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Buenos días.

Aquí está la orca cenando en compañía de su familia.

Todavía pienso en aquella cosa que Linda me dijo, "Ya no quiero ser tu amigo, Craig. Eres demasiado poco para mí.".

Y ustedes dirán, ¡Pero no te dijo eso! Bueno, soy un chico dramático, ya no hay algo que se le pueda hacer.

— ¿Cómo les fue en la escuela hoy, mis niños? — preguntó mamá. Lleva una sonrisa en la cara porque hoy cocinó única comida que Thomas y yo compartimos en gusto; filete (el mío de tofu) con puré de patatas.

— Bien. Estuve todo el día lidiando con un pesado. — respondió Thomas — si no me crees, pregúntale a Craig.

Mis dos padres me miraron. Les eché una mirada rápida y volví a mirar a el plato.

— Cielo, ¿Cómo fue tu día? — preguntó papá. Parpadeé tres veces intentando recordar.

— Ma, pa, ¿Soy aburrido?

Mis padres se miraron confundidos.

— Un poco sí. — bromeó Thomas.

— ¡Thomas! — regañó mi padre — pues, no. Lo que pasa es que quizá no encajas con otras personas y ya. Tienes que encontrar tu grupo y te aseguro que en la universidad lo harás, ya que estarás estudiando algo que te gusta.

Me llevan diciendo eso desde que inicié la escuela.

— ¿Soy feo? — les pregunté. Entonces mi madre caminó hacia mí y me llenó de besos la mejilla.

— Ay, mi cielito, no. Si saliste idéntico a mí. — comentó — ¿Por qué dices eso, eh? ¿Algún ogro te dijo que eras feo?

Negué.

— No, pero me siento feo. — expliqué — ¿Por qué ninguna chica gusta de mí?

— ¿Será porque todavía eres un niño, Craig? — dijo papá. Thomas interrumpió.

— Papá, tiene quince. — explicó Thomas — además... Craig. No puedes vivir esperando a que te caiga una Laura McArthur del cielo. Tú tienes que ponerte más guapo, así como tu hermano.

— ¿Tengo que comerme tres McDonald's?

— ¡Craig! — regañó mi padre — a ver, mi amor. Eres todavía un niño. Quieras o no. Siquiera tienes pelitos en la barba, mírate.

Toqué mi barba. Es verdad. No tengo pelos. Solo unos pocos en el pecho. Donde más predominan son mis piernas y mis brazos.

— Entonces, ¿Por qué no le gusto a ninguna chica?

— Quizá porque todavía no eres un hombre. Solo espérate a crecer, serás un hombre muy guapo. — me comentó mi padre. Mamá acarició mi cabello.

— No les hagas caso, Craig. Conseguirás a la mujer más hermosa para que te haga compañía. Solo que no hay que rogar amor ni buscarlo. No estarás solo mientras me tengas a mí. — y siguió dándome besos. Mi madre era muy amorosa conmigo, tal vez demasiado. Comprendía que mi papá y mi hermano solo querían ayudarme pero solo las dulces palabras de mamá siempre servían.

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Me encontraba recostado en mi cama después de cenar cuando, en la paz que simulaba la noche, alguien tiró una pequeña piedra a mi ventana. Era Linda. Se trataba de una costumbre que tenía desde pequeños cuando quería decirme algo y no podía tocar la puerta en esos momentos.

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