Capitulo 6

256 14 2
                                    


Compañeros de Cama

Las horas pasaron y la hora de dormir llegaba... me preocupé con ese hecho, pero luego tuve que resignarme.

Me hallaba en mi habitación en ese momento, sacando unas sábanas de la parte de arriba del clóset de madera oscura, para irme a dormir al sillón.

El clóset se hallaba pegado a la derecha de la habitación, ocupando toda la pared de ese lado. Sus grandes puertas corredizas dobles de abajo resguardaban mi ropa y zapatos. La ropa interior y las corbatas estaban en una pequeña cajonera que había dentro. Las pequeñas puertas corredizas de arriba, guardaban cobijas y cortinas.

Así que estaba sobre unas escaleras dobles desplegables de cuatro escalones, tratando de sacar un par de colchas.

El suelo de la habitación era una alfombra oscura. Un escritorio se hallaba del lado contrario en el que yo estaba, pegado a la ventana, con una computadora y un librero delgado repleto de libros a un lado. Si entrabas a la habitación, lo primero que te topabas era ese escritorio.

La cama se hallaba en medio, al fondo. Pero no era una cama cualquiera.

En primer lugar, y rompiendo completamente los estereotipos, era circular. Circular y enorme, con grandes almohadas blancas que contrastaban con las suaves colchas color vino, y las sábanas blancas de abajo.

Esa cama era mi fascinación. Mi exigente espalda sólo podía dormir en paz ahí... o eso creía hasta la noche anterior en que me había dormido en la alfombra de mi sala... bueno, la alfombra también era inusualmente cómoda.

A cada lado de la cama, por donde deberían estar las esquinas si fuera rectangular, había dos mesitas de noche. Una con un despertador y una elegante lámpara de petróleo antigua que a mí me gustaba mucho. La otra mesita tenía otra de esas lámparas solamente.

Frente a la cama, a un lado de la puerta, estaba un mueble donde tenía un televisor de setenta pulgadas de color gris.

La gente los llama lujos. Yo les digo: comodidades.

Al fin logré sacar las colchas. Doblé la escalera y la dejé a un lado. Luego salí de la habitación arrastrando las colchas conmigo.

- ¿Qué haces? -quiso saber.

Estaba sentada en una de las repisas de las ventanas de la sala, sobre un cojín y hacía unos minutos miraba por el vidrio, la oscura ciudad llena de luces.

Por la hora, las cortinas ya habían sido abiertas, y los candelabros seguían encendidos.

-Me preparo para dormir -le dije tranquilo y colocando las colchas sobre uno de los sillones-. Faltan mis almohadas.

Volví sobre mis pasos y ella bajó de la repisa de madera pulida para seguirme con curiosidad.

- ¿Y dónde dormiré yo? -quiso saber. Pero al entrar al cuarto se detuvo-. ¡Valla...! Que habitación...

-Tú habitación, por el momento -contesté con una almohada en las manos.

- ¿De verdad? -estaba impactada.

- ¿Creías que te iba a dejar en la alfombra hasta que descubriéramos dónde vives? -inquirí mientras salía.

Dejé la almohada sobre el sillón y regresé con la cría.

Se había tumbado en la cama panza abajo, con los pies en el aire y su rostro hacia el televisor que acababa de encender.

Parecía muy cómoda... envidié su comodidad.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora