Capítulo 19 | La graduación

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Los días fueron sucediéndose. Cuando fui a darme cuenta, ya había pasado una semana.

En el instituto, nada cambió. Los profesores continuaban impartiendo sus lecciones, aunque el contenido de las mismas había disminuido, ya que acabarían pronto con el temario. Por los pasillos, se respiraba un ambiente general de nervios, entusiasmo y expectativas, supuse que por el final del curso y la graduación.

Lily siguió en compañía de Anisa y Charlotte, y yo no pude odiarla por ello. No sabía cómo habría sido nuestra relación si yo aún hubiera seguido viva, si nos habríamos terminado distanciando con el tiempo o si siempre habríamos sido inseparables. Pero sabía que después de morir, Lily se sintió tan rota que necesitó a alguien que no le recordara mi ausencia, y ese alguien fue Anisa. Ser testigo de la manera en la que tomaba las riendas de su vida y seguía adelante solo hizo que me sintiera orgullosa de ella.

Aunque nunca supe qué significaban aquellas palabras en el cementerio. Esperaba averiguarlo algún día.

Jayden volvió al instituto. Si la policía alguna vez siguió el consejo de Aiden y lo investigó, él no lo mencionó. En las noticias tampoco aparecieron novedades sobre mi caso. Aparentemente, todo seguía igual; sin un asesino que culpar ni un cuerpo que llorar.

El motivo por el que Jayden faltó a clases el lunes siguiente a la paliza de Aiden era otro misterio. Quizás simplemente se encontraba mal, pero me parecía mucha casualidad que se ausentara justo después de la agresión.

Tampoco se logró identificar al sujeto que atacó a Aiden, el mismo hombre de ojos grises que me arrebató la vida, pese a que Aiden denunció el ataque. Y esto realmente me escoció, ya que si hubieran averiguado quién era él, yo habría puesto cara a mi asesino. La posibilidad era tan cercana, que casi podía rozarla.

Pero sin ninguna duda, lo que me estrujó el corazón fue comprobar que el divorcio de mis padres cogió fuerzas. La casa siempre estaba en silencio. Ellos a veces ni siquiera coincidían en la cena y mi padre pasó a dormir en el sofá, hasta que encontrase otra vivienda en la que establecerse.

Y después, estaba Aiden.

Jayden era nuestro sospechoso principal en nuestra particular investigación, aunque una parte de mí seguía susurrándome que él no tenía nada que ver. Cuando esto ocurría, recordaba las pruebas que lo incriminaban y siempre lograba acallar esa voz. Al menos por un tiempo. Sin embargo, después de haberle chivado a la policía nuestras suposiciones y que ella hubiera decidido no intervenir, nos quedamos en un punto muerto. No teníamos nuevas pistas, ni ningún hilo del que tirar.

Así que nos tomamos un descanso de nuestra indagación.

Pensé que Aiden y yo pasaríamos a vernos menos, quizás en los recreos del instituto y poco más, pero no fue así. Él no me dejó sola.

Las tardes que antes dedicábamos a repasar conversaciones y rostros del 10 de abril, fueron sustituidas por películas de superhéroes. No sabía por qué Aiden estaba tan empecinado en que yo viera ese universo, pero no me negué. Era un placer hacer algo distinto a mi rutina aburrida de siempre. Y jamás diría que no a pasar tiempo con Aiden.

A estas alturas, ya había visto la historia de Steve Roger, Capitana Marvel y las tres entregas de Iron Man. A veces se nos unía Jack y eso hacía el plan más divertido.

Sin embargo, mi mayor martirio era cuando me quedaba sola. Generalmente por la noche, cuando todos dormían y no tenía nada que observar, mi mente regresaba una y otra vez a ese día en el lago. Lejos de abstenerme de pensar sobre a qué sabrían los labios de Aiden, me sorprendía a mí misma con ensoñaciones similares. ¿Cómo sería el roce de sus dedos entrelazados con los míos? ¿A qué olerá ese hueco entre el hombro y el cuello si hundía la nariz en él? ¿Cerraría los ojos si lo abrazara?

Todas las estrellas que nos separanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora