Capítulo 23

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Dos Caras

Thomas Ricaurte . Ese nombre había sido la pesadilla de muchas personas por años, desde que yo era un niño. Dirigía a un grupo bastante extenso de maleantes, y tenía total control sobre la droga y prostitución que había en Rusia. También se rumoreaba de que traficaba armas, pero jamás hubo pruebas de ello.

Había azotado a Moscú como un huracán. Cuando yo sólo era un joven con aspiraciones un poco siniestras habían visto los diarios colmados por noticias sobre él y sus andanzas, así como de los cadáveres que dejaba detrás. Los rumores decían que podías pedirle cualquier favor y a cambio de otra cosa él haría el trabajo sucio, o bueno, con sus hombres. Si tú querías matar a alguien lo llamabas; si tú necesitabas dinero lo llamabas. Pero los rumores también decían que además de que era muy difícil ponerse en contacto con él, si tú no pagabas o si el préstamo que te había hecho no era liquidado a tiempo... podías considerarte hombre muerto.

Mientras las personas temblaban, yo francamente miraba con atención la imagen de ese hombre en los noticiarios. Me preguntaba por qué hacía todo aquello y una parte de mí (la que despreciaba a la humanidad) decía que se lo tenían merecido.

Mi forma de pensar siempre fue bizarra, pero en realidad creía que el que las personas le tuvieran tanto miedo era bueno. El crimen había bajado en gran escala, ya que las pequeñas pandillas o ladronzuelos solían ser acribillados por la gente de Thomas, que proclamaba Moscú como su estado. Así que los delincuentes con suficiente cerebro se retiraban por su cuenta.

Pero en ese entonces yo era un niñato estúpido. No me daba cuenta de que, a pesar de ello, lo que él hacía era apoderarse lentamente de nuestra tierra de una manera violenta. La gente ya alucinaba hasta con el golpe de estado.

Fueron años bastante oscuros en los que personas desaparecían sin dejar rastro y se hacían numerosos funerales cada fin de semana. Pero después de cinco años, cuando yo tenía unos dieciséis años, él simplemente se esfumó. Nadie supo por qué, simplemente dejó de hacer de las suyas y sus hombres también.

Algunos decían que lo habían matado, pero otros aseguraban que había salido del país cuando se dio cuenta de que podrían atraparlo en cualquier momento. A mí se me hizo extraño. Si lo hubieran matado la policía se aseguraría de darse todo el crédito, y para como la situación había estado, dudé mucho que el maldito hubiera estado, aunque fuera un poquito preocupado por ser atrapado.

Pero si había tenido todo bajo control ¿por qué desapareció?

Nadie lo sabía. Y finalmente se respiró una gran tranquilidad (o toda la tranquilidad que un lugar como este puede tener).

No había escuchado el nombre de Thomas en años; ahora, el amor de mi vida acababa de decirme que era su tío.

Con la declaración todos nos sorprendimos. Yo por mi parte trataba de decir algo, pero sólo salían palabras mudas de mi boca que se abría y cerraba una y otra vez.

Tras dos largos minutos en silencio mi amigo pareció recuperar la compostura y tomó la hoja de la mano de Morgan para examinar el rostro del criminal. Luego la miró, que se hallaba como desconectada.

- ¿Estás seguro de lo que dices? ¿Tu tío? ¿Este hombre es tu tío?

-Bueno... es lo que recuerdo, era hermano de mi mama. -dijo lentamente. Me percaté de que ella mismo lo estaba asimilando, seguramente acababa de recibir un montón de recuerdos confusos relacionados con ese hombre-. No puedo recordar bien todo de él, pero sé que aparte de ser hermano de mi madre y cuñado de mi padre, también era su mejor amigo.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora