Capítulo 20

93 9 0
                                    


Celos.

Mi cerebro se había bloqueado por unos segundos. No podía terminar de entender aquello. Unas cuántas imágenes aparecían como simples fotografías en mi mente, como si ése hecho no fuera real.

Después de que la imagen de la cocaína y la de la decepción de la cría aparecieran juntas, fue como si un par de engranes finalmente encajaran y al fin recuperara el total funcionamiento de mi sistema.

Al instante, me puse de pie, asimilando la simple idea de que ella acababa de irse, que lo había hecho sola y algo podría ocurrirle.

- ¡Emma!

Salí corriendo del apartamento y presioné el botón del ascensor con ansiedad. Pasaron sólo un par de segundos que no pude esperar y salí disparado escaleras abajo. Cuando iba por el quinto piso, saltándome unos cuántos escalones y resbalando en más de una ocasión, mi celular comenzó a sonar.

- ¿¡Qué!? –grité al momento de contestar.

- ¿Ilenko?

- ¿Qué ocurre, Chris? –pregunté bastante más preocupado por mi persecución que por la llamada.

Acababa de llegar al primer piso. Ahí, observé que mi amigo el portero estaba con cara de confusión, asomándose a la calle como si acabara de ver pasar por ahí una bala. Sin detenerme a preguntar, salí del edificio y miré alrededor, esperando hallar una pista de por dónde se había ido ella.

-Conseguí el permiso y ya he hablado con Boris – me dijo, ignorando la desesperación en la que me hallaba-. Lo veré hoy e irá a la Notaría Pública a pedir que le dejen ver el testamento del padre de Emma.

Justo cuando dijo su nombre, logré divisar una cabellera de tonalidad familiar, entre los árboles de un parque que se hallaba en diagonal a mi apartamento, casi en la esquina de la calle.

-Genial, hablamos luego.

Colgué y eché a correr de nuevo. Cuando me acerqué al parque, disminuí el paso y decidí recuperar mi respiración con un andar lento que aproveché para acercarme con cierta cautela.

Me coloqué frente a un grueso árbol de bellotas que no me dejaba verla, que, al parecer, estaba justo del otro lado y recargando su espalda contra el tronco.

-eey... –jadeé aliviado.

Al instante, el chasquido de ramas me hizo saber que se ponía en movimiento. Rodeé el árbol y la tomé del codo con firmeza. Ella trató de soltarse de un tirón, pero al no lograrlo, simplemente continuó dándome la espalda.

-No me has dejado explicarte nada –dije al instante con cierta ansiedad-. Ni siquiera me diste tiempo para...

- ¿Qué tengo que saber? –cortó con rudeza-. Te has estado drogando.

-Yo sé que es ilegal, pero...

- ¿Ilegal? –logró soltarse de mi mano y se giró para encararme con un rostro lleno de indignada incredulidad-. ¿Tú crees que estoy enfadada contigo porque hacías algo indebido?

Yo no dije nada, pero con mi silencio, ella entendió que algo similar me había planteado. Abrió la boca como si fuera a soltar un improperio de disgusto, pero la volvió a cerrar y clavó una mirada furiosa a la mano que cerraba con fuerza, en la que seguramente aún tenía la bolsita con cocaína.

-No soporto saber que tengas ese nivel de autoestima –soltó de repente y mirándome de nuevo-. ¡Aún no entendiste que la gente no está contigo por deber u obligación! ¡Si estamos contigo es porque nos importas! ¡Porque me importas! –exclamó golpeando su pecho en un dolido ademán hacia su persona-. ¡A mí me molesta un comino que ésta droga sea ilegal, lo que me molesta que hallas recurrido a algo tan dañino para tu salud, en vez de pedir ayuda!

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora