Capitulo 14

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Necesidad

La tarde estaba pasando terriblemente rápido. Había recibido otra visita del doctor, quien me pidió que reposara, luego llamé a Morgan y a Boris para informarles lo sucedido, alarmándolos en sumo grado. Pero no tenía entusiasmo para volver a relatar lo acontecido, y sólo les pedí que hicieran todo lo posible por hallar a Tyler, y a Chris, que mañana pasara a recoger a Emma.

Ella cuidó de mí como si fuera una persona en su lecho de muerte. Hasta me sentí mimado cuando me llevó la cena a la cama en una mesita plegable de madera. Yo veía su esfuerzo, y sabía que trataba de compensarme por lo ocurrido. Pero yo no quería que hiciera nada de eso, lo único que quería era que se acostara a mi lado y me dejara abrazarla al menos el tiempo que me restaba con ella.

Quería hablar por largo rato, sentía la necesidad de hacer algo estúpido y descabellado antes de que se fuera. Pero no creía tener la fuerza.

Después de dejar la mesita y los platos en la cocina, entró al cuarto de nuevo. Encendió la televisión cuando dio por terminado su deber de ponerme cómodo y luego se sentó a mi lado para ver el televisor.

Podía notar su alegría, estaba ansiosa por irse, deseosa de hacerlo. Eso me entristecía en gran escala, porque, aunque creyera que eso era lo mejor, y que yo supiera que lo era, no podía aceptar la idea de que de verdad se iría.

No prestaba atención al programa, yo sólo la miraba a ella, recargada entre un buen grupo de almohadas a su lado.

No podía evitarlo. Ya no más. Y si eso me volvía un idiota, un total verdadero idiota.

-Apaga la tele.

- ¿Te molesta el ruido? –preguntó al instante, dispuesta a correr hacia la televisión para apagarla, aunque tenía el control a un lado.

-Sólo quiero charlar –dije negando ligeramente.

Asintió aliviada de que yo no me sintiera mal, posiblemente creyó que tenía otra jaqueca. Entonces alzó el control y apagó el televisor, llenando la habitación con la completa oscuridad digna de una noche en Moscú. Un poco de luz de los faroles de la calle se reflejaba en la parte baja de la cortina, pero fuera de eso, todo era penumbra.

Se giró para quedar sobre un costado y me miró expectante.

- ¿De qué quieres charlar?

-Pues no lo sé. Hay muchas cosas que me gustaría decir antes de que te fueras, pero... no puedo siquiera empezar.

Temía que mis palabras acabaran arruinando todo, por lo que sin dejar que me cuestionara al respecto me incliné hacia ella y solo...la besé. Pareció sorprendida, pero contestó quedamente al contacto. Al terminar el beso la abracé. No dije nada por largo rato, sin duda preocupándola, quien habló unos segundos después:

-... ¿te pasa algo?

-No. Nada.

-Deja de hacer eso.

Me quedé impresionado por su tono molesto. La miré a la cara con expresión perpleja y ella sólo me dedicó una seria mirada.

-Siempre que te pregunto por cómo te sientes, o que te ocurre me contestas lo mismo –explicó-. Nada –puso los ojos en blanco-. No estoy ciega, puedo ver que algo te ocurre.

Pero prefieres no decírmelo, prefieres no confiar en mí –bajó la mirada y el tono de su voz-:

Sé que eres una persona muy cerrada, y por eso jamás quise forzarte, pero después de todo este tiempo pensé que quizás ya me tendrías esa confianza, creí que ya creerías en mí –me miró-. Pero veo que me equivoqué.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora