14. El desayuno

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SOY TU ALUMNA

Capítulo 14; El desayuno

—Noelia Jiménez—

—Dos semanas después—

Los días han pasado con rapidez, parece que lo de mi abuelo hubiera sido ayer porque el dolor sigue presente, me costó aceptar que ya no lo vería más, pero mi hermano no me ha dejado sola y me está ayudando. Pensaba quedarme en la casa sin hacer nada, pero mi hermano me animó para regresar a la escuela, mis amigos no me han dejado sola y Meisy ha estado para mí todo este tiempo, ella es una buena amiga. Izen ha estado pendiente de mí, me llama todo el tiempo, me visita y me invita a salir para que me distraiga. Se ha portado tan bien conmigo que no quiero que se aleje más, pero es obvio que en menos de un mes se casará y yo no podré hacer nada por detenerlo.

La vida no es tan fácil como parece, todo estaba bien hasta que tuve que perder a mi abuelo, lo he ido a visitar a su tumba, paso horas contándole todo, mis papás dicen que no vaya porque no quieren verme mal, pero es mi abuelo y siempre que pueda iré a visitarlo para que no se sienta tan solo donde sea que esté.

—¿Estás bien, hermosa? —Meisy rueda su silla para quedar cerca de mí, deja su cabeza en mi hombro—. Si quieres salir del salón solo me dices y nos salimos.

—Nos escapamos como aquella vez del examen de embarazo —Marina se pone del otro lado, ella también me ha apoyado en estos días. No lo esperaba de ella—. Tú solo di rana que nosotras saltamos.

—Estoy bien, chicas, no voy a hacerme daño si eso es lo que piensan —les sonrío—. Gracias a las dos por estar conmigo. Admito que no sabía lo que era que unas amigas me apoyaran, nunca había tenido amigas porque soy bastante selectiva con las personas.

—Para eso somos las amigas.

Me dicen las dos al tiempo.

—Quien no te ha dejado sola también ha sido tu amorcito Izen —bromea Meisy y la empujo—. Sabes que es la verdad, ha estado a tu lado todos estos días.

—¿Ya son novios?

—No somos novios, Mariana. Las dos están dementes, Izen es el prometido de Ashley, ella no lo dejará escapar ni porque llueva hacia arriba.

Las dos se ríen de manera silenciosa para que no sepan que estamos hablando y no prestando atención a la clase de matemática. Miro por la ventana y veo que Izen me hace señas para que salga, niego con mi cabeza, pero insiste.

—Ándale, no lo dejes esperando.

Me anima Meisy.

—No puedo dejar la clase a medias, he faltado todos estos días.

—Yo te presto lo que copie cuando regreses, pero ya sal de aquí, tienes a Izen esperando.

Mariana me da un pequeño empujón. Me excuso diciendo que voy al baño y me dejan salir sin poner problemas. Voy por el pasillo cuando Izen me jala del brazo para que entre a un salón, me da un beso en la nariz y otro en la frente, me gusta cuando hace ese gesto.

—¿Te apetece venir conmigo al parque? —acaricia mis labios—. Quiero ir, pero no solo, pensé en ti para que me acompañes.

—Estoy en clases, Izen, y en la tarde iré a casa de mi abuela, mi mamá me dijo que anda muy deprimida, sabes que no tenemos una buena relación, pero sigue siendo mi abuela.

—Voy contigo entonces.

—Hoy tienes que ir a la iglesia, recuerda que me dijiste que Ashley te dijo para ir hoy porque necesitan unos papeles para poder casarse.

—¡Joder! Lo había olvidado por completo. ¿Podemos mañana entonces?

—Mañana sí.

Le doy una sonrisa, se me queda viendo a los ojos y luego baja su mirada hasta mis labios.

—¿Puedo besarte, Noelia?

—¿Quieres besarme?

—Con todas las ganas.

Asiento con mi cabeza y se empieza acercar de manera tan lenta que puedo escuchar mi corazón latir con fuerza y mi respiración entrecortarse. Sus labios tocan los míos y me dejo llevar, me hace sentir tantas cosas que me da miedo, empezamos un juego donde siento que estoy perdiendo yo. Me gusta que me haga sentir algo diferente al dolor.

Muerde mi labio y se aleja unos centímetros de mis labios, me da un pequeño beso y sonreímos.

—¿Qué voy a hacer con esto que siento por ti? —me susurra, acariciando mis labios con sus dedos—. Dime, ¿qué haré con todo lo que siento cuando te beso o cuando te tengo así de cerca? Siento que me estoy volviendo loco por ti.

—Izen, no me digas esas cosas ahora, te casarás.

—Me dices que no te diga nada y tú sabes que sientes lo mismo que yo, me quieres, Noelia, pero tienes miedo de lo que sientes —atrapa mi mejilla en sus manos—. Dime que no sientes nada por mí y me alejo.

—Izen, no quiero que te alejes, claro que me gustas, me haces sentir bien, me has apoyado en estos días tan difíciles —le doy un corto beso.

—Debimos conocernos antes —gruñe y me abraza—. No te molesta que yo sea mayor que tú, ¿verdad?

—No, me gustas así.

—Y tú me encantas —besa mi frente—. Ya tienes que regresar a clases, no te estoy dando un buen ejemplo.

Se ríe.

—Eres el mejor ejemplo de todos.

—Nos vemos después —me abraza y me hace verlo—. Estaré pendiente de ti, te mandaré mensajes a ver si comiste o si necesitas algo. Si estás triste me mandas un mensaje que dejo todo lo que estoy haciendo y te voy a ver, ¿entendido?

—Entendido.

Le doy un rápido beso y salgo del salón antes que alguien me vea. No alcanzo a llegar al salón porque las chicas están a mitad del pasillo con una sonrisa, también está Kaleth que me abraza apenas llego donde él. Me da un beso en la mejilla y le sonrío.

«Nos vemos después. Estaré pendiente de ti, te mandaré mensajes a ver si comiste o si necesitas algo. Si estás triste me mandas un mensaje que dejo todo lo que estoy haciendo y te voy a ver, ¿entendido?» —Kaleth repite las palabras que me dijo Izen antes de que yo saliera. Me le quedo viendo y suelta una risita—. Sí, estábamos escuchando todo lo que hablaban.

—Qué chismosos son los tres.

—Nunca, solo queríamos escuchar.

—Ajá, Mariana.

—Izen te quiere, no sé qué hacen separados.

—Es obvio, no están juntos porque Ashley está de por medio y el bobo de Izen no tiene huevos para dejarla —dice con obviedad Mariana—. Yo que soy mala cuando quiero serlo sé que esa chica no es tan buena como parece.

—Es una loca.

Termino por decir y nos reímos. Decidimos ir a comer algo a la cafetería, yo estoy sin desayuno porque se me hizo tarde y ya no pude comer nada, ahora me arde el estómago del hambre. Los últimos días no me alimenté bien por estar tan triste, pero siento que debí dejar todo ese dolor, no ahora porque es muy pronto, pero sí con el paso de los días.

[….]

Cuando no tenemos una buena relación con alguien es complicado hablar, lo más mínimo se complica por el hecho de que no hay una buena comunicación y ninguno da su brazo a torcer para no quedar mal. Nunca he tenido una buena relación con mi abuela, desde que estaba más chica se quería meter en todo lo que yo hacía y eso me molestaba, pero una cosa es que no nos llevemos bien y otra muy diferente es que la deje sola cuando está mal por la muerte de mi abuelo.

Sé que mi abuela es dura, pero no pongo en duda el amor que sentía y que seguramente siente por mi abuelo, llevaban toda una vida juntos y es doloroso pensar que tiene que estar sola porque él ya no estará. No toco el timbre de la puerta porque mi madre me dio las llaves que tiene de la casa de mis abuelos, entro y me asomo por todos lados, busco a mi abuela y la veo en el jardín; el lugar favorito de mi abuelo. Camino en silencio y me siento al lado, me mira algo sorprendida, pero no dice nada.

—¿Tú aquí? Qué extraño, pensé que después de la muerte de tu abuelo no te vería más.

—Vine a ver cómo estabas, tú también eres mi abuela.

—Estoy bien —le hago una mueca para que vea que no le creo nada—. Ok, no estoy bien. Siento que esta casa es muy grande para mí sola, extraño a mi viejo, no ha sido fácil tener que dormir en mi cama y no verlo, no escuchar su risa en la casa es doloroso —se le escapa una lágrima—. Todavía no creo que sea verdad que se haya ido, pero luego veo que no está en ningún rincón de la casa y es duro para mí. Toda una vida juntos para que me dejara sola.

—¿No te gustaría venir a vivir a mi casa? Mis papás no dirán nada y mi hermano será el más feliz, te adora.

—Gracias por ese gesto, porque sé que debes estar haciendo un esfuerzo sobrehumano para decirme eso, pero esta es mi casa, hay tantos recuerdos que no sería capaz de irme —me da una sonrisa triste—. Lamento haberte hablado tan mal cuando murió tu abuelo, estaba tan dolida que me la desquité contigo y no pensé en lo que estabas sintiendo.

—Me hiciste sentir culpable por no darle un último adiós, pero ya no importa —la tranquilizo—. ¿Ya comiste algo?

—De verdad lo siento. Y no he comido, no tengo hambre.

—Fíjate que yo tampoco he comido, pediré que nos preparen algo y comemos.

—Tengo una mejor idea, ¿y si lo preparamos nosotras mismas?

—Muy buena tu idea.

Nos levantamos y nos vamos a la cocina, saca huevos y harina para hacer unos deditos, me saco la blusa para no terminar sucia y me ato el cabello. Veo a mi abuela concentrada en la harina, agarro un poco en mi mano y soplo para que le caiga encima, me mira indignada y después suelta una risita, me agacho cuando me tira harina y me sigue por toda la cocina hasta que me deja sucia.

Nunca hemos estado tan bien juntas, siempre que nos veíamos estábamos discutiendo. Terminamos de hacer los deditos entre risas y algunos chistes, nos lavamos las manos y nos sentamos a comer. Es increíble que estemos solo las dos y no nos hayamos ofendido, porque las dos juntas somos dinamita y nunca nos dejamos de la otra. Mi abuela suele ser imprudente y yo odio eso, me irrita.

—Gracias por venir a verme —miro a mi abuela que me ha tomado la mano—. Estaba muy triste cuando llegaste, aplacaste mi tristeza y te lo agradezco tanto.

—Tú también me has hecho sentir bien hoy.

—¿Te quedarías a dormir hoy? No quiero estar sola, extraño a mi viejo.

—Claro que sí. Solo que dormiría contigo.

—Primera vez que dormirás conmigo.

—¿Si?

—Sí, el que se quedaba antes era tu hermano, pero desde que tiene novia no viene muy seguido.

—Sabes que cada quien necesita su espacio, te lo he dicho siempre y por eso es que no nos llevamos tan bien como te llevas con mi hermano Damián.

—¿En qué momento crecieron tanto? Los veía desde la cocina jugando con su abuelo, eran solo unos niños, Damián un poco más grande, pero amaba estar cerca de ti y de su abuelo. El tiempo pasó frente a mis ojos y no me di cuenta.

—Eso quiero saber yo, ser grande apesta.

—No te discuto eso.

Seguimos comiendo hasta que nos vamos para la habitación, todavía sigue impregnado el olor de mi abuelo, su perfume caro que nunca dejaba. Nos acomodamos en la cama y nos quedamos hablando, no respondo algunas preguntas porque no me siento en confianza y no me gusta hablar con ella de mis cosas, estamos bien en este momento, pero posiblemente mañana nos estemos gritando y no estoy dispuesta a que me grite todo lo que le dije hoy.

Es difícil tratar de sobrellevar una buena relación con alguien cuando nunca se han llevado muy bien del todo, y es que no se puede hacer que cambie de opinión porque su manera de pensar la trae consigo mismo hace mucho tiempo, y es que todos tenemos una manera de pensar diferente y a veces no queremos cambiar eso, y por más que en el fondo sepamos que está mal no nos atrevemos a aceptarlo por no reconocer que nos podemos equivocar.

«Estuvieras aquí tan feliz con nosotras, abuelo».

[….]

—Noelia —abro los ojos al escuchar que me llaman, ya mi abuela está perfectamente arreglada y yo todavía durmiendo. Esta señora no duerme—. Allá abajo está un chico preguntando por ti.

—Dile que no estoy, quiero seguir durmiendo.

Meto mi cara en la almohada y me cubro con la sábana, pero eso no dura mucho porque mi abuela me jala la sábana.

—¿Quieres que le diga eso? Es el joven que vino contigo el día que murió tu abuelo.

Me levanto de golpe.

—¿Izen? —me salgo de la cama y me recojo el cabello—. Dile que me espere, me voy a lavar los dientes.

—¿Es tu novio? Está muy guapo.

—Somos amigos.

—¿Nada más amigos?

—Sí.

—Tan raro, le brillan los ojos al decir tu nombre —me sonríe dejándome ver que no me cree nada—. Ándale a lavarte los dientes y bajas, le ofreceré algo de tomar.

Me meto al baño y tomo un cepillo, me lavo los dientes corriendo y me enjuago la cara, tomo una toalla y me seco, me miro en el espejo y me hago un moño decente, me doy un último vistazo y salgo para ir a recibir a Izen.

Estoy por bajar y escucho que mi abuela está hablando con Izen, me detengo para escuchar qué dicen.

—¿Entonces eres el novio de mi nieta?

—Señora, le dije que somos amigos —le dice Izen con paciencia.

—Pero a ti te gusta y tú le gustas.

—Sí, pero…

—¿Y por qué no están juntos?

—Abuela, deja de preguntar tanto.

La interrumpo y me hace mala cara, pero aun así se aleja de nosotros y agradezco que me haya dejado a solas con Izen. Mira para todos lados y me da un corto beso, no esperé que viniera, pero me gusta que esté aquí para verme.

—Buenos días —me dice al apartarse—. ¿Ya desayunaste?

—Buenos días, y no he desayunado, me estoy despertando apenas.

—Salgamos a desayunar afuera.

—Olvídalo, estoy como una loca y no me he bañado.

—Oye, estás preciosa, divina, hermosa —me da besitos en la nariz—. Para mí estás hecha una reina.

—No te rías, Izen.

—No lo hago —me pega a su pecho—. Por favor, vamos a desayunar, habíamos quedado en ir.

—Está bien, pero me llevas después a mi casa.

—Está difícil, tú y yo tendremos un día juntos para hablar de nosotros, para hacerte sentir bien, para hacerte saber lo hermosa que eres. 

Cómo no me va a gustar si cuando quiere me trata también que parece irreal. Izen es todo lo que quiero en un hombre, lástima que en unas semanas ya no podremos vernos como hasta ahora.

—Te tengo un regalo, es algo pequeño, pero me enteré de que te gustan y son tus favoritos.

—¿Qué es?

—Ven y te muestro.

Lo sigo hasta afuera y saca de su auto un ramo de girasoles, sonrío viendo que son los que más me gustan, me dan paz. Me hace señas para que tome la tarjeta que tiene, la agarro y la leo.

—Para la chica de ojos esmeraldas más hermosos que he visto y de sonrisa tan hermosa como el océano —leo la tarjeta en voz alta.

Me le acerco y le doy un largo abrazo.

—Gracias.

—Lo mereces —musita en voz baja—. Quiero hacerte sentir tan especial como lo hacía tu abuelo, espero lograrlo.

—A mi abuelo nadie lo iguala, pero es un hermoso detalle.

—Lo sé. Sube al auto, iremos a desayunar.

Cuando veo a Izen me doy cuenta de que sí me va a doler cuando se case, de que verlo al lado de Ashley va a ser lo más difícil de todo. Al comienzo pensé que solo me había acostado con él y que todo había quedado en el pasado, pero con los días me fui dando cuenta de que me empezaba a gustar cada momento a su lado, que me gustaban sus besos, su manera de hablarme y de verme y hasta su forma de ser con los demás.

Definitivamente, me va a doler que se case, pero no puedo hacer nada, no le pienso pedir que no se case, es una decisión que debe tomar él solo y no quiero intervenir, cada quien debe elegir lo que quiere, y si Izen la elije a ella no haré nada para que cambie de opinión.

Llegamos al lugar donde me ha traído a desayunar Izen, es un lugar campestre y es hermoso, me ha gustado. Los dos hemos pedido lo mismo para desayunar, tenemos gustos parecidos en ciertas cosas. Estamos hablando, de repente siento un abrazo y un largo beso en mi mejilla, levanto la mirada para mirar quién ha sido el de eso y veo a Carlos con una gran sonrisa, también le sonrío, al ver que viene con el amigo de Izen le hago mala cara.

—Hola, hermosa —Carlos vuelve a darme un beso y se sienta a mi lado—. Izen —chocan sus puños—. Mira, él es mi hermano Javier —señala al chico y ahora entiendo por qué se conoce con Izen.

—Así que tú eres la chica que ha dejado loco a mi hermano, ¿qué tienes que a todos dejas locos? Necesito el secreto de manera urgente —bromea Javier y le sonrío falsamente—. ¿Le dijiste que no van a tener nada porque te gusta otro?

«Mucho chismoso».

—¿Ustedes dos ya se conocían?

—Tu hermano quiso quedar bien conmigo pagándome una malteada y yo lo mandé a volar.

—No vayan a empezar ustedes dos —Izen me agarra de la mano y noto que lo hace para que Carlos se dé cuenta—. ¿Vienen a desayunar también? Pueden quedarse con nosotros que nos vamos en un rato.

Javier se sienta al lado de Izen.

—Estás muy bonita hoy —me dice Carlos y yo le sonrío—. ¿Sabes que me vas a seguir gustando más cada vez que te veo si sigues tan guapa y con esa sonrisa tan hermosa?

—Yo siempre estoy bonita.

—¿Te parece si de aquí nos vamos a caminar? No te veía en días, después de lo de tu abuelo te perdiste, en la escuela no te veo.

—Les recuerdo que seguimos aquí —Izen nos hace verlo—. Ella no puede ir a caminar contigo, Carlos, después de aquí la llevaré a casa de su abuela que quiere verla.

Qué mentiroso me ha salido este hombre.

—Podemos después entonces —insiste.

—Claro que…

—¿Nos vamos, Noelia? —me interrumpe Izen con una sonrisa. Está celoso—. Pago y nos vamos. ¿Vienes conmigo a la caja, Carlos? No me gusta ir solo a la caja, ya sabes, no me gusta hacer fila porque es incómodo.

Está por negarse y se lo lleva de la mano. Me da risa ver cómo actúa, parece que el adolescente fuera él y no yo. Es que me dice que soy una niña y está actuando como un bebé. Termino de comer y siento la mirada de Javier sobre mí, siento que es un pesado.

—¿Ya le dijiste a mi hermano que te gusta Izen? Le gustaste desde que te vio en el restaurante, piensa que serás su novia.

—Yo no le he dicho que seremos novios, que seamos amigos no quiere decir que deba tener algo con él, aparte, tu hermano no me gusta. Y yo no le dije que se fijara en mí.

—Es imposible no fijarse en ti —me da una sonrisa coqueta—. Eres hermosa, Noelia.

—Y justo porque es imposible no fijarse en mí es que estás mirándome con esa cara de coqueto. Me gusta Izen, no intentes coquetearme.

—Es claro que te gusta, eres tierna con él y con los demás se nota que no eres así.

—Exacto.

—¿Qué harás cuando se case? Ashley no lo dejará escapar, hace años que lo tiene comiendo de su mano.

—¿No te agrada ella?

—No, porque no es sincera con mi amigo.

—Pero tu amigo tampoco lo es con ella.

—Ashley no es tan buena como parece, tiene una cara bonita y es tan destructiva como ella sola.

—¿Tú qué sabes de ella?

—Ashley andaba conmigo antes de que se metiera con Izen, andaba conmigo y nadie lo sabía porque ella me lo pidió, pero luego me enteré de que andaba con mi amigo, ella andaba con los dos al tiempo.

—¿Izen lo sabe?

—No, nunca le dije porque estaba enamorado de Ashley.

—¿Y ahora por qué no le dices?

—Porque le dará igual, ahora está enamorado de ti.

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