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Buenos días.

Hoy, después de tanto luto, por fin todos han vuelto a la escuela.

Fueron unos días tensos donde todos estaban asimilando lo que ocurrió. Si bien algunos todavía no lo han entendido bien, otros ya comprendieron que no había nada más que hacer. Ese fue el caso de Chef, Jerome McElroy.

A él siempre lo comparé con un "melanocetus johnsonii" por su color, alias "El diablo negro". ¡Pero cabe recalcar, que Jerome era un hombre maravilloso! No le haría daño a una mosca.

A la escuela, a su trabajo, fue con tres folletos. Los tres tenían pegadas las fotos de Richard, Ryan, y Steve. Con un "Prohibida la entrada a asesinos" en mayúsculas. Debajo, un "Justicia por Craig" y una cajita debajo donde podían poner donaciones. Aquellas donaciones irían para mis padres y así se podrían pagar el mejor abogado.

Mis padres no eran pobres, para nada, pero un abogado no es nada barato. La decisión de Chef por prohibirle la entrada a mis tres asesinos le hizo ganarse una regañada por parte del director, pero realmente a él no le importaba. Si bien era un sol, no le importaba ser el "verdadero diablo negro" cuando lastimaban a alguien que él quería.

Chef soñaba con ser padre y veía en mí al hijo que nunca tuvo. Desde pequeño iba y me sentaba todos los días frente a él a hablar. Chef era, de paso, un muy buen amigo de mi mamá. Mamá lo quería muchísimo a Chef a pesar de la mucha diferencia de edad.

— Hola, Chef. — saludó Mackey. Chef giró, no tenía fuerzas para una sonrisa pero de todos modos sonrió — m'kay, ¿Y esos carteles?

— No voy a dejar que tres asesinos entren a mi cafetería. Tendrán que comer en otro lado, lo siento.

— M'kay. Te entiendo. — Mackey mantuvo una pausa donde pensó bien lo que quería decirle a Chef. En cuanto encontró las palabras, habló — ¿Podrías imprimirlos para mí, por favor? Te pagaré.

— No hace falta, la muerte de mi amigo no es algo con lo que pueda ganar dinero. Lo único que quiero es que esos imbéciles paguen en prisión por el resto de sus vidas.

Richard y Ryan entraron juntos al instituto. Ryan estacionó el coche justo al lado del de Sarah y le tiró un beso desde su posición. Sarah puso solo una mueca de asco y se bajó.

— La tengo loca. — declaró él.

— Sí, loca de esperar el día en que le acepten la denuncia por acoso.

— Ay, cállate Richard. Tú siquiera quieres admitir que estás saliendo con Helen Bergman. Cualquiera moriría por su culo. Hey, Helen Tweak no queda mal. ¿Cómo se llamarán sus hijos? ¿Tweak Tweak? Olvídalo, mal chiste.

Ryan miró pasar al resto de estudiantes. Era demasiado silencio para tratarse de la escuela de South Park.

— ¿Cuánto apuestas a que se olvidan del niño autista la semana que viene?

— Créeme, realmente a nadie le importa esto.

— ¿Cómo qué no? ¿Acaso no escuchaste los llantos de Christina Tucker durante el funeral? Pero que perra loca.

— No lo sé. La verdad, no creo que nadie llore así por mí el día en que me muera. Y tampoco me importa. Nunca he querido a nadie.

Ryan miró a Richard y así se le quedó observando durante un rato.

— Amigo... — dijo él. Richard lo miró — sonaste muy, muy, idiota.

— Lo sé.

Pisar el instituto para ellos fue un infierno. Todas las miradas estaban centradas en ellos y cuando pasaron por la puerta del comedor, se quedaron mirando los tres carteles.

Eclipse ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora