Eclipse ▸South Park Fanfic◂

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Buenos días.

Creo que Steve Black nunca fue tan peligroso como la gente lo quería hacer ver.

Sus padres y él (en especial sus padres) no eran tan malos. El mayor problema fue que el señor y la señora Black siempre fueron personas muy ocupadas por sus trabajos en el tribunal de Colorado y, entonces, Steve creció sin mucha atención.

Para peor, ser un chico negro no le ayudó. La gente lo respetaba pero solo por su nivel económico, ya que si hubiera sido de clase baja, lo más probable es que hubiese fracasado en el ámbito social.

Su padre fue el primer hombre negro en tener un puesto importante en los tribunales del estado. Steve, quién estaba prácticamente obligado a estudiar abogacía como su padre para asegurarse un buen sueldo, fue una deshonra para sus padres en cuanto se enteraron de lo que hizo él con Ryan y Richard.

Pero no le dijeron nada, como solían hacer cuando estaban enojados. La ley del hielo era algo común en la vida de Steve y ya a este punto no le dolía, solo seguía con su vida. Aunque esta fue una pequeña excepción.

— ¿Les puedo contar mi papel en el asesinato? — pregunté. Su padre volteó a mirarlo.

— Se supone que fue un homicidio, Steve. — le comentó su padre.

— Sí, lo sé, pero. Al fin y al cabo, Craig está muerto. — comentó él — yo no lo maté, papá. Te juro que poco tuve que ver con lo que Ryan y Richard le hicieron.

— A mí ya me caía mal ese Ricardo desde antes. — interrumpió su mamá — Steve, ¿Genuinamente crees que nos importa tu papel en el crimen de ese niño con problemas mentales? ¡No! ¡Nos importa el hecho de que tu padre puede perder su empleo por lo estúpido que fuiste!

— El simple hecho de que tus amigos hayan asesinado a esa criatura, nos perjudica como familia y como profesionales.

— ¡Se supone que un maldito abogado es quién defiende a los inocentes, papá! — exclamó Steve — eres un fiscal y un abogado, ¡Dueño del bufete de abogados más grande en South Park! ¿Te importa más perder tu empleo que seguramente no perderás, a pensar en tu hijo o en las personas que mis amigos les hicieron daño?

— Ya he buscado un abogado para tí. Pero no voy a dar la cara por tu enfermedad mental. — comentó su padre — haré lo posible para que tú no entres a prisión, y si lo haces que sea por el menor tiempo posible. Tú y tus amigos. Pero que sepas, Steve. Me debes la vida por todo lo que he hecho por tí.

Steve, la avispa de mar cobarde.

Sí, así como leen. Él es una maldita avispa de mar cobarde, quién se niega a asumir su responsabilidad en el crimen.

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Las piernas de Steve se mueven al compás del tic-tac del reloj. El motivo de su ansiedad es fácil de explicar; sería su primera sesión con el psicólogo forense. Porque antes de un juicio, hay muchos procesos por los que hay que pasar para que la condena sea justa y satisfactoria. (en muchos casos, de todos modos, no es así).

— Hola. — escuchó Steve. Él giró su cabeza hacia la mujer que le habló.

Era una chica negra, con un peinado bastante exótico más no era para nada fea ante los ojos de Steve.

— Linda. Linda Williams. — se presentó — te he visto en televisión, ¿Eres el asesino de Craig Tucker, no es así? Quiero que sepas que tienes mi apoyo en esto. He visto tus ojos, y... mira, puede que resulte difícil de creer. Pero en tí he visto la inocencia. El arrepentimiento. Así que... me gustaría que sepas que no estás solo. Hay mucha gente que seguramente cree que eres inocente.

Steve mantuvo una pausa y observó de nuevo, la cara de la chica. Se llamaba igual que Linda Marshall, pero con la diferencia de que ella se apellidaba Williams.

— Sí. Steve Black, un gusto, Lin...

— Williams. Dime Williams. Así me conoce todo el mundo.

Que bonito apodo. Williams.

— Williams, ¿Seguro que no me apoyas porque soy "guapo"? — Williams negó.

— ¡No! ¿Por qué apoyaría a un criminal solo porque es guapo? Desde pequeña tengo el talento de ver a los ojos, y ... ver el alma en ellos. La tuya está rota, arrepentida, Steve. ¿No es así? — Steve asintió ante las muchas preguntas de Williams.

— Te puedo jurar que soy inocente. Sí, estuve presente. Más no lo asfixié. Solo vi todo, y...

"La última piedra salpicó de sangre los zapatos de Steve. El chico miró la situación con lágrimas en sus ojos.

Las manos de Richard temblaban tras haberle tirado la piedra a la cabeza. Era grande, casi se podía comparar con el tamaño de la cabeza de él. Entonces, ahí me quedé. Con esa roca dejé de respirar, mi cráneo se partió.

— Lo hicimos mierda. — susurró Ryan — somos unos genios. ¡Unos genios!

Steve miró a Richard y suplicó, con la mirada, que al menos confesase lo que hizo. Que llamase a una ambulancia para mí.

— ¿Qué me miras? ¿Te gusto, o qué? — preguntó Richard. Él quitó la mirada de encima de él y se agachó a mi lado para comprobar que seguía vivo — ya está, Steve. ¿Acaso quieres que vayamos a prisión? ¡Está muertísimo!

— ¿Por qué le hiciste esto? — preguntó él, en un hilo de voz — ¡¿Por qué lo mataste?! ¡¿Por qué?! ¡Pensé que lo decías de broma como todo lo que le hacíamos! ¡Ahora iremos a prisión y todo esto será tu culpa!

— Míralo.

— ¿Qué?

— Solo míralo, Steve.

Steve giró a verme. En efecto, estaba muerto. Aunque Steve intentó hacerme respirar con una leve bofetada en mi mejilla, no lo logró.

— No sabe ni respirar el imbécil, ¿Crees que hubiera sido de provecho para la sociedad? Lo dudo. Craig Tucker ahora está muerto y ya no es un impedimento para mí.

La figura me había comentado lo siguiente:

"En nueve años los volverás a ver, en veinticuatro años sabrás lo que te pasó, en nueve años, lo que en inicio era un impedimento ahora va a ser una realidad. Richard vivirá en la gloria por los próximos veinticuatro años a pesar de que falten nueve para tu regreso. No vas a ser un caso silenciado, Craig. Tarde o temprano la gente que te causó la muerte va a pagar de algún modo."

Steve Black, te perdono.

Porque como Williams dijo, vi en tu mirada el arrepentimiento. Gracias porque aunque me tiraste piedras, fuiste el único que quiso llamar a una ambulancia al ver que ya no respiraba. Y no me asfixiaste o me continuaste tirando piedras. Gracias."