𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 18: 𝑮𝒂𝒏𝒈𝒃𝒂𝒏𝒈

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Las rejas de la celda en la que estaba eran grises y Gerard solo podía pasear su vista sobre ellas para evitar ver a su compañero. Ese hombre le miraba de mala manera desde que lo había visto entrar.

Unos pasos se escucharon por el pasillo y un par de sombras aparecieron a un lado de la reja, Gerard alzó la vista al notar a los dos hombres musculosos con sus uniformes de policías que habían llegado, llevaban las manos enganchadas en sus cinturones haciendo que los músculos de sus brazos se vieran más grandes.

—Buenas noches —dijo uno de ellos, el ojiazul mientras el otro, que llevaba el cuerpo tatuado, abría la puerta.

—Buenas noches —respondió Gerard, mientras se mordía los labios.

—Venimos a darte la bienvenida, princesa…

Los vellos de los brazos de Gerard se erizaron por completo cuando sin más, los hombres se acercaron hasta él, lo tomaron de los brazos y lo hicieron ponerse de pie. El tatuado lo tomó de la cintura y lo apegó a él, rápidamente se inclinó a besar sus labios mientras el otro hombre, más alto, le acariciaba las caderas y se apegaba a su trasero, restregando su creciente bulto.

—Vimos tu expediente y debo decirte que eres un chico muy malo… —musitó sobre sus labios—. Y aquí, a los chicos malos, los hacemos buenos.

—Mhjm… —gimió Gerard al sentir como sus glúteos eran estrujados por un par de manos grandes que se habían colado dentro de sus pantalones naranjas.

—Fuera ropa y ponte de rodillas —ordenó firmemente el ojiazul. Se apellidaba Cavill, según la placa que llevaba en el uniforme.

Gerard obedeció, sentía como el cuerpo le temblaba completamente. Esos hombres lo habían calentado con su sola presencia y unas cuantas caricias.

Se deshizo uno a uno de los botones sobre su pecho, deslizó las mangas por sus hombros con sutileza mientras aquellos pares de ojos se asemejaban a los de un lobo al acecho de su presa. Gerard se pasó la palma de las manos por el esternón, bajando por su vientre, llevándose la ropa consigo. El uniforme era de una sola pieza, por lo cual cuando llegó a sus caderas se mordió los labios y las movió de un lado a otro; ahí abajo no había nada más.

Una fuerte bofetada en su mejilla derecha resonó y Gerard se mordió los labios con más fuerza.

—Basta de juegos, princesa, no estás en posición de hacerlo —declaró con voz firme el hombre de apellido Iero.

Gerard asintió sintiendo como su polla se contraía, ese tono de voz podría ser suficiente para hacerlo correr ahí mismo. El pelinegro sacó las piernas del pantalón y lo arrojó a los pies de su compañero de celda, había olvidado que estaba ahí. No obstante, la mala vibra que el hombre le había dado al principio se esfumó al notar su mirada ámbar cargada de deseo y su largo cabello platinado sostenido en una coleta. También era del tipo de Gerard.

Con las rodillas temblorosas, Gerard se dejó caer al suelo. Dejó las manos sobre su regazo y sintió que su boca se hacía agua al ver cómo Iero se acercaba a su rostro. Bajó la cremallera y de un movimiento rápido se sacó la polla, pasó la cabeza húmeda por sus labios.

Gerard gimió en deleite y cerró por un breve momento sus ojos. Envolvió sus labios en la punta de aquella polla enorme y gruesa, estaba tibia y muy húmeda, succionó un poco e introdujo un poco hacia adentro, sin juegos. Al abrir sus ojos se encontró con otro hermoso ejemplar, listo para que hiciera su trabajo.

El pelinegro tomó la base de la polla de Cavill, más pequeña que la de Iero pero gruesa. La masturbó unos cuantos segundos mientras ahuecaba las mejillas en torno a la otra. Se separó de ella con un ruidoso 'pop' y un hilo de saliva pendiente de sus labios y la punta. Miró fijamente los ojos avellanas profundos de Iero y sin romper el contacto se dirigió a tomar la polla de Cavill. Sacó su lengua y dejó una raya húmeda por todo el falo, acarició suavemente la cabeza y luego introdujo todo lo que pudo dentro de su boca.

❍𝐧𝐥𝐲𝐟𝐚𝐧𝐬 ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora