No te suelta cuando la abrazas

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Otro día, otra canción terminada.

Lisa cerró la puerta tras de ella, aliviada de que la parte dura de su día hubiera terminado. Se estaba haciendo tarde, el sol se había puesto hacía horas, pero no era lo suficientemente tarde como para que estuvieras durmiendo, lo que ella agradecía. Después del día que había tenido, te necesitaba más que nunca.

Oyó tus pasos en las escaleras. Levantó la cabeza y fue entonces cuando te diste cuenta de lo agotada que parecía. Parecía tan cansada y triste. Te acercaste a ella y la abrazaste.

Su cabeza cayó sobre tu hombro. Dejó escapar un largo suspiro, apretándote con fuerza mientras el estrés del agotador día parecía desvanecerse cuando te tenía entre sus brazos. Sintió que intentabas alejarte, así que sólo apretó más su agarre alrededor de ti y una sonrisa se abrió paso instintivamente en su rostro cuando escuchó tu risa.

—¿Lisa? ¿Quieres soltarte?

Sentiste que negaba con la cabeza y se inclinaba un poco más hacia tu toque.

—No. Mi día fue largo y estresante. No quiero soltarme. Sólo quiero abrazarte para siempre.

Te reíste un poco pero asentiste contra ella. —De acuerdo—.  Susurraste, haciéndola retroceder hasta que cayó en el sofá. Todavía no te apartaste del abrazo, incluso cuando pusiste tu frente sobre la suya y cerraste los ojos. —Siento que hayas tenido un mal día.

Ella negó con la cabeza, frunciendo los labios mientras se inclinaba un poco hacia delante para besarte en la mejilla. —No fue del todo malo. Ahora estoy aquí contigo, así que es mejor.

Tu corazón se derritió y rompiste el contacto para apoyar tu cabeza en su hombro.

—¿Segura que no hay nada más que necesites para hacerlo aún mejor?

Ella cerró los ojos. Ahora se sentía relajada, pero aún no pensaba dejarte ir.

—No. Todo lo que necesito es a ti. Ya me siento mejor porque te tengo aquí conmigo.

—Me alegro porque no me voy a ninguna parte.

Volvió a besar tu mejilla, sus tensiones y preocupaciones habían desaparecido y habían sido sustituidas por un sentimiento cálido en su corazón y una sonrisa en su rostro.

—Lo sé, y te quiero mucho.

Lisa Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora