porque pensé que estábamos a galaxias de distancia, pero no fue así. Andábamos por el mismo camino, y a pesar de que nuestras pieles no podían tocarse, había una especie de energía que nos envolvía. Quizás fuese química. Electricidad Estática. El hilo rojo del destino. Y aunque ahora tú seas uno de esos puntitos brillantes que se alza sobre el cielo, ni todas las estrellas que nos separan podrán lograr que te olvide.

Nunca pude decírtelo, Candace, pero te quiero. Sé que es tarde y puede que nunca leas estas cartas, pero quiero pensar que no es así. Que de algún modo, sigues aquí, con los tuyos. Conmigo.

Gracias por haberme acompañado durante este viaje.

Te quiere,

Gael.

Todas las estrellas que nos separanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora