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Buenos días.

Mamá abre la puerta en mi peor momento. Estoy temblando, casi llorando, por el miedo a que Richard y sus secuaces vengan a casa para hacerle daño a mi familia. O peor, a Jacques-Yves Cousteau, mi pez dorado.

— Amor, una niña quiere hablar contigo por teléfono. — me llama mi madre. Asiento desde mi posición (en la que me cubro la cara para que nadie se de cuenta de que estoy mal), pero mi madre, en su instinto maternal, sabe automáticamente que no me encuentro bien — ¿Qué pasó, mi amor? ¿Estás en una crisis?

Rompí en llanto y mamá me levantó para abrazarme. No quería contarle lo ocurrido con Richard, tampoco quería preocuparlo sobre que saben donde vivo. Lo único que no quería es que le hicieran daño a ellos.

— Mamá, Craig no puede usar el teléfono ahora, voy a hablar con Lau-... — Thomas me miró al entrar a mi cuarto. Hasta a él lo vi preocupado — ¿Qué pasó?

— Creo que tu hermanito está triste, Thomas. — dijo mamá — amor, ¿Quieres salir a pasear un poco con Thomas? — negué frenéticamente — bueno. — mamá acarició mi cabello y miró a Thomas con cara de que no había nada más que hacer. Thomas suspiró y se retiró de casa únicamente con su mochila — tranquilo, mi amor. Todo estará bien. Tranquilo.

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Desde que mi hermano tiene su libertad para ir por todo South Park, ha cogido la costumbre que cuando el teléfono está ocupado se va a uno público.

En 1997 u 1998 la gente no tenía teléfono propio. Bueno, sí había, pero no todos poseían uno, como es el caso de mi hermano. Laura tenía pero Thomas no, y entonces, como era una relación a distancia, había cuatro maneras de comunicarse.

Una eran los correos o las cartas, pero estas últimas llegaban después de un largo tiempo y ambas eran malas opciones si estaban fuera. Después, las llamadas desde la casa, pero los costos eran muy elevados al ser muchas horas. Y después, el teléfono público con el que Thomas llamaba al móvil de Laura. Él ahorraba lo suficiente para poder hacer la llamada a Laura, y a veces hasta se cortaba.

Así que como no iba a poder usar el de casa, cogió todos sus ahorros y se encaminó hacia la gasolinera de South Park, único lugar donde se supone que hay teléfono público.

Por fortuna no había una cola extensa, pero el teléfono estaba bastante descompuesto y eso acabó por irritarlo. Tras tres golpes, la línea se regularizó.

— ¿Hola? — preguntó Laura. La sonrisa de Thomas fue ancha.

— Laura, ¿Dónde nos vemos? — preguntó Thomas.

— Tómate el colectivo a Denver, el más pronto que tengas. Te espero en el aeropuerto.

Thomas moría de la emoción. Iba a conocer, por primera vez, a su novia de Internet.

Sus padres no sabían que se escaparía a una ciudad tan grande como Denver para visitar a su pareja, como tampoco sabían sobre la existencia de esa tal "Laura McArthur".

Durante el camino se hizo las típicas preguntas, ¿Y si es un viejo verde? ¿Y si en realidad Laura es una grosera? No lo sabía.

Laura iba durante unas horas a Colorado, a visitar la familia y volver. Pero sabiendo que su novio estaba allí, no iba a perder la oportunidad.

En el aeropuerto, Thomas sintió las manos temblando y se puso pálido de los nervios. Verificó su aliento más de tres veces y sus axilas. Había elegido la mejor ropa para la ocasión, era simple pero cómoda, estaba limpia y planchada. Además, se había rasurado los pelos de todos lados, pero únicamente para sorprender a la chica.

Eclipse ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora