𝑬𝒑𝒊́𝒍𝒐𝒈𝒐

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Gerard alzó la vista hacia su edificio y sintió una felicidad tan única recorrer su cuerpo, estaba seguro que pocas veces en la vida la había experimentado de tal manera.

No podía creer cómo habían cambiado tantas cosas en poco más de un año. Tenía en su mente el recuerdo exacto de él, en ese mismo lugar, mirando a su espacio seguro con anhelo mientras lágrimas trataban de escapar de sus ojos, en ese momento pensaba en cómo llegaría a su departamento y le diría a su compañero de piso que estaban a punto de perderlo todo.

Pero luego, simplemente había salido de su cafetería favorita con sus cafés, con una nueva decisión tomada. 

Nunca imaginó que aquella decisión le llevaría a que su vida diera un cambio tan grande y maravilloso. Ahora, aquel compañero de piso era su esposo, el hombre que más amaba en todo el mundo y él que lo hacía feliz con tan solo su hermosa sonrisa.

Suspiró y sin más tomó los cafés que había comprado para llevar, volvió a su departamento con pasos suaves y una vez dentro de su lugar seguro en el mundo,se deshizo de su chaqueta y soltó su cabello. Tenían apenas un par de horas de haber vuelto de su luna de miel y lo único que querían hacer era tomar café y pasar un rato agradable antes de salir a una cena a la que Brody les había invitado. Ella les había dicho que tenía una sorpresa para ellos, un pequeño contrato de trabajo, algo relacionado con una línea de lencería y juguetes que ella lanzaría,  y en el cual había trabajado arduamente en los últimos meses.

Luego de un momento el pelinegro se dirigió a la azotea, con los cafés en sus manos, donde había quedado en reunirse con Frank. Cuando subió, vio que aún estaba vacío así que colocó los vasos en la mesita y decidió aprovechar para regar sus plantas. El viento le movía los cabellos con insistencia mientras el rocío del agua le salpicaba el rostro y el delicioso aroma de las flores lo envolvió en una suave atmósfera de tranquilidad.

Let dawns and early sunsets… —comenzó a cantar suavemente—. Just like my favorite scenes…

Varios minutos después un par de manos traviesas le cubrieron los ojos, haciéndolo sonreír enormemente.

—¿Dónde estabas?

—Fui a traer una sorpresa —dijo después de descubrir los ojos de Gerard.

—¿Qué sorpresa?

—Tu regalo de bodas —respondió sin más y le mostró a Gee una pequeña caja roja con un lacito que estaba ahora entre sus manos—. Ábrelo.

Gerard dejó la regadera de lado y tomó la cajita, sus manos temblaban un poco por la creciente ansiedad. Se mordió los labios mientras levantaba la tapa para encontrarse con un juego de llaves que ya eran muy conocidas para él. Tenían un bonito llavero de plata con una F y una G entrelazadas.

—Bebé… —musitó un poco confundido y alzó la vista. La espléndida sonrisa que Frank le regaló junto a sus brillantes ojos avellana poco a poco le hizo caer en cuenta de lo que esas llaves significaban.

—Sorpresa, mi amor. El piso es nuestro. Ya no más preocupaciones por pagar la mensualidad… —dijo lo último como referencia a aquellos días grises donde debían más de dos meses de renta y tenían tanto temor de perder su espacio.

—¡Frank! —exclamó emocionado, se lanzó a sus brazos y lo rodeó entre ellos con mucha fuerza—. Es el mejor regalo de toda la vida.

Frank no respondió nada más, se dejó embriagar por el aroma de su esposo y por la calidez de su abrazo. Un par de semanas atrás, cuando vio en su correo que había recibido una oferta muy buena por unas comisiones a paisajes que había hecho durante la pandemia, no había podido creerlo; habían sido meses intensos en los que no había visto ningún resultado de su trabajo. Aquel dinero había sido una buena suma inesperada y cuando la tuvo en sus manos, realmente consideró la opción de decirle a Gee que fueran a ver una pequeña casa en algún residencial y con esa plata y parte de la que tenían ahorrada en su cuenta común podrían comprarla.

Sin embargo, sabía lo mucho que significaba el lugar donde vivían para ellos, todos los recuerdos que estaban guardados en esas paredes y estaba consciente que así como él no se sentía capaz, Gerard tampoco. Ese espacio seguro era mucho más que un simple departamento, era su hogar.

Por ello tomó la decisión de hablar con su casero y proponerle la compra del piso. El hombre aceptó el trato y le tuvo listos los papeles a Frank unos días después. Fue muy difícil para él guardar la sorpresa hasta el día que volvieron de su luna de miel pero lo había conseguido y no podía estar menos feliz.

La mirada llena de felicidad de Gerard lo valía todo.

Al separarse del abrazo, Gerard volvió a guardar las llaves en la cajita y la colocó en la mesa. Tomó los vasos de café y le dio uno a Frank. Hicieron un pequeño brindis y mientras bebían el líquido que tanto les gustaba se volvieron a abrazar, está vez viendo hacia el frente donde el atardecer les regalaba un hermoso paisaje. Gerard recostó su espalda en el pecho de Frank y enlazaron sus manos izquierdas; las piedras brillantes de sus anillos en sus dedos anulares resplandeciendo ante los leves rayos de sol que aún iluminaban.

—¿Por qué no comenzamos con esto antes? —preguntó Gerard muy despacio con su voz suave.

—¿Con Onlyfans o con follar? —bromeó Frank después de dejar un par de besos en su cuello.

—Con amarnos… —respondió sereno.

La respuesta estaba en sus mismas manos. Todo se había dado de la forma perfecta en el tiempo perfecto, porque gracias a un inesperado suceso, las cosas habían cambiado para bien.

FIN.

  

Finalizado el 19 de mayo de 2023.

❍𝐧𝐥𝐲𝐟𝐚𝐧𝐬 ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora