Capítulo 26

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Penitenciaria

- ¿Me estás diciendo que te preocupa tener sexo todos los días?

Estábamos por comer, así que yo me hallaba sentado en la mesa esperando a que ella terminara con la cocina, hablando con mi amigo al que hacía una semana no veía. Acababa de comentarle, que esa misma semana había sido tan activa que ya hasta había comenzado a preguntarme si no sería contraproducente después de un tiempo.

-No digo que me "preocupe" – Solo no sé si se supone que deba pasar eso.

-Pues... el noventa por ciento de las parejas estables que tienen sexo lo vuelven rutina –comentó pensativo-. Conforme el tiempo pase, bajará la frecuencia gradualmente, volviendo los momentos escasos, pero más significativos.

-Vaya, sabes bastante de eso – comenté algo burlón.

-La voz de la experiencia.

Sonreí, viendo como ella salía de la cocina con los platos, haciendo que la siguiera con la mirada mientras los colocaba en la mesa.

Me sorprendía el que Boris pudiera ser un amigo tan autentico, en verdad él era la prueba viviente de que los mejores amigos siempre tendrán distintas profesiones para ti cuando te metes en toda esta cosa sin sentido llamada amor. Primero son doctores corazón que sacan todo lo que sientes por alguien, luego pañuelos de lágrimas que te consuelan cuando sufres, y posiblemente, si alcanzas el nivel en el que yo me encontraba, se convertían en tus consejeros sexuales personales.

Los amigos verdaderos son toda una joyita.

- ¿Has hablado con Christopher? – me preguntó entonces.

-Justo hace rato le llamé –dije viendo como terminaba de servir y se acercaba a mí-.

Mañana lo acompañaré a la penitenciaría, parece que al fin encontró a una persona que nos sabrá hablar con más exactitud sobre Thomas.

Posándose detrás de mí sus manos masajearon mis hombros de manera reconfortante. Yo cerré los ojos con el tacto, escuchándola doblarse por la cintura para frotar delicadamente su rostro contra mi mejilla. La mano que no sostenía el teléfono se alzó para mantener su rostro así de cerca.

- ¡Eso es fantástico! –exclamó Boris, ignorante a lo que ocurría en mi lado de la línea. Besó una de mis mejillas y sus manos resbalaron de mis hombros hacia mi pecho, donde se deshicieron de dos botones-.

Yo he estado algo ocupado, pero si se enteran de cualquier cosa importante háganmelo saber.

-Sí, sí... por supuesto...

El par de manos se introdujeron dentro de mi camisa y acariciaron mi pecho con soltura, sonreí entreabriendo los ojos y giré mi rostro ligeramente hacia ella, quien me devolvió el gesto y se acercó para besarme.

-Uhmm... ¿Ilenko?

- ¿Mmm? –inquirí aún envuelto en ese contacto adictivo y delicioso.

Escuché la risa de mi amigo. Al parecer había identificado el motivo de mi silencio.

-Oh, cretino de mierda, te dejo con tus asuntos. Hasta luego.

-Listo...

Colgué el teléfono y lo dejé sobre la mesa, antes de sujetar sus brazos y despegarme del todo de su boca para luego girarme a ver la comida.

-Uh... ¿qué tenemos hoy para comer?

-Ravioles, ensalada césar, carne de pavo en su jugo y puré de papa –murmuró su voz contra mi oreja, aun haciendo que sus dedos jugaran suavemente por mi pecho. Besó ligeramente mi lóbulo-. Brownies de chocolate como postre.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora