𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 17: 𝑪𝒐𝒓𝒓𝒆𝒐

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La mañana y parte de la tarde se habían hecho cortas para la partida infinita que Gerard y Frank estaban jugando con el videojuego. Habían comprado la última versión de Mortal Kombat y se habían enviciado tras la primera prueba. Solo se habían tomado un tiempo para pedir comida china y comer rápidamente.

No obstante, para eso de las cuatro de la tarde, Gerard ya se había aburrido y sus dedos pulgares estaban entumecidos. Frank por su parte parecía un niño pequeño en una mañana de navidad, riendo y gritando hacia la pantalla del televisor. Incluso cuando Gerard le avisó que iría al baño, no le importó demasiado, solo programó la partida para un solo jugador y continuó con la faena.

El pelinegro se levantó con paciencia, bebió un poco de yogurt antes de ir al baño y finalmente se encerró ahí. Hizo sus necesidades y luego lavó sus manos. Se observó en el espejo por un largo rato, notando lo crecido que tenía el cabello. Tomó un cepillo y comenzó a peinarlo y lo ató en un alta coleta de caballo, así sostenido todavía llegaba a sus hombros; era lo más largo que lo había tenido en toda su vida.

Viéndose fijamente en el espejo no pudo evitar el deja vu que se apoderó de su mente. Frank detrás de él sosteniéndolo con rudeza, Frank follándole el culo sin piedad, Frank azotando sus nalgas y mordiéndole los hombros y cuello, Frank dejándolo lleno de su semen y haciéndole pedir por más.

Gerard abrió sus ojos despacio, no supo en qué momento los había cerrado. Volvió su vista hacia abajo y se encontró con sus manos aferradas al borde de madera del lavablo y su pelvis que se restregaba contra el borde frente a él. Su polla ya estaba dura y podía sentir la humedad en su ropa interior.

—Mierda —gimió y mordió sus labios. El roce contra su polla se sentía demasiado bien pero su cuerpo comenzó a pedirle más, necesitaba algo dentro de él… o más bien, necesitaba que Frank lo jodiera.

Se bajó los shorts junto a las panties y las dejó caer alrededor de sus tobillos, separó un poco las piernas y se inclinó hacia adelante mientras buscaba a tientas la botella de lubricante, había guardado una ahí para casos de emergencia y antes de tomarla sus dedos chocaron con algo. Se inclinó más y se encontró con un objeto que había olvidado ahí, en el fondo del mueble debajo del lavablo.

Aquel día que Mikey había llegado, Gerard había huido a esconder los juguetes, ropa y todo lo que pudiera delatarlo. Ese dildo de goma rosa había sido lo último que había escondido, en su desespero lo había tirado ahí adentro sobre las toallas que ocupaban para secarse el rostro y las manos. Entre tantas cosas que habían sucedido últimamente lo había olvidado por completo. Lo sacó junto a la botella y los colocó en la encimera.

Abrió con torpeza el lubricante y dejó caer un chorro sobre sus dedos medio e índice de la mano derecha y los llevó hasta su entrada. Trazó círculos sin ejercer presión, solo humedeciendo la zona, luego tomó el dildo y le colocó una buena cantidad en la punta. Lo miró unos momentos antes de llevarlo hacia atrás y presionarlo contra el.

Gerard tuvo que inclinarse más hacia adelante, apoyándose en su codo izquierdo para que sus mejillas se abrieran lo suficiente y su muñeca se moviera con facilidad mientras se jodía con el juguete.

El vaho de su aliento se reflejó en el espejo al sentir cómo el dildo entraba en él y lo abría poco a poco. Sintió un leve picor que duró sólo hasta que su puño chocó con su piel, entrecerró sus ojos mientras construía un suave vaivén acompañado por un sutil movimiento de caderas para que la cabeza de su polla continuara sintiendo la dulce fricción.

—Mhjmm… Frankie… —gimió. Sus empujes eran un poco más rápidos y podía escuchar el choque de su propia piel. Se perdió en el placer cuando giró su muñeca hacia abajo y el juguete llegó en un mejor ángulo hasta su punto dulce.

❍𝐧𝐥𝐲𝐟𝐚𝐧𝐬 ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora