Capítulo 31

66 7 4
                                    


Rencuentro Y Refuerzos

- ¿Y ahora, ¿Qué vamos a hacer? –preguntó.

No hice ademán de haberlo escuchado. Continuaba sentado en el sillón con mis manos sosteniendo mi rostro, y no me había movido ni un centímetro en casi veinte minutos.

No habíamos hablado en un rato; en realidad lo había dejado hablando solo en voz alta porque yo no podía concentrarme.

Deseaba dormirme o quedar inconsciente por varios días, de manera que al despertar toda esa odisea en la que me encontraba me pareciera un poco más realista.

Resumiendo todo se podría decir que yo me había enamorado de una asesina a sueldo sin memoria, que curiosamente había tratado de matarme en un pasado.

Los motivos poco importaban, pero de una u otra manera yo había estado seguro de que ella sería la persona perfecta para estar conmigo siempre, y ahora me enteraba de que yo me había salvado de haber muerto porque ella cometió un error o algo similar.

Me había dolido, no había querido aceptarlo. Pero lo logré. Y sin duda, dolió aún más cuando lo hice.

Como fuera, aún a pesar de que me había enterado de ello no había sido capaz de odiarla, y preocupándome porque la policía no se la llevara la había forzado a alejarse de mí. Lamentablemente, no había pensado en las consecuencias, y había visto como otro asesino a sueldo en el que yo había confiado aparecía e iba detrás de ella.

De nada hubiera servido que hubiera intentado hacerme el héroe, corriendo detrás de ellos sin alcanzarlos nunca. Por eso me había quedado en mi lugar en la repisa de la ventana; por eso me había cruzado de brazos y me había recargado contra el alfeizar, cerrando los ojos con fuerza y entregándome a un momento patético que solo puede traerlo la angustia y el arrepentimiento cuando se fusionan.

Era como si la hubiera perdido. Sentía como si me hubieran preguntado si deseaba verla muerta y hubiera dado mi consentimiento. El vacío crecía, el dolor arremetía sin compasión y trataba de asfixiarme ante la simple posibilidad de no volverla a ver otra vez.

Yo era un imbécil y un cobarde, me sentía eso y un millón de cosas más. Y la única acción que fui capaz de realizar aún sumido en esa confusión en mi cabeza, fue tomar el teléfono y llamar a Christopher. Fue el primero en quien pensé porque acababa de verlo y seguro no estaba muy lejos.

Que patético, me había compadecido, y no había escondido su preocupación cuando le dije lo que había ocurrido. Al parecer, ahora que se habían ido la gran sorpresa de cuando supimos acerca de la identidad de Queen, pareció recordar que el que Death fuera tras Emma no era bueno.

Así que, instantáneamente había regresado a mi apartamento para tratar de hacer algo al respecto, pero evidentemente, teniendo en cuenta la pregunta que me acababa de hacer, ninguno había pensado en nada lo suficientemente rápido o eficaz para ayudarla.

De hecho, yo estaba dependiendo totalmente de su ingenio, porque en aquél estado de irritación y angustia en el que me hallaba no hubiera sido capaz ni de decidir la cosa más simple. Me sentía desconectado del mundo, como si estuviera abstraído en una involuntaria y fría indiferencia que no podía quitarme.

- ¿Actuemos yaaa? –Murmuró nuevamente, sentándose en el sillón que había frente al que yo ocupaba, al parecer dispuesto a conseguir mi atención-. No podemos quedarnos aquí...

-Ya lo sé, ya lo sé, maldita sea... -contesté ásperamente-. ¿No crees que si hubiera pensado en algo ya lo habría dicho?

-Tranquilo, estoy tratando de ayudar –reprochó en tono de advertencia.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora