Capítulo 37

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Venganza

Y una vez más, yo estaba en una situación de vida o muerte a manos de Thomas; nuevamente el plan de Ilenko Romanov parecía haber fracasado categóricamente.

No sé ni a quién trataba de engañar con toda esta fachada de héroe justiciero o vengador sanguinario, solo era un estúpido médico forense que tenía miedo de perder a la persona que más le importaba. Pero ya no interesaban mis patéticos motivos, mi terquedad y falta de raciocinio por fin iban a hacerme pagar, y me lo tenía merecido.

No debí haber ido solo, eso lo sabía de antemano. Pero por falta de materia gris y movido por el fatídico hecho de que no sería capaz de vivir si ella moría, había acabado una vez más en la más mortal de las trampas.

Es posible que haber pretendido que no sabía sobre el paradero del maldito hubiera sido lo más aconsejable. Después de todo, si aquél impávido asesino dejaba Moscú, eso significaría que no volvería a hacerle daño.

Si lo hubiese ignorado, si hubiera seguido con lo mío, ahora estaría sujetando la mano de ella y tomando una siesta con la cabeza recostada en el borde de su cama.

Pero tras un breve análisis, me pregunté si no sería precisamente ése el motivo por el cual había hecho esta reverenda estupidez, encaminada desde un principio a un efímero encuentro tras el cual era obvio que yo moriría. Seguramente se debía a que tantos días encerrado en ese hospital, apenas comiendo y durmiendo como era aconsejable, había hecho que se creara en mí una profunda desesperación por no verla despertar. Era probable que mi subconsciente quisiera justificar mi inutilidad con el tema al ponerme manos a la obra, aunque fuera en el menos ortodoxo de los planes.

Sabía que quería deshacerme a mano limpia de la existencia del sujeto que le había puesto las manos encima, pero la irreverente idea de que lograría hacerlo yo mismo no sé exactamente de donde surgió. Ahora me arrepentía sin duda alguna. Yo quería vivir, quería estar de nuevo al lado de ella, rogando y pidiendo porque se recuperará pronto a pesar de que no había muchas expectativas al respecto.

Dejar que me matara sería arrojar toda mi paciencia a la basura, así como fallarle a todos y a mí mismo, pues morir a manos de ese bastardo era lo más imperdonable que podía hacer. Sin embargo, no contaba con muchas opciones, hallándome atrapado en esa bodega con él frente a mí justo después de haber anunciado que jugaríamos un juego.

Aunque podría ser buena idea seguirle la corriente y jugar, después de todo. ¿Quién dice...?

Tal vez hasta lograra ganarle en su propio terreno. Y claro que no pensaba que eso fuera al menos probable, pero ser la víctima mientras me asesinaba o hacerme el muertito no iba a ser de ninguna ayuda tampoco.

Me paré con toda la firmeza que fui capaz teniendo en cuenta que seguía frente a un asesino casi legendario, y le miré a los ojos. Sin mi arma no era aconsejable que pretendiera demasiada seguridad, pero era lo único que se me ocurría hacer en esos momentos.

-Me sorprende que hallas venido hasta aquí– me dijo estudiándome cuidadosamente-.

No solo porque me encontraras, sino porque tuviste las agallas de permitir que te humillara de nuevo, y te matara de una vez.

- ¿En verdad estás tan seguro de que lo conseguirás en esta ocasión?

"¿A qué juegas, Ilenko idiota? ¡Este sujeto puede aniquilarte con los ojos cerrados, las manos atadas y sin una pistola!"

Callar a mi conciencia no era nada sencillo en esa situación, pero al menos no me dejaba domar por sus pesimistas y alteradas palabras.

Thomas, aún con sus manos en los bolsillos, se rio.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora