Soy tu alumna

9. ¿Por qué está ella aquí?

Capítulo

~Sebatían~

—¿No me vas a decir a quien no vas a dejar escapar? —Sara repite la pregunta. He quedado inmóvil al verla, quedamos en que no vendría—. Cuéntame, también quiero saber.

—Por supuesto que tú. ¿De quién más va a hablar si no es de ti? —Jacon le sonríe. Mirando su atuendo demasiado descubierto—. Creí que no vendrías, casi morimos de la tristeza —le dice con sarcasmo.

—Hipocrita —gira sus ojos con molestia—. ¿Por qué esa cara, Sebastián? Es normal que quiera estar contigo.

—No te esperaba —le sonrío y antes de que pueda decir algo me da un beso—. Me hubieras avisado que venías en camino.

—Me gusta sorprenderte —desvía su mirada y su cara cambia al darse cuenta de que Alondra está hablando con mis papás. Puedo ver cómo su sonrisa ha desaparecido—. ¿Por qué está tu practicante aquí?

—Vino conmigo.

Vuelve a intervenir Jacob.

—¿Es tu nuevo juguetito? —le sonríe, levantando sus cejas-. ¿Tú sabías que era su nuevo juguete, amor?

Me queda viendo, mientras suelta una risita.

—Mi "juguetito" como la llamas, es mucho mejor que tú, hasta mira, se ganó primero a los suegros que tú.

Mi hermano se ríe, haciendo que ponga mala cara y yo solo aprieto mis labios para no reír.

—Sigues siendo tan imbécil —habla sin darle importancia—. Iré a saludar a tus papás, vamos.

Me agarra de la mano y caminamos hacia mis papás que al darse cuenta de que Sara ha llegado se les ha borrado la sonrisa que traían. Alondra me mira sin entender qué está pasando, yo le dije que Sara no vendría.

Puedo ver en su mirada que quiere hacerme preguntas, y es con justa razón; ¡Bendita Sara!

—Señor y señora Miller —Sara les da un abrazo que no es correspondido—. Hace mucho no estábamos todos juntos, la familia completa, bueno, menos tú, Alondra, sin ofenderte.

—No, no me ofendo, no te preocupes.

Le dice ella con una gran sonrisa.

—Me alegra verlos, en serio. Sebastián y yo habíamos hablado de pasar más tiempo con ustedes, ya saben, seremos marido y mujer.

Me abraza, lara luego darme un beso.

—Sí, se nota que estás feliz —habla mi madre —Estábamos dichosos pensando que no vendrías, ahora nos tocará hacer rendir la comida.

—Mi hombre me invitó y no quise quedarle mal —me sonríe y me da un beso. Dirige su mirada a Alondra—. ¿Por qué no me traes un vaso con agua? Odio el calor, y supongo que tú estás aquí para trabajar.

—Buscalo tú, sabes dónde queda la cocina.

Responde mi padre, sin una sonrisa en su rostro, haciendo que el momento se vuelva más incómodo.

—Hijo, vamos por unas cervezas.

Mi madre me toma del brazo para que vaya con ella. Llegamos a la cocina y mi madre saca unas cervezas de la nevera, las deja en la mesa.

Me mira con sus brazos cruzados a la altura de su pecho.

—¿En serio tenías que traer a las dos?

—Sara dijo que no venía, no sabía que se iba a presentar aquí.

—Está loca esa mujer.

—Lo está.

Nos reímos.