Capitulo 10

128 11 4
                                    


El Cadillac.

Cuando me desperté al día siguiente, fue extraño y a la vez tranquilizador hallar que ella dormía a mi lado en la repisa de la ventana y continuaba abrazando mi cuerpo mientras el suyo aún descansaba tan cerca.

¡Cómo deseaba tener esa visión todos los días después de abrir los ojos!

Aún era temprano, el cielo que veía a través del cristal de la ventana tenía un color grisáceo que se iba volviendo azul. El sol parecía anunciar que haría aparición pronto.

La cobija se había caído al suelo por lo que no me extrañó que pareciera más pegada a mi cuerpo.

Me sonreí un poco sin proponérmelo, procurando no moverme demasiado.

-Valla, creí que esperarías a que tu princesa te besara para abrir los ojos.

Me sobresalté al reconocer esa voz y maldije mentalmente. Cerré los ojos unos segundos, respiré hondo y logré quitarme a la cría de encima sin despertarla.

Giré la cabeza hacia donde había escuchado la voz.

Leía tranquilamente el periódico del día anterior con un café en sus manos. No parecía sorprendido, y algo me decía que llevaba un buen rato ahí.

-Bo-Boris...

Con lo que él había visto para ese momento ya no tenía forma de volver a parecer su negativo y distante amigo de odiosa e inquietante personalidad, podía adivinarlo solo con la disimulada burla en sus labios torcidos a modo de sonrisa.

Me levanté evitando su mirada cuando la alzó del periódico y procuré alejarme de Emma para que el ruido de mi voz no la despertara. Me acerqué y le quité el periódico de las manos, para sentarme a su lado y fingir leer.

-Buenos días –dije secamente y sin mirarlo.

-Sí, creo que muy buenos.

-Maldición, no empieces –pedí entre dientes y cerrando los ojos en busca de paciencia.

-Bueno, perdón, es solo que no esperaba hallar tan conmovedora escena en una mañana tan aburrida.

-Se sentía mal ¿de acuerdo? –cuchicheé bajando el periódico y mirando al hombre que tenía a un lado con mirada feroz. Mis dientes yacían fuertemente apretados-. Ella tenía miedo por toda tu charla del asesino y no entender nada de lo que le pasaba la hizo llorar

–Apenas alzó las cejas con vaga sorpresa-.

Traté de hacerla sentir mejor y cuando estaba más tranquila nos quedamos dormidos.

-Siendo sinceros... –dijo con tranquilidad y como si no me hubiera escuchado-.

¿Qué hay entre ustedes?

- ¡No hay...! –me callé al escuchar que ella se movía en la repisa. Miré sobre mi hombro y solo la vi girarse hacia la ventana para seguir durmiendo.

Volví a mirar a mi amigo y susurré-: No hay nada.

- ¿Te parece si damos un paseo? –preguntó de nuevo como si no me hubiera escuchado-.

Creo que no es apropiado hablar de eso con ella aquí.

Señaló con los ojos a la aún dormida cría y después de pensarlo me di cuenta de que era lo mejor.

Cinco minutos después ya nos habíamos cambiado y mientras mi amigo tomaba su chamarra y salía yo coloqué una nota en un pequeño papel amarillo para notas telefónicas sobre la mesa con el sencillo mensaje:

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora