Capítulo 27 | Volver al principio

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—Aiden, ¿estás aquí?

Desvío la mirada del cielo oscuro en el que no brilla ninguna estrella para posarla sobre mi acompañante. Elliot tiene la frente arrugada y su semblante muestra preocupación. Mientras que la hamburguesa de mi plato está intacta, la suya ha desaparecido hace ya rato.

—Sí, lo siento —respondo. Después, en voz baja, añado—: Últimamente tengo la cabeza en otra parte.

—Te estaba comentando que Kate y yo vamos a ir al cine esta semana. ¿Quieres venirte? Creo que te vendrá muy bien divertirte un poco.

Asiento, no muy convencido, pero sin que se me ocurra ninguna excusa para librarme del plan.

Han pasado tres semanas desde que Harriet se fue. Durante estos días, el circo mediático que se instaló en torno a la casa de Jayden ha mermado, aunque todavía se puede apreciar a algún periodista pululando por los alrededores. Logan sigue en prisión preventiva pero ya se ha fijado una fecha para el juicio, y por lo que sé, Jayden todavía no ha ido a verlo. Supongo que necesita tiempo para perdonarlo.

He intentado ponerme en contacto con Jack en varias ocasiones, pero siempre tiene el móvil apagado o fuera de cobertura. Ni siquiera responde a los mensajes. Si no fuese porque es mi mejor amigo, ya lo hubiese mandado a la mierda.

No hice los exámenes de acceso a la universidad. Tampoco sé si quiero ir.

Elliot y Kate han intentado, de formas muy ingeniosas, sacarme de la cama. Esta mañana, cuando Elliot se coló en mi cuarto vestido como Sam de "El señor de los anillos" y alegando que cargar con el anillo no podía, pero sí conmigo, supe que estaba perdido. Por mucho que lo rechazara, él siempre vendría a buscarme.

La presión en mi pecho sigue intacta. No ha disminuido ni un poquito; como mucho, ha aumentado. A veces me acuesto a las tantas de la madrugada, con la voz de Jared Leto a todo volumen en mis oídos, mirando fijamente el techo y preguntándome si la sensación de vacío se irá en algún momento.

Creo que lo único positivo que he sacado de estos días es que he conseguido ponerme en contacto con Kaylee. Después de haberle contado, en la fiesta de Anisa, que consideraba que lo más justo era decirle a Anisa que su novio le estaba siendo infiel con ella, Kaylee solo me pidió algunos minutos para marcharse de su casa antes de que la bomba explotara. No intentó persuadirme de que mantuviera el secreto ni se enfadó por lo que yo pretendía. No supe si se debía a que Kaylee era consciente de la determinación que regía mis actos o a que, en el fondo, ella sabía que acudir al cumpleaños de la chica con la que su amante le ponía los cuernos estaba mal.

En cualquier caso, desde entonces, nuestra amistad se deterioró.

No es que antes fuéramos íntimos, tampoco nos acostábamos, pero la relación no volvió a ser la misma.

Kaylee me contó que ya no se veía con Charlie y que estaba pensando en ponerse a trabajar en la tienda de sus padres. No estaba resentida conmigo, como llegué a sospechar en alguna ocasión. Me dijo que le alegraba que la hubiese llamado, y aunque dudo que alguna vez volvamos a ser los cuatros un grupo, junto a Elliot y Kate, me alegra saber que no la hemos perdido.

—Estás muy distraído, Aiden —comenta Elliot, devolviéndome al presente. Si es que hasta me parezco a Harriet, todo el día con la cabeza en las nubes—. A veces miras a la multitud como si buscaras a alguien.

—Tonterías. —Le resto importancia al asunto con un gesto de mano—. Lo que pasa es que hace tiempo que no salgo de casa y me apetece observarlo todo.

Elliot resopla. Aunque lo que le he dicho no es mentira, tampoco es la verdad. Inconscientemente, sí que busco a alguien, aunque esa persona ya no esté. Pero no puedo evitarlo. A veces veo una cabellera rubia o unos ojos verdes y el corazón me da un vuelvo, pensando que ella ha vuelto, pero no es así. Y entonces el nudo en mi pecho se incrusta un poco más, como si quisiera cerciorarse de que nunca podré sacarlo de ahí.

Todas las estrellas que nos separanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora