SOY TU ALUMNA
Capítulo 1; ¿Una nueva escuela?
—Noelia Jiménez—
No cabe duda que cuando la gente no entiende algo nunca lo harán, puede llover hacia arriba que para ellos será lo más normal del mundo. Llevo horas diciéndole a mis papás que no quiero ir a una nueva escuela y ellos insisten en que debo cambiar de aire, solo los veo cuando vienen de sus viajes y no hacen otra cosa que tener ideas locas y que me molestan. Desde niña me han dejado únicamente con las señoras que trabajan en la casa y no me molesta, es mejor que estén lejos para que no tengan la maravillosa idea de opinar en mi vida. Total, mi abuelo siempre iba a visitarme y a llevarme dulces que me gustaban.
A mi hermano lo veía cuando venía a la casa porque vivía con mis abuelos que lo consentían todo el tiempo. Me querían llevar con ellos y no quise, me gustaba estar sola para tener mi espacio personal, y nunca me ha gustado del todo la manera de ser de mi abuela.
—No iré a otra escuela, se los he dicho miles de veces y siguen con lo mismo. ¿Podrían entender que no me interesa ir a una escuela llena de chicos estúpidos y sin sentido? Eso me da pereza.
Me tiro en el sillón de la habitación de mis papás, dejo mis pies en la cama.
—Es tarde para decir que no vas, Noelia, empiezas el lunes, ya hablamos con la directora y está feliz de tenerte en su escuela —mi mamá me baja los pies de su cama y me hace mala cara—. Tienes que ir a medirte el uniforme, esta es la dirección —me pasa una tarjeta—. Tienes que ir hoy, no vayas a quedar mal, te conozco y eres capaz de hacer cualquier cosa por no ir a buscar el uniforme.
—¿Una escuela que usa uniforme? No, definitivamente están locos.
—Te verás tan preciosa, hija —puedo ver la risa que oculta mi padre, sabe que esto no me gusta y lo disfruta—. Ándale, a medirse el uniforme.
—Acepto ir con una condición —dejo mis manos en mis piernas, me hacen una señal para que siga—. Si en dos meses saco buenas calificaciones me sacan de ahí y me ponen en la escuela que yo escoja sin ponerme problemas.
—No vamos a aceptar esa condición, nos llega tu boleta de calificaciones y tienes notas altas, así que no es una condición justa.
Dios, mamá, odio que seas así.
—Lo que está mal es tu disciplina, así que cambiemos la condición a la conveniencia de todos —interviene mi papá esta vez—. Acepto que tengas buenas calificaciones durante esos dos meses, pero también tienes que tener una disciplina alta, cero llamadas de la directora para quejarse de ti y nada de peleas en la escuela.
—Bien, entonces así quedamos. Luego no quiero que tengan una excusa para mí, no las voy a aceptar. Una última cosa, ¿a mi hermano también lo pondrán en otra universidad? Como a ustedes se les ocurre unas cosas.
—No, él no es tan loco como tú —me responden los dos al tiempo.
—¿Entonces a mí por qué me quieren poner en otra escuela? Todo tiene que ser parejo.
—Porque nos da la gana, Noelia, donde estudias todos hacen lo que quieren, y tú a todo le dices «sí». No necesitamos que te conviertas en un desastre más grande, ya es suficiente con lo que haces.
—Me ofendes, papá —se me escapa una risita—. Son tan injustos.
—A tu edad también me hacía la sufrida delante de mis padres, créeme, me funcionó bastante, por eso ahora ya me conozco todo el drama que haces —mi madre me aprieta la nariz—. Ya vete, necesitas ir por el uniforme, no quiero que después me digas que no había de tu talla por ir tarde.
Salgo de la habitación en busca de un auto para ir por el uniforme que debe ser horrendo, por lo general las escuelas de la ciudad tienen uniformes que son horrendos. Puede que todo me quede bien por mí tipo de cuerpo, pero es que tampoco quiero usar uniforme, no quiero parecer una niña.
[….]
El chico del mostrador me da una sonrisa, es el que está entregando los uniformes, le doy una sonrisa coqueta y no le importa que estén algunas chicas esperando, me pasa de primera para darme mi uniforme. «Ventajas de llegar con seguridad y ser bonita. Bueno, no hay que ser bonita para tener seguridad ante los demás».
—Te lo tienes que medir, no puedes llevártelo sin hacerlo, son las reglas. Allá está el vestidor —señala un pasillo—. Puedes tardar el tiempo que tú quieras.
Me dice el chico sin dejar de verme. Solo hay que verlo para saber que es muy coqueto, su sonrisa lo dice todo.
—¿Puedo saber por qué le das el uniforme primero a esta chica? Nosotras tenemos mucho rato esperando para que le des privilegios a una aparecida.
Me giro a mirar y es una chica alta que parece muy estirada.
—Debes valer muy poco para él si me ha dado el privilegio por encima de ti.
—¿Quién te crees para hablarme en ese tono?
Aparta a unas chicas que están con ella para acercarse a mí. Está mal si piensa que me dejaré, parece la típica chica que hace quedar mal a todos sin importarle nada. Si supiera que yo puedo ser mucho peor que ella. Le doy una sonrisa que sé que le molestará y me voy dejándola con la palabra en la boca, le iba a responder, pero no vale la pena perder mis palabras con alguien que tiene poco cerebro.
Me miro en el espejo y no me queda nada mal el uniforme, es una falda de cuadros azules con negros, un suéter que tiene las mangas cortas, acompañado de una corbata del mismo color de la falda, el escudo se marca de frente y las medias son blancas. Los zapatos son negros y no me los pruebo porque sí son de mi talla. No está mal, pero no es mi estilo.
Guardo el uniforme y me arreglo para salir, me voy acomodando el vestido y alguien me tropieza, hago mala cara, pero no presto atención hasta que me toman de la mano.
—¿Estás bien? ¿Te lastimé?
Me quedo mirando al hombre que está enfrente de mí, es un par de años más grande que yo, pero eso no le quita lo guapo. Bajo mi mirada por su cuerpo y veo cómo se le marca su cuerpo, está bueno.
Me suelto de su agarre. —Estoy bien, para la próxima fíjate que no estás ciego, pudiste tumbarme.
—Venía distraído y por eso no me fijé en ti —me dice con voz muy seria y formal—. Como veo que estás bien debo dejarte, permiso.
Me le quedo viendo cuando da la vuelta, es extraño este hombre, por lo general cuando me ven siempre me coquetean, y no es que quiera sentirme la más hermosa del mundo, pero tengo buenos genes que heredé de mis papás.
Ignoro todo eso y salgo para irme a mi casa. Espero que pueda cumplir con lo que acordé con mis papás, no es que me moleste cambiarme de escuela porque no tengo amigos en la escuela que iba, todos son tan hipócritas que no pretendía ser como ellos para caerles bien. No hay que actuar ser lo que no somos para ser aceptado por un montón de chicos sin sentido.
No es difícil tener buenas calificaciones en dos meses, por eso no tengo problema, pero lo que sí es realmente difícil es tener una buena disciplina, me gusta el desorden y no me dejo decir nada de nadie, y no es un secreto que en todas las escuela está ese grupito de chicas guapas que no dejan de molestarte si eres nueva, yo no me dejaré y puede que termine rompiendo con esa condición.
[…]
—Sábado—
—¿Saldrás?
Me tiro en la cama de mi hermano Damián, se está aplicando perfume y luce muy guapo. Me mira por el espejo y sonríe con malicia.
—Sí, pero no te llevaré, van mis amigos y cuando te ven se calientan, eso es tan asqueroso de su parte.
—¿Me vas a dejar aquí sola? No seas malo, ándale, llévame contigo. Me voy a portar bien, lo prometo.
—No irás conmigo. Y tú nunca te portas bien, no mientas.
Me levanto de la cama para irme, estoy por salir y me detengo. Vamos a sacar mis cartas.
—No quiero que digas que soy mala hermana contigo, pero será una lástima tener que decirle a la horrenda de tu novia que te andas acostando con una de sus amigas, Dios, va a sufrir tanto. Chao, hermanito, nos vemos.
Uno.
Dos.
Tres.
—Arréglate, los chicos vienen dentro de unos minutos —le doy una sonrisa y él me empuja—. Y no vas a decir nada, ¿ok?
—¿Decir algo yo? Jamás de los jamases.
—Ajá, Noelia, como si no te conociera, por algo te odian desde que te ven.
—La envidia hace que odien a uno, ya eso no está en mis manos.
Le guiño un ojo y voy a mi habitación para arreglarme, no me quiero quedar encerrada toda la noche. Me pongo un conjunto negro que consiste en una blusa de tirantes y una falda hasta la rodilla que lleva una abertura hasta ahí, unos tenis y mi cabello está en una coleta. Siempre me ha gustado el color negro de mi cabello, me gusta porque hace contraste con mis ojos verdes esmeraldas. Es una combinación perfecta.
Agarro el celular y salgo de la habitación, mi hermano ya me está esperando, me mira de pies a cabeza con una sonrisa.
—¿Por qué me tuvo que tocar una hermana tan guapa? A veces siento que es un castigo cuando a mis propios amigos se les va la mirada contigo.
—¿Te estás convirtiendo en un hermano celoso?
—No, yo sé que eres de espíritu libre y nadie te controla.
—Exacto, nadie puede controlarme.
—Pobre del que ande contigo.
—Será feliz de tenerme, créeme, no cualquiera me merece.
No decimos nada más porque llegamos donde están sus amigos, los saluda a todos y le da un beso a su novia, no digo nada y me subo en el auto. No soporto a la novia de mi hermano y a sus amigos los tolero de vez en cuando, puede que sea porque no me he dado la oportunidad de conocerlos.
El auto se pone en marcha y solo escucho cómo hablan todos.
—¿Qué vas a tomar tú, Noelia? Tenemos que hacer el pedido ya para que tengan las botellas listas —miro a Jose que me mira esperando que le responda—. ¿No tomas? Es que no dices nada.
—Yo tomo lo que me den, te lo dejo a tu elección.
—Amo cuando me dejan todo a mi elección, me gusta sorprender.
Me da una sonrisa y yo hago lo mismo. Jose es amigo de mi hermano hace mucho tiempo, él y Ross son los que más veo con mi hermano. Bueno, también a Molly porque es su novia.
Llegamos a la discoteca y nos vamos al segundo piso, ahí tienen una mesa con varias botellas de alcohol, no me sorprende que sea así, me siento y Ross se sienta a mi lado. La música se siente espectacular y la gente luce feliz, agarro de la mano a Ross para ir a bailar, no vine a quedarme sentada.
—¿No se pone celoso tu novio si nos llega a ver bailando? No quiero que me agarren a golpes en mi precioso rostro.
Muevo mis caderas a su ritmo, baila bien.
—No tengo novio. Y te digo que si tú tienes novia no me interesa que te vea conmigo, estamos aquí para disfrutar.
—Soy gay, y lo más seguro es que mi novio esté durmiendo porque trabajó hasta tarde.
Me le quedo viendo para ver si se ríe y me dice que solo es una broma, pero él está tranquilo.
—¿Cómo que eres gay? Tú y Jose se la pasan diciéndole a mi hermano que soy muy guapa y que los caliento, por su culpa no me quería traer —me burlo.
—Soy gay, no ciego.
Me doy la vuelta para bajar bailando y justo ahí me doy cuenta de que el tipo que me tropezó cuando me medí el uniforme está enfrente de nosotros, está vestido de blanco y luce tan sexy con el vaso de whisky en sus manos. Se me queda viendo y con su mirada bajo hasta el suelo mientras bailo, veo su sonrisa y me guiñe un ojo. En la tarde que lo vi traía lentes y ahora no, parece que de noche es otra persona.
—Parece que ya ligaste —Ross me pega a su cuerpo y me sonríe, parece que fuéramos amigos cuando en mucho tiempo no hemos cruzado palabra—. El tipo está bueno, ¿quieres ir donde él?
—¿Para que diga que yo lo busqué? ¡Nunca! Así que mira y aprende para cuando quieras que vengan a ti.
Tomo las manos de Ross con las mías y las levanto sobre nuestras cabezas a medida que bajo bailando, miro al hombre que no me le sé el nombre y le guiño un ojo, puedo sentir su mirada sobre mí. Pasan unos minutos y veo que no viene hacia mí, solo está mirándome, le digo a Ross que ahora seguimos bailando para poder coquetear porque me urge ir al baño.
Me lavo las manos después de salir del cubículo, estoy por salir para seguir con la fiesta, pero me quedo inmóvil al ver que el hombre de la fiesta que es el mismo que me tropezó está recalcado en la puerta del baño, no esperé que viniera.
—¿Se te perdió algo? —lo interrogo con una sonrisa de medio lado.
—Se me ha perdido una chica que tropecé hace unas horas y que desde que me vio no ha dejado de seducirme —da un paso hacia mí—. Seamos sinceros; quiero pasar una noche contigo, sin necesidad de líos amorosos para evitar ese rollo romántico.
—Empezamos bien —doy el paso que nos faltaba para quedar cerca—. Tienes esta noche para hacerme sentir un universo queriendo explotar en mi cuerpo.
Me da un beso en el cuello. —Vas a disfrutar, te lo aseguro —se me queda viendo—. Nos vamos de aquí. ¿Tienes algún lugar al que quieras ir? Podemos ir y de esa manera pasamos una buena noche.
—Aclaremos una cosa más; no hay necesidad de decirnos nuestros nombres, solo nos veremos esta vez y después ya ninguno sabrá del otro
—Perfecto.
Estoy segura de que voy a pasar una buena noche, ya sé que debo conocer a las personas primero, pero no es que quiera saber su nombre si solo vamos a pasar una sola noche juntos, después cada quien decide para dónde ir.
Voy a pasarla bien, no volveré a ver a este hombre y no tendré que darle explicaciones de mi vida o por qué me acosté con él si no nos conocemos. Lo que quiero ahora es divertirme.
[….]
—Lunes—
No cabe duda que tuve un fin de semana explosivo, la pasé increíble con los amigos de mi hermano, a pesar de que no dejaba de molestar a Molly y ella a mí, no nos soportamos. Con el hombre desconocido la pasé increíble, el domingo antes de que despertara me salí del hotel, no quería tener conversaciones estúpidas, total, pasé ese domingo con mi hermano en una playa que está cerca de la casa.
Dejo salir un largo suspiro y me bajo del auto, ignoro todas las miradas, no cabe duda que es una escuela de pura gente sin sentido, o por lo menos la mayoría se mira de esa manera. Camino en busca de la dirección para ir por mi horario de clases, parece que está lo más lejos posible porque no la encuentro por ningún lado.
—¿Eres nueva aquí?
Una voz detrás de mí me hace voltear, es una chica que trae su cabello rojo y el uniforme tan corto como el mío.
—Por desgracia, ¿sabes dónde está la oficina de la directora?
—Por desgracia, también lo sé, es mi madre —nos reímos y empezamos a caminar—. ¿Vas por tu horario?
—Sí.
—Mhm.
—¿No es molesto para ti ser la hija de la directora?
—¡Es un calvario! Pero me he salvado de muchas gracias a ella.
Llegamos a un pasillo y me señala una puerta de color blanco, le doy las gracias y entro por mi horario, pienso que me voy a tardar mucho tiempo y lo único que hacen es darme mi horario y decirme cuál es mi salón de clases. Estaba segura de que la chica de cabello rojo se había ido, pero está pegada a la pared.
—Último año, clase de economía con el maestro Izen Smith.
Repite lo que dice mi hoja sin necesidad de leerla.
—Supongo que son ventajas de tener una madre directora.
Asiente con una sonrisa y nos vamos al salón, me ha dicho que también va para esa clase, parece que nos vamos a llevar bien, no hay que ser muy adivinos para saber que es una pesadilla para los que se meten con ella. Me arreglo el cabello antes de entrar al salón, los chicos me miran con una sonrisa y entre todos ellos reconozco al que me entregó el uniforme, y parece que él también me reconoce. Le doy una sonrisa y en ese momento una chica se le tira encima para darle un abrazo, también la reconozco, es la chica alta que estaba molesta porque me dieron el uniforme primero que a ella que estaba esperando.
Empezamos bien. Espero poder contenerme esta vez si me llega a decir algo.
—Ellos son Kaleth y Mariana, los eternos novios que se ponen cuernos y siguen juntos.
Nos ubicamos en nuestros asientos.
—Los conocí cuando fui por el uniforme, el chico me dejó pasar antes que todas y la chica estaba molesta. Y ahora entiendo su molestia, ella es su novia.
—Y por cómo te mira parece que no te dejará en paz.
—Si quiere conocer el infierno por mí está bien —le doy una sonrisa.
Nos quedamos hablando porque el profesor no ha llegado, Mariana no deja de verme con mala cara y yo solo puedo ignorarla, no puedo romper el acuerdo que hice con mis padres. Aunque si le sigue ya no me quedo tranquila y conocerá por qué me sacaron de mis anteriores escuelas.
Siento unos pasos que se vienen acercando, miro hacia la puerta y por un momento siento que me echan encima un pote de agua fría, el que ha entrado ha sido el tipo que me tropezó, que es el mismo con el que me fui el sábado a pasarla increíble. Lo veo dejar todo en el escritorio y no puede ser que ese hombre vaya a ser mi profesor, no es mala idea porque está guapo, pero no me gustaría soportarlo.
*Flashback*
Miro la cama desordenada, el chico todavía está cubierto con la sábana, pasamos una noche increíble, él supo cómo tocar en las partes correctas. No fue mala idea aceptar venirme con él. Paso mi dedo por su espalda desnuda, tiene unos brazos enormes.
Recojo mi ropa y me la pongo, arreglo mi cabello y mi maquillaje, miro con una sonrisa al hombre en la cama y salgo sin hacer ruido, no estoy tan loca para quedarme a esperar que se despierte, ya eso sería muy tonto. Salgo del hotel sin una pizca de remordimiento, la pasé muy bien como para ponerme a pensar que hice mal al quedarme con un desconocido; un desconocido que estoy segura de que no lo veré nuevamente.
*Fin de flashbacks*
Regreso a la realidad.
—¿Quién es ese hombre?
Le susurro a Meisy, me ha dicho que se llama así. Ella parece agradable, su cabello rojo es espectacular.
—Es Izen Smith, el profesor de economía —me susurra—. Es el profesor más joven de la escuela y el más guapo también, eso sí, mantiene la distancia con sus alumnas. ¿Lo conoces?
—No, es la primera vez que lo veo. Es muy guapo.—Lo es, hasta yo me metería con él.
El profesor se gira a vernos y cuando se da cuenta de que estoy en el salón actúa como si nada, pero me he dado cuenta de que también le sorprendió verme aquí. De tantos lugares nos teníamos que encontrar en la escuela. ¡Esto es tener mala suerte!
****
—Bueno, chicos, para el miércoles que es nuestra próxima clase espero que me traigan los trabajos que les he dejado. No tendré consideraciones con nadie, necesito que se esfuercen para sacar una buena calificación.
La hora ya ha pasado, y en toda la clase noté lo profesional que puede ser el profesor. De vez en cuando le sonreía y respondía a sus preguntas. Lo veo salir del salón y me hace una seña para que vaya detrás de él, lo ignoro y me quedo con Meisy. Si quiere hablar conmigo que me busque él, yo no sigo a nadie.
Han pasado las horas y ya podemos salir al receso, Meisy ha ido con su madre que quiere hablar con ella. Estoy llegando a la cafetería cuando me toman del brazo y me meten a un salón, me suelto con rapidez y me doy cuenta de que es Izen, mi profesor.
—¿Por qué no me dijiste que ibas a esta escuela? ¿Tienes idea del riesgo que corre mi trabajo si saben que me involucré con una alumna?
—No tenía por qué decirte cosas sobre mi vida, nos conocimos y quisimos pasar una noche juntos, punto.
—¿Qué edad tienes, Noelia?
—Quince.
—¿Tienes malditos quince años?
Suelto una carcajada y me queda viendo.
—Estaba bromeando, ya soy mayor de edad, tengo dieciocho, así que cálmate, no te metiste con una menor de edad —me le acerco—. ¿Qué dirían todos si saben que el profesor más guapo y joven de la escuela lo tuve como un tonto en una habitación de hotel? Guau, sería icónico.
Me hace retroceder.
—Ni lo pienses, nadie puede saber lo que pasó, tú y yo no nos conocíamos y no sabía que ibas a ser mi alumna.
—Sí, soy tu alumna.
Se pasa las manos por el cabello y me mira de pies a cabeza.
—Tú no dices nada, yo tampoco y de esa manera tenemos una relación entre profesor y alumna, ¿ok?
—Como mandes… profesor.
Sale dejándome sola.
Ya veremos si sigue pensando lo mismo después de unos días, lo voy a volver tan loco que vendrá a mí para rogarme que esté con él. Quién iba a pensar que al venir a mi nueva escuela me iba a llevar una sorpresa tan favorable, esto ya me empezó a gustar.
«Veamos quién pierde aquí, profesor».
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Soy tu alumna
RomanceNoelia es una chica que no le importa conquistar a la persona que sea para obtener lo que quiere, es decidida y para todo tiene una respuesta. Es atractiva, inteligente e imparable ante todos, ella nació para tener todo lo que desee y cuando sienta...