Prefacio

721 41 3
                                    



Los acontecimientos de los meses pasados parecían demasiado lejanos ahora. Mi respiración entrecortada y mi corazón acelerado eran lo único que escuchaba.

El pánico se apoderaba de mi cuerpo, así como la esperanza de volver a ver la luz del día se había esfumado.

No era capaz de moverme y no me atrevía a hacerlo de todas formas, ya que estaba consciente de que "ella" no había bajado el revólver color negro en ningún momento.

Traté de fijar mi vista únicamente en Ella.

Yacía tendida en el suelo sin moverse, sobre ese charco de sangre que se continuaba extendiendo por todo el húmedo lugar. Estaba tumbada de lado, dándome la espalda, por lo que no podía asegurar si se hallaba demasiado mal... rogaba con todas mis fuerzas que siguiera viva, aunque la escena no resultaba muy alentadora.

"Él" caminó hacia mí con una cínica sonrisa en el rostro. Yo no permití que mis ojos se apartaran de lo ahora importante para mí, hasta que ya tenía al sujeto justo enfrente. La miró, y, luego a mí chasqueando la lengua con fingida tristeza.

-Las cosas no parecieron salir bien ¿verdad? –me dijo con voz queda. Pegó la punta del arma a mi frente y yo sólo pude tragar grueso.

-No te metas con Emma... –dije en un tembloroso susurro, mentalizando mis palabras como las últimas.

- ¿Me pides eso después de que ella tratara de asesinarte? –se exasperó.

-No importa lo que haya hecho... sólo has lo que te digo...

-Y ahí está de nuevo –dijo riendo abiertamente-. Esa cosa patética que llamas amor te trajo hasta aquí... ¡de no ser por ella tu estarías en tu casa tranquilamente! Y ahora sin embargo... –bufó dejando la frase al aire. Yo no hablé-. En fin... te mandaré al infierno junto con ella, así que no la extrañes demasiado.

-Ahí nos veremos entonces... –murmuré con valentía... o quizás testaruda estupidez, observándolo desafiante.

Él soltó un gruñido de inconformidad. Escuché el chasquido que hizo el arma cuando el percutor fue jalado hacia atrás de forma amenazante, listo para soltarlo y terminar con mi patética vida con ese sencillo movimiento.

Cerré los ojos despacio, sintiendo que la valentía de hacía unos momentos desaparecía por completo.

Cientos de veces imaginé mi muerte, y nunca le temí, pero era horrible pensar que todo acabaría así: Un revólver en mi frente, de rodillas y sin poder acercarme a Emma, para cerciorarme si aún respiraba. Más miedo acometió contra mi pecho y el aire pareció solidificarse. Apreté los ojos con más fuerza sin poder evitar el temblor de mis manos que cerraba con fuerza, esperando el ultimo sonido que escucharía... el de un disparo...

Me sorprendía el hecho de que morir me asustara tanto. Hacía unos meses estaría resignado, pero ahora no. No quería morir, no quería dejar el mundo de los vivos, porque ahora tenía un verdadero motivo para estar vivo... y ese motivo estaba en el suelo, sangrando abundantemente, y quizás... muerta.

-Discúlpame –susurré dirigiendo mis palabras exclusivamente a la bruja de ojos azules.... que, aunque estuviera viva o muerta, de todas formas, no podría escucharme-. Discúlpame bebé... – creo que una lágrima salió de mis párpados fuertemente apretados-. Te fallé... –musité.

El asesino estiró una sonrisa al escuchar mis palabras, pareciendo entretenido de oír mi herido lamento, que no se encargó de suavizar su mirada sedienta de muerte... más bien, la avivó.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora