Capítulo 36

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El Muelle

Conseguí salir del hospital lo más pronto que pude y subí a mi auto. De repente me había olvidado de todos mis sentimientos ocultos o expuestos, dejando el optimismo y la melancolía de lado de una sola vez. No podía distraerme con nada porque aquél era un momento crucial que requería todos mis sentidos y razonamiento para conseguir el éxito.

El éxito, evidentemente, se alcanzaría hasta que yo encontrara al Maldito y lo matara de una sola vez.

La adrenalina a causa de la infundada excitación estaba corriendo por mis venas a gran velocidad, y a pesar de que hubiera preferido pensar todo eso de manera más relajada sabía que no tenía tiempo.

Pisé el acelerador, y salí del estacionamiento del hospital a gran velocidad.

Ahora que sabía la posible ubicación yo solo quería encontrarlo y matarlo de una buena vez. Supongo que resultaba algo irónico el que mis pensamientos fueran tan fríos y calculadores cuando la vez anterior había sido más que patético e inútil al estar ante el asesino; pero me parece que mi nueva mentalidad se debía justo a lo mismo. Yo no había logrado hacer nada aquella noche, pero si al menos le hubiera disparado, tal vez inclusive ella no estaría en terapia intensiva.

Sé que en ese momento no sabía que hacer, me enfrentaba a algo con lo que una persona normal no suele toparse nunca y ni siquiera sabía qué esperarme. Pero pude haber intentado algo más, y el repetírmelo sólo me hacía despreciarme. No pensaba meter la pata otra vez, ahora en verdad tenía que vengarme.

Y puede que matarlo no fuera a arreglar absolutamente nada, pero mi frustrada mente solo me decía que, si el culpable de todo desaparecía, al menos yo me sentiría mucho mejor, repararía el daño hecho, y me aseguraría de que no iba a

lastimarla nunca más. Me aferraba a ello más que a nada, con la esperanza de compensar todo el sufrimiento por el que lo estaba haciendo pasar ahora.

Conduje con mucha prisa, teniendo que esquivar autos de civiles constantemente, cuando me vi obligado a frenar en un semáforo, detrás de otros cuantos vehículos, me apresuré a sacar el teléfono del bolsillo de mi pantalón y marqué el número de Death.

Tenía que llamarlo, debía decirle lo que pasaba y lo que pensaba hacer, fue la primera persona que me llegó a la mente, pero definitivamente era la más indicada para ayudarme en ese momento. Me armé de paciencia y esperé tres tonos largos en la línea, y cuando el verde del semáforo apareció y los autos retomaron la marcha, finalmente me contestó.

Sin embargo, no pude ni saludarle porque del otro lado del teléfono se escuchaban gritos. Incapaz de decir algo, solo continué manejando sin poder evitar escuchar todo.

- ¡Lo prometiste y ahora quieres mandarlo todo a la mierda...! –vociferó la voz de Tyler lejos del teléfono.

- ¡Esto es importante, y por favor ya no grites! –Exclamó Death, y a juzgar por el sonido apagado, acababa de cubrir la bocina del teléfono para intentar evitar que yo escuchara la pelea que al parecer creyó que ya había acabado-. Sabes que, si por mí fuera no lo haría, pero el asunto es...

- ¡No lo hagas entonces, tú dijiste que eso era pasado, que jamás volverías a involucrarte con él! ¡Y yo estúpidamente te creí!

- ¡Entiende que no me involucro con él! ¡Es peligroso y quiero asegurarme de que no pueda hacernos daño de nuevo...! –Se calló de repente-. ¡Tyler...! ¡Ty! ¡Vuelve aquí, estoy hablando contigo!

Pero al parecer Tyler en verdad no se hallaba nada dispuesto a escucharle, y estaba dejando la habitación. Una puerta se escuchó azotarse, y entonces solo hubo silencio. Yo continuaba conduciendo, ahora perplejo. Escuchar discusiones ajenas siempre será de esa manera.

Pasión Homicida (ilemma) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora