Entro a la habitación de Liam y me acomodo a su lado. Siento frío, él se presta para darme todas sus frasadas y me abraza tiernamente.
-Buenas noches -me besa tiviamente en mi cabeza y una lágrima se me escapa -, ya verás que mañana todo será diferente. Nos mudaremos y... todo cambiará. Trata de dormir -apaga las luces.
A la mañana siguiente hace un frío insoportable y era lo menos que se esperaba en este helado invierno. Me levanto, cojo mi bata y me ducho con agua fría; no me importaba. Escucho en tantos que Liam empaca las maletas. Le grito desde la ducha:
-¿Terminaste?
-Ya casi -dice.
Me pongo unos jeans, un chaleco algo viejo y las botas de invierno que mi madre me había regalado no hace mucho. Liam está apunto de salir cuando se quiebra y se apoya en la mesa de descanso.
-¿Te encuentras bien? -trato de reanimarlo.
No me dice nada, se levanta y se lleva las maletas al auto. Me ordena que suba y yo me niego; a las finales lo hago. Me siento a su lado y antes de arrancar, ya adentro, me mira, respira hondo y me dice con algo en los ojos que, yo distinguía, eran lágrimas:
-Todo estará bien...
-No, no lo estará... Nada será igual.
-Verás que conoceremos gente nueva y todo marchará bien, como siempre -su voz se iba quebrando.
-Deja de decir eso...
-¡Nada irá mal! ¡¿Me entiendes?!
-¡Para ya! -las lágrimas caían por mis mejías como heladas gotas de lluvia.
-¡Recuerda lo que papá y mamá decían! ¡Tenemos que mantenernos positivos!
-¡¿Crees que esto es fácil para mi?!
-Si ellos estuvieran aquí no pensarían igual...
-¡Por Dios, Liam! ¡Ellos están muertos! ¡Murieron, ¿entiendes?! -miro cabizbaja-. Están muertos... para siempre.
Miro a Liam y veo que llora imparablemente, jamás lo había visto así.
-Perdóname... ¡Mierda, perdóname! Lo siento... -lo abrazo y él se queda quieto.
-Tienes razón... -se seca las lágrimas y arranca el carro.
Tardamos unas cuatro horas en llegar hasta cierto poblado en el cual se apreciaban casas pequeñas algo descoloridas, pero por lo menos el aire se sentía fresco. Una casa roja de dos pisos nos aguardaba con mi tía Maura en la entrada. Realmente no era mi tía, solía ser la mejor amiga de mi madre. Me bajo del auto junto a mi hermano y la saludamos; yo no tenía ánimos para hacerlo pero era necesario ser hipócrita en aquel momento y guardarme mis comentarios para otra ocasión.
-Qué bien que hayan llegado justo para la merienda. ¡Han crecido demasiado! Voy a servir la mesa en media hora -dice sonriente ella -, siéntanse como en casa. Cuando mi hijo baje les mostrará sus habitaciones. Luego los veo -se retira.
-¿Hijo? -le murmuro a Liam.
-A mí no me preguntes, no tenía la menor idea.
Nos sentamos en aquellos antiquísimos muebles y juraría haber visto caminar algo por mi lado.
Se escuchan pasos rápidos por las escaleras y distingo una figura masculina; se supondría sería el hijo de Maura.
-Perdón por la demora. Wow, deben ser _____ y Liam, ¿no es así? -pregunta el rubio con ojos azules.
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The One Who Makes Me Smile
Fiksi Penggemar¿Qué dirías si pudieras escribir lo que te puede pasar en un abrir y cerrar de ojos? ¿Estás segura de que vives la realidad o una simple fantasía?